Armelle
Camino despacio por las calles de Nueva York. No llevo prisa, mis pies se mueven al ritmo de una tortuga o eso parece. La vibra oscura y gris de la ciudad no hacen mas que hacerme sentir mas miserable de lo que ya me sentía, después de salir del santuario.
Me acerco a un puesto de periódicos y solo veo las noticias locales del lugar. Las fotografías que me topo son del hombre araña. Miro con mas detenimiento las fotos, por un momento me imagino siendo yo una de los heroínas de la ciudad. Decido sacar algo de dinero, para después pagar por el periódico y llevarlo conmigo.
Una pregunta medio estúpida ronda por mi mente.
¿Sera guapo el hombre araña?
No lo creo, debe de ser un señor como de treinta años. Así que desecho la idea de tener un romance adolescente con el arácnido. La fría brisa del anuncio del invierno es lo que me hace caer en cuenta de mi realidad, una donde solo soy un simple ser mortal que no tiene nada de especial en el mundo. Una huérfana que no tenia permitido soñar con tener la vida de sus sueños, porque solo eran eso, sueños.
Miro la hora en mi reloj. Era hora de regresar al orfanato, no quería hacerlo pero esa eso o dormir en la calle. Aunque la calle no creo que sea tan mala a comparación del castigo que me dará la generala en cuanto me vea llegar y se de cuenta que tampoco fui a la escuela. Decido por fin encaminarme al lugar que ha sido mi hogar por estos años, he contado los pasos del parque que esta en la esquina hasta el orfanato, son doscientos cincuenta y tres.
Cuando estoy a punto de subir las escaleras del lugar, una mano es puesta en mi hombro, a lo cual solo me giro y golpeo a la persona en la pierna. La sorpresa que me lleve cuando vi al sujero que había golpeado.
Mi suerte no podía ser peor.
Paso saliva por mi boca y miro con miedo al señor Strange. El cual solo hace mas que sobarse la rodilla donde lo acababa de golpear.
— Lo siento tanto señor Strange.
Hago un intento de acercarme a él pero este solo me hace una señal para alejarme.
—Dime Strange, suena horrible el que me digas señor.
— ¿Strange?
— Olvídalo se escucha peor, mejor si dime señor.
— Yo...lo siento...no queria...es que la ciudad es un lugar peligroso y tengo ya mis autodefensas activadas...
—Ya me di cuenta —Quita su mirada de mi y observa el orfanato. Alza una ceja y se toca la barbilla—. Interesante casa, hasta juraría que es un orfanato.
— Si se va a burlar de mi, allá. —Le señalo una esquina—. Hay un circo donde aceptan payasos señor.
—No me estoy burlando niña, solo que quería asegurarme que vendrías a casa.
—¿Sorpresa?— digo con sarcasmo e intento fingir una sonrisa—. Ya ve que no es así, este es mi hogar.
— ¿Por que no dijiste la verdad? —La gente nos mira de forma extraña—. No tiene nada de malo.
— Señor es mejor que vayamos a otro lado a platicar, no es normal ver a los vengadores por estos rumbos y menos cuando traen un traje nada normal. —Lo jalo de la mano para llevarlo al patio trasero—. ¿No tiene ropa normal?
— ¿Qué tiene de malo?
—Que parece un sayayin en pijama señor.
—¿Que es un sayayin?
Ruedo los ojos y suspiro.
— ¿Nunca vio dragon ball? —le digo sorprendida—. ¿Goku?
El me mira con cara de confusión, así que asumo que no tiene la mas remota idea de que le hablo.
— ¿Qué edad tiene?
—No veo porque eso sería de relevancia.
—Es cultura general señor, todos lo han visto en sus infancias. —Niego con la cabeza—. Bueno, pero ese no es el tema principal.
—Tienes razón. —Juega con su anillo—. ¿Por qué siempre te la pasabas afuera del Santuario?
—¿Cómo sabe que yo?
Me siento avergonzada que se haya dado cuenta, no hago más que sentarme despacio en uno de los columpios. El se sienta a mi derecha sobre el otro columpio.
— La primera vez que me di cuenta estaba tomando una rica taza de té, cuando un día observe a una niña llorando en una de las esquinas frente al edificio—Se toca su nariz. No me mira mientras sigue contando—, Pensé que algo le había pasado pero de repente se limpio las lágrimas y se marcho. Al día siguiente esa misma niña regresó, hizo lo mismo durante semanas y después meses.
Trago saliva y las ganas de llorar vienen a mi de nuevo. Una lagrima sale sin darme cuenta, enredo el mis mangas de la sudadera para poder limpiar mis mejillas.
— ¿A donde nos lleva esta historia?
—Eso quiero saber. —Dice sin mirarme—. ¿Por qué llorabas todos los días?
Trago saliva y decido hablar.
—Cuando fue el blip perdí a mi madre, fui llevada al orfanato junto a miles de niños que dejaron tirados. Fueron miles pero miles de niños, que vivían en condiciones pésimas, todos teníamos la esperanza sobre de que regresarán. —Me intento contener el llanto pero no puedo. Solo hago más que mirarme las manos y apretar los puños—. Cuando regresaron las personas, las madres corrieron por sus hijos. Pero mi madre jamás lo hizo, decidió en darme en adopción...
—Niña...
— Mi madre solo fue a darme en adopción. Me dejó ahí, aun cuando sabía que después de los quince años es complicado que alguien te adopte. Cuando eso sucedió salí corriendo hasta el único lugar que me daba tranquilidad y fue ahí. Desde pequeña siempre admire a los vengadores, soñaba con volar por los aires y luchar contra los villanos —Suelto una risita sarcástica—. Quería ser como usted, siempre lo admire y por eso iba cada tarde a ver la parte de afuera.
— Sabes que tener este tipo de responsabilidades no es solo combatir villanos, tiene sus consecuencias. Cada decisión que tomas tiene algún efecto sobre otras cosas y eso es un precio muy grande a pagar. —Se pone de pie y coloca una mano en mi hombro—. Lamento mucho que perdieras a la gente que quieres.
Se da la vuelta y sale por la puerta del jardín, dejándome con un peso en el corazón. Me quedo un rato más sentada, hasta que acepte mi realidad. Suspiré y decidí entrar al lugar.
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Paralelo Vol 1 /Cinco Hargreeves #PGP2023
FanficArmelle siempre había soñado con ser una heroína, así como lo habían sido los Vengadores. Al ser huérfana, las probabilidades de ser una quedaban en cero. Siempre se pasaba horas contemplando el Santuario de Nueva York, para buscar la manera de pode...