CAPÍTULO 54| Adrián

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—Es obvio que lo hizo a propósito —dije mientras caminaba tomado de la mano con Belén—. Estaban muy determinados a tenerlo en Luna azul y justo queda en embarazo luego de todo el problema que hubo. Para mí es claro que sí lo hizo a propósito, una venganza a Chelem. Tener o no un hijo en la luna azul no es que la perjudique o beneficie mucho, antes es todo lo contrario porque nadie la asegura que sobreviva al parto.

El cuerpo de Belén se estremeció. Le di una mirada de reojo al notarlo.

—Siento tanta pena por Loren. —Su voz fue baja y llena de tristeza. Veía que lo decía en serio, aunque Belén no solía mentir con nada de eso—. Yo, en su lugar, hubiera preferido mil veces estar enlazada a un chico de bajo rango, incluso a un humano, que a alguien que me trate así. Aunque si buscó venganza en un embarazo... no sé, no son las formas.

No, no lo era.

Sabía que con el tiempo Chelem querría a su hijo, incluso pudiese que ya lo hiciera, después de todo tendría un heredero, pero sí que estaría molesto por no poder tenerlo en luna azul.

A menos de que lo tuviera con otra, pero eso significaría perder su lugar.

—Se las arreglarán —dije con algo de fastidio en mi voz.

Mi novia habló conmigo sobre lo que Sarah le contó. Por un lado, lo agradecí, por otro me sentí traicionado y con ganas de no saberlo. Consideraba a Chelem mi amigo, uno muy malo, pero amigo al final, sin embargo, esa información lo cambiaba todo.

Al llegar a la casa de él tomé un respiro hondo y subí las escaleras detrás de Belén. Todavía me dolía un poco el cuerpo por los golpes que me habían dado. Los moretones ya descoloridos se podían ocultar con la ropa, pero no podía hacer movimientos muy bruscos si no quería que me doliese respirar o levantar un brazo.

Ese dolor era precisamente el recordatorio de lo que mi supuesto amigo buscó hacer conmigo.

Tenían que hacer un anuncio oficial, así que ahí estaban las demás familias. Mis padres incluso estaban ahí, llegando antes que Belén y yo que decidimos irnos caminando para tener un momento de calma antes de la discusión que pensábamos sucedería.

Como en la casa principal, o sea en la casa de Chelem, se nos llevó a la zona de comedor. Pusieron una mesa adjunta a la que siempre había en casa para que todos tuviéramos un lugar.

Quizá Chelem esperaba que me sentara a su lado, en el lugar de la familia beta, pero dejé a mis padres solos y me fui a sentar con Belén a la otra punta, lo más alejado posible.

Mantuve mi vista en la mesa y mi mano agarrada a la de Belén hasta que esa reunión comenzó cuando se sirvió la comida.

No quise probarla, pero Belén sí. Quizá me había vuelto paranoico, pero ya desconfiaba mucho de Chelem.

—¿No comerás? —susurró mi compañera, aunque estaba seguro de que algunos oídos chismosos la escucharon.

Negué.

—Creo que las medicinas que me dieron me cierran el estómago, no tengo hambre.

Ella se quedó mirándome, sabiendo que mentía, pero lo entendió, así que solo asintió y prestó atención cuando Chelem se levantó de su asiento con una sonrisa tensa.

—Agradezco tener su atención —dijo en cuanto la mesa se quedó en silencio—. Hoy es un día especial que no esperaba, pero, ya que está aquí, lo aceptaré y me regocijaré en él. No quiero darle largas al asunto, así que solo invito a mi novia a pararse a mi lado para dar la noticia a todos. —Loren por supuesto le hizo caso. Llevaba un vestido largo y, aunque intenté ver si se le notaba el vientre para confirmar o negar lo que creía, seguía con su cuerpo igual—. Dentro de unos meses tendremos con nosotros a quien será el heredero de la manada McCall. Mi novia y pronto esposa está en cinta.

Luna creciente (Precuela Cantos a la Luna)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora