CAPÍTULO 15 | Adrián

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Sonreí sobre la piel de Belén, mucho más familiarizado con su cuerpo, reacciones y sonidos como para saber qué le gustaba y qué no.

No sé cuántas veces había agradecido en mi cabeza que el señor Saavedra dejase ir a Belén, aunque no supiera que yo también estaría en ese viaje. Todo estaba resultando a la perfección para nosotros, tanto que temía que algo dañara ese momento, pero no me importó mientras tenía a Belén retorciéndose por las caricias de mi boca. Sus dedos estaban agarrando con firmeza los mechones de mi cabello, dejando mi cabeza fija en medio de sus piernas. No quería moverme tampoco, disfrutaba mucho tenerla bajo mi poder con mis caricias. La primera vez que la había complacido con mi boca había demorado un poco en no solo babearla, en encontrar un punto que parecía gustarle. No diría que estaba conociendo el cuerpo de Belén poco a poco, porque lo cierto es que ella me facilitaba las cosas al decirme, casi que regañarme, cuando no hacía algo que le gustaba. Descubrí que se volvía mandona en la cama, aunque también fuera complaciente conmigo. Sus demandas solo me volvían más adecuado a ella, quería una novia feliz y luego de esos encuentros la estaba teniendo.

—Adrián... —se quejó, intentando separarme, pero no lo hice. Había estado hablando con Kyle, que antes de Miranda había tenido un par de encuentros con una chica y me había dicho algo importante: si sentía que mi chica estaba a punto de venirse y me pedía que parara no lo debía hacer. Lo compré unos segundos después, cuando su cuerpo tembló y sus piernas se intentaron cerrar, aunque logré detenerlas.

Reí, limpiando mi boca en la cara interna de su muslo, escuchando su respiración acompasarse. Me erguí sobre ella, quien me regaló una sonrisa perezosa. Se estiró cual gato, estirando también sus senos en su movimiento. Besé en medio de ellos, queriendo continuar con ella.

Envolvió sus brazos a mi alrededor, mirándome con ojitos brillantes.

—Quiero perder la virginidad contigo —dijo de pronto algo que no habíamos hablado.

La emoción que sentía fue reemplazada por nervios.

—¿Ya? —Se encogió de hombros.

—¿Por qué no? Sé que tienes un problema dentro de tus bermudas y podríamos solucionarlo de otra forma... a menos de que no quieras.

¿No querer? ¡Lo deseaba! Pero me daba miedo por todo lo que podría salir mal.

—No tengo condones —fue la respuesta que se me ocurrió para salirme del tema, solo que ella volvió a encogerse de hombros.

—No estoy en mis días fértiles.

Odié mucho que su madre y Nahsary le explicaran tanto como para saber cuándo podría quedar embarazada.

Belén me miró con sospecha, sus mejillas volviendo a coger color. Dejó de abrazarme y me hizo a un lado para levantarse y tomar su mochila en busca de ropa interior diferente a su bikini usado y húmedo tirado en el suelo. Antes de que lograra sacar algo más de ropa y ponerla sobre su cuerpo la alcé, el movimiento obligándola a enredar sus piernas a mi alrededor.

—¿Por qué no quieres hacer el amor conmigo? —preguntó mientras nos movilizaba hacia la cama. Debíamos hablar, no quería que se sintiera mal por un malentendido.

—Porque me da miedo que algo salga mal —susurré mirando dentro de sus ojos avellana—. Siempre que estoy contigo quiero hacerte el amor, Belén. Lo sabes bien, pero son imaginaciones y lo que hemos hecho no llega a ser el acto completo. De solo pensar en seguir me dan muchos nervios y miedo.

—Estoy segura de que la primera vez no será buena —dijo, intentando solucionar la situación, pero empeorándola. Hizo un puchero que sabía que le funcionaba conmigo, abrazándose a mí por mi cuello—. No te estoy pidiendo perfección, Adrián, solo que tengamos ese momento juntos. ¿Es cierto que tienes miedo o no quieres por tu compañera?

Luna creciente (Precuela Cantos a la Luna)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora