BANQUETE REAL

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En el palacio Río de Estrellas, un joven bebía té tranquilamente junto a la ventana contemplando el horizonte, su rostro estaba semioculto por la gruesa capa de piel de zorro blanca dejando únicamente a la vista un par de ojos perspicaces.

En los jardines, las begonias y ciruelos florecían beligerantemente retando a la nevada montaña, tiñendo de color la blancura inmaculada de el conjunto de palacios que se alzaban sobre el pico de la montaña GuSu. Su mano nívea tomó con elegancia la taza humeante y dió un pequeño sorbo, el cálido líquido humedeció ligeramente sus labios. 

Bostezó perezosamente, tres días habían pasado desde su llegada al palacio imperial, tres jodidos días en los que había estado encerrado en el enorme palacio de la emperatriz con una multitud de desconocidos pululando como insectos chupasangre a su alrededor. 

El  característico aroma a sándalo que desprendía el incienso se encontraba por todas partes, estaba seguro que de seguir así perdería el olfato.

¿Cómo diablos sobreviviría en ese sitio? Él no era un Omega frágil que debía ser tratado con delicadeza para evitar dañarle. Era un guerrero, uno que se había forjado en la crudeza de la batalla, estaba hecho para asesinar sin piedad al enemigo, se había criado  estudiando las artes de la guerra, estrategia y  manejo de armas. Sus manos y cuerpo estaban manchados con la sangre de sus enemigos.

¿Y ahora se veía reducido a un simple florero? Patético.

Incluso su piel antes ligeramente bronceada, ahora era de un blanco acendrado.

Suspiró pesadamente, un poco más y acabaría perdiendo la razón.

Aún estaba en sus cavilaciones cuando un pequeño y tierno joven llegó corriendo a su lado con la respiración entrecortada. Se trataba de Wen Ning, un Omega que lo acompañó desde YunMeng más para ser su compañía que para servirle.

¿Qué distancia había corrido?

— S…s…su..a..aa..al..alteza— la voz le salió entrecortada debido a la falta de aire.

—Primero tranquilízate A-Ning. — una taza de té fragante fué depositada entre sus manos — vamos, bebe y respira lento; ¡Oh! Pero no lo hagas al mismo tiempo.— se burló del joven mientras sus ojos sonreían divertidos.

Con las mejillas sonrojadas el Omega bebió apresurado el té verde recuperando el aliento. — Su alteza, el príncipe Lan WangJi se encuentra caminando.

Jiang WanYin arqueó la ceja despectivamente. — ¿Y qué? Es su palacio, puede hacer lo que le dé la gana. — lo que ese Alpha hiciera o dejase de hacer le tenía sin cuidado.

— ¡Que viene hacia acá!.— exclamó exaltado aún saboreando el ligero amargor del té en su boca.

— ¡Maldición!— farfulló entre dientes. — A-Ning, debiste haber dicho eso primero, pásame mi velo.

El Omega le tendió el velo purpúra que segundos antes yacía tirado en el suelo como un objeto inservible.

Inmediatamente cubrió su rostro ocultándolo de las miradas curiosas.
Y lo hizo justo a tiempo, pues en seguida le llegó el aroma del Alpha.

Lan WangJi olía a algo como…¿Hielo?.

Puro y frío.

Ni siquiera sabía cómo describir ese aroma.

Se levantó suavemente e inclinó su cuerpo en una reverencia.
— Su alteza imperial, ¿Qué le trae por aquí?— inquirió con el torso aún doblado.

— La futura emperatriz no necesita inclinarse en mi presencia.— le ayudó a incorporarse.

— Se lo agradezco pero no es correcto. Aún no soy la emperatriz su alteza — respondió irguiéndose lentamente.

Lan WangJi guardó silencio.

— Su alteza imperial, no me ha dicho la razón por la que visita mis humildes aposentos.— se movió con la gracia y elegancia de un felino.

El Alpha fijó su mirada sobre el muchacho que tenía delante.

Sus ojos de oro líquido recorrieron la esbelta silueta del Omega. Aún con el rostro cubierto su belleza era inegable; piernas largas, cintura estrecha, manos blancas adornadas con dedos delgados y largos que se movieron con gracia sirviendo el té.

Su mirada se posó en sus muñecas volviéndose fría al instante, el príncipe se negaba a quitarse ese maldito brazalete.

— Ésta noche se celebrará un banquete en tu honor—  declaró la causa de su repentina visita tomando asiento en uno de los taburetes.

— ¿No es un poco tarde para eso?— respondió con un deje de burla poniendo una taza frente al Alpha.

— Es parte de tus obligaciones — se limitó a mirar el recipiente sin llegar a beber el contenido.

— Sé perfectamente cuáles son mis responsabilidades su alteza, no necesito tenerlo detrás de mi para poder  recordarlas.—  su voz suave y en calma penetró en los oídos del Alpha.

Sólo los cielos sabían cuánto esfuerzo había puesto en ese momento para no intentar romperle el cuello y separarle la cabeza de sus hombros al joven príncipe Lan.

— Mn, eso espero. — se levantó del taburete marchándose de ese sitio desagradable. — vendré a recogerte por la noche.

Le repugnaba la idea de desposar a un Omega que ya había estado comprometido, que amaba a otro Alpha, y prueba de eso era el maldito objeto con forma de serpiente que descansaba orgulloso en la muñeca del Omega de YunMeng.

Lan WangJi lo sabía.

Ese brazalete pertenecía al general Sandu-SengShou.

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No sé quién seas, pero quiero agradecerte por  recomendar uno de mis fics, creo que lo has hecho por facebook. Así que si te llegas a  pasar por aquí, realmente te lo agradezco de corazón ❤️😊.

Gracias a todos por leer.

Recordad que os quiero ❤️

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