¡MALDITO ALPHA!

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Tan sólo un par de días habían pasado desde lo acontecido en el banquete, y ahora WanYin se encontraba siendo tironeado hacia todos lados, la ornamentación en su cabeza ya había excedido por mucho el límite que estaba dispuesto a soportar.

Se removió inquieto.

— Por favor su alteza, aguante un poco más ya sólo falta el maquillaje, algunos alfileres y cambiar su velo.— pidió el Omega que le ayudaba con los adornos nupciales.

— Con eso es suficiente, ya no más.— no estaba dispuesto a dejar que le pusieran una cosa más, en su opinión eso era totalmente innecesario. No era como si estuviera especialmente entusiasmado con su boda.

— Su alteza, sé que se niega a descubrir su rostro, pero es necesario que me permita maquillarlo.

Frunció el ceño enfadado “¿Porqué está ignorando mis palabras?
— Suficiente, retírate.— giró su vista hacia el costado. — A-Ning me ayudará con el velo.

Ante el aura oscura que comenzó a emanar el cuerpo del príncipe, el Omega no tuvo otra opción que retirase. — Entonces con su permiso mi señor.

Wen Ning dejó escapar una ligera risa cuando el otro joven salió apresurado. — Xiao-Yin, creo que lo asustaste.

WanYin bufó disgustado rodando los ojos y retiró casi todos los adornos a excepción de la horquilla que mantenía sus cabellos en su lugar.

— Ese joven llorará cuando sepa que todo su trabajo fué en vano.— Wen Ning suspiró resignado.

— No es como si necesitara todo eso.— respondió mientras retiraba el velo purpúra.

— ¿No ocultarás tu rostro con maquillaje?— preguntó visiblemente sorprendido.

— ¡Pfff!— ahogó una risa traviesa.— Al principio pensé en darle un buen susto, pero no siempre podré hacerlo. Además…—suspiró levemente.— tendrá que marcarme ésta misma noche.

— Xiao Yin… entonces… te harás dependiente de su feromona.

— Está bien A-Ning, sólo tendré que beber la dosis de medicina antes de que me marque.

— ¡Esa cosa sabe repugnante!— exclamó con un puchero.

WanYin rió divertido. — Es medicina, su sabor no tiene que ser bueno.
Además es lo único que me permitirá mantener al menos una parte de mi libertad”.

— ¿De verdad sólo te resignarás?— inquirió.

— A-Ning, no se trata de resignarse, se trata de lo que es mejor. Aún eres joven, algún día lo entenderás.

— Pero casi tenemos la misma edad.— murmuró entre dientes.

WanYin sólo suspiró.

El tiempo pasó rápidamente y pronto el cielo se tiñó de rojo. Las cajas de la dote fueron dejadas en el suelo, joyas de oro y plata, brocado de seda y numerosas antigüedades.
A través del espejo de bronce, Jiang WanYin miró al joven reflejado que le devolvía la mirada; la corona de fénix ahora estaba a un lado en el tocador.

Entró en trance sin razón, ¿Quién era el verdadero él? Era evidente que dos caras de una misma moneda se superponían en sus pupilas. Dejó escapar un largo suspiro…¿De verdad se iba a casar?.

Sentía que todo eso era…irreal.

— ¡Ha llegado el momento propicio!.

A sus oídos llegó el largo grito procedente de algún lugar  seguido del crepitar ensordecedor de los petardos y los vítores alegres. En ese momento tomó el velo rojo y lo colocó sobre su cabeza cubriendo su rostro; un grupo de sirvientes entraron llevando consigo el vestido nupcial de seda dorada bordado con  fénix de nueve colas en hilos de plata y oro. Terminaron por ayudarle a vestirse y colocar la corona sobre su cabeza.

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