CAPÍTULO 62| Belén

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Mis pies se sentían hinchados y cansados, pero mi corazón estaba feliz a pesar del malestar.

Me dejé caer en el sofá con prisa para quitar mis zapatos y masajearlos lo mejor que mi vientre me lo permitía. Adrián no había vuelto, así que no podía pedirle a él que acariciara mis pies. Unos cinco minutos después me levanté para buscar mis babuchas y cambiar mi ropa mientras esperaba a mi marido.

Preparé algo para nosotros. Aunque Marta nos invitó a mi madre y a mí a comer, yo tenía algo de hambre, quizá por el embarazo. Estaba comiendo lo más sano posible para evitar la acidez que ya comenzaba a sentir algunos días, así que la comida consistió, en mayor parte, en una ensalada, aunque también cociné carne, más que todo para Adrián.

Dejaba todo listo en sus recipientes para solo calentar y servir cuando el olor de Adrián me llegó. Tuve que estar muy concentrada para no sentirlo antes, porque solo fue girarme para escuchar que él entraba.

Me acerqué a la entrada solo para encontrarlo con su rostro amoratado.

Lancé una exclamación antes de ir rápido hacia él. Se dejó caer en el sofá casi igual a como lo había hecho yo al llegar, solo que él se veía... triste.

—¿Qué pasó? —pregunté sentándome a su lado. Su rostro solo tenía una pequeña herida abierta que, aunque quise curarla con mi sangre, fue más soportable evitar, aunque sí la debía curar—. ¿Kyle te hizo esto en el entramiento?

Soltó un suspiro largo y sentido.

—No, Kyle no lo hizo. Tuve un encuentro con Chelem que no comenzó muy bien.

Chelem... con solo la mención de su nombre sentí que la acidez que quería evitar con las comidas llenaba mi estómago.

—Iré por algo para limpiarte esa cortada —susurré antes de ir al baño por el botiquín. Era una herida superficial, así que no necesitaría más que solo una limpieza.

Al volver, él se había fijado en todas las bolsas de la entrada. Sonreí un poco y con un gesto le indiqué que le explicaría luego qué eran todas esas compras.

Me dediqué a limpiarlo mientras él me contaba lo sucedido.

Negué a casi cada palabra que decía, sin poder creer la locura de Chelem.

—Creo que lo mejor sí sería irnos, Adrián, no confío en que nos deje en paz.

Él sonrió un poco y negó, también llevó sus manos a mi cadera para levantarme y sentarme en sus piernas.

—Me hizo prometerle que no quería su puesto, así que las cosas estarán algo más tranquilas para nosotros, no te preocupes.

Lo miré con sospecha.

—Sigo sin confiar en él... Adrián, no lo quiero cerca de mis hijos, ni ahora ni cuando nazcan. Sé que en algún punto tendrán que convivir con él, pero no quiero que sea mientras son tan indefensos.

Él me miró por un largo rato antes de asentir.

—Haré lo posible para que sea como tú quieres. Ahora, ¿te fuiste de compras?

Me dejó sentada en el sofá para ir por las bolsas con el logo de las tiendas para bebés que recorrimos ese día.

—Marta insistió en que debía comenzar con las compras hoy, y no pueden decirle a una embarazada como yo eso si no quieren que se vuelva loca. Trae las bolsas te muestro —dije.

Comencé con una de una tienda en donde solo compré ropa. Había mamelucos, chaquetitas, gorros, medias diminutas que me hicieron llorar cuando las vi, baberos hermosísimos y demás. De verdad las tres nos volvimos locas comprando cosas.

Luna creciente (Precuela Cantos a la Luna)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora