MÁS ALLÁ DE LAS MONTAÑAS

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Al atardecer del segundo día, cuando el crepúsculo pintaba de distintos tonos naranjas y purpúreos las aguas de YunMeng, las tropas finalmente arribaron a la capital desfilando por las calles del reino llevando en alto el estandarte real.
Los petardos tronaban estallando en luces multicolores en el firmamento y pétalos de flores caían como una suave lluvia sobre sus cabezas.

A la vanguardia, al igual que cada día en la batalla, iba el general vestido con túnicas negras, su cabello perfectamente recogido en un moño, estaba adornado con una corona de plata engarzada en amatistas. Miraba al frente con la barbilla en alto, saludando de vez en cuando a la multitud concurrida que cantaba alabanzas y vítores en su honor y de sus tropas.
La máscara plateada era reconocida por todo el reino, se decía que la usaba porque su rostro era capaz de infundir muerte y terror a quien lo mirase directamente.

Al llegar a las puertas del palacio fueron recibidos por un beta que se aproximó al hombre.

— General Sandu-SengShou, sus majestades y sus altezas le esperan dentro.— se alejó a una distancia prudente doblando su cuerpo en una reverencia.

Sandu-SengShou era alguien tan respetado como temido.

El general se apeó del caballo con la ligereza de un felino, las túnicas negras ondearon al viento acompañadas de un suave tintineo proveniente de la campana que colgaba de su cintura.
Le entregó las riendas de su fiel animal al beta. —Entiendo, ZiDian necesita agua fresca y forraje.

—Este sujeto escucha a su general.— el beta se apresuró a sujetar al corcel.

Era bien sabido que ese animal era una de las posesiones más importantes de ese Alpha.

Sandu-SengShou aún podía escuchar a la multitud corear su nombre; extrañaría a los ciudadanos bulliciosos. Miró detenidamente a sus leales soldados apostados a las afueras del palacio esperando las próximas instrucciones.
Estaba tratando de grabar profundamente cada detalle en su memoria. Pues en unos días partiría del reino. No era un secreto para ninguno de los habitantes de YunMeng que el joven Alpha estaba profundamente enamorado del príncipe Omega Jiang WanYin y, al saber que el joven por el que esperó seis largos años en batallas, a su regreso estaba comprometido con otro Alpha, su corazón estaría deshecho y quizás, en su dolor, se exiliaría por voluntad propia donde el cálido sol de YunMeng nunca llega.

Caminó con elegancia y las puertas del palacio se abrieron de par en par cerrándose inmediatamente tras de él. Con su habitual andar imponente, ligero y firme avanzó por los corredores hasta llegar a la sala del trono.

El rey, la reina, y la princesa heredera estaban esperando. Se apoyó en una rodilla haciendo una profunda reverencia.
— El general Sandu-SengShou ha visto a sus majestades y a la princesa heredera.— su frente tocó el duro piso.

— No tiene que inclinarse general — la voz gentil de la princesa heredera resonó en la sala vacía.

—Tiene permiso para levantarse.— Jiang FengMian se levantó del trono.—necesito hablar con mi hijo, el príncipe, no con el general Sandu-SengShou.

Se incorporó.— ¿Acaso no es lo mismo padre?.— el tono de voz que usó provocó que el Alpha frunciera ligeramente el entrecejo.

FengMian sobó el puente de su nariz.— WanYin, hijo mío, sé que estás furioso por el acuerdo, pero; el viejo regente Lan es un hombre astuto y no dió su brazo a torcer. Desde el principio puso el ojo en ti— bajó los escalones uno por uno hasta quedar frente al joven.— no sé que tiene en mente; pero debes cuidar tus espaldas en el palacio imperial.

— No tienes que recordármelo padre, no te culpo.— sonrió sarcásticamente.— es mi deber como parte de la familia real sacrificarme por el reino.

— Hijo, lo siento— su padre se escuchó claramente arrepentido.— en cuanto a la figura del general…

— No tienes que preocuparte.— lo interrumpió.— el general partirá amparado por la oscuridad de la noche al autoexilio con el corazón roto. Se irá más allá de las montañas, dónde nunca sale el sol.

— Hermano…

— Quita esa cara YanLi, tienes que aprender a comportarte como una reina digna. Ya no estaré para cubrir tus espaldas.— respiró profundamente.

Esa misma noche, las estrellas brillaban esplendorosas en el firmamento. La música alegre se escuchó por todo el reino, y en los jardines reales, un espléndido banquete fue ofrecido en honor a los soldados. El joven general comió y bebió regocijándose con sus camaradas por última vez.

Cuando la luna estaba en su apogeo, la noticia del compromiso del príncipe Jiang WanYin con el futuro emperador Lan WangJi se extendió como pólvora entre los invitados. Todos los presentes vieron cómo el rostro de Sandu-SengShou cambió de color y de un solo trago terminó su copa; los soldados intentaron animarlo de una u otra forma.

Sin embargo hizo caso omiso, media varita de incienso después, tomó su espada y salió directamente hacia los establos. Sus soldados intentaron en vano detenerlo, y así, en la oscuridad de la noche, el valiente general con el corazón destrozado huyó más allá de las montañas.

La leyenda de Sandu-SengShou, el fiero general  cuyo corazón se destrozó para mantener la paz, se extendió por todo el continente.
Los poetas y eruditos compusieron poemas y canciones en honor a tan desdichados amantes.

Canciones que incluso más allá de la posteridad siguieron transmitiéndose.

Pero nadie sabía el secreto oculto detrás.

Al amanecer del tercer día, en las puertas del palacio, los reyes y la princesa heredera despedían al príncipe que subía con elegancia y gracia al carruaje escoltado por la guardia real, les tomaría seis meses llegar a GuSu la capital del imperio.

— Hijo mío, ten cuidado.— ZiYuan envolvió sus brazos alrededor del cuerpo de su hijo quien se removió ligeramente.

Sus vestiduras de gasa lila ondearon suavemente con sus movimientos; una mano blanca y ligeramente tostada acomodó el velo que cubría su rostro.— No te preocupes madres, haré caso a tus enseñanzas.

Con el corazón adolorido, los habitantes de YunMeng vieron partir a su príncipe hacia tierras lejanas con el propósito de que su matrimonio estableciera la paz entre ambas naciones.

Jiang WanYin hizo una última reverencia a sus padres antes de desaparecer dentro del carruaje adornado con estandartes púrpuras  bordados de  lotos; el emblema de la familia real.

La multitud lo acompañó en una procesión hasta las fronteras de YunMeng, donde finalmente se despidieron y la caravana creció significativamente. Pues las tropas imperiales también se retiraban del campo de batalla.

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Y....¡Aquí os dejo el segundo capítulo! Recién lo he terminado de escribir😅

Espero que os haya gustado.😊❤️
Gracias por vuestro apoyo!❤️💕

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