CAPÍTULO 49|Adrián

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Belén me miró sorprendida desde la cama mientras yo seguía lavando mis dientes para ir a dormir.
Su conmoción era obvia. Se sentó cuidando que la sábana no se cayera por su piel desnuda. Hubiera sonreído, pero estaba muy estresado como para hacerlo.
Boté la espuma y me enjuagué la boca para volver con mi novia. Ella abrió la manta para que me metiera a su lado, lo cual hice. La abracé, pero ella se removió para poder mirarme.
—¿Y qué hizo Loren? —preguntó—. ¿Lo perdonó, lo rechazó? Mira que no podría culparla en ninguno de los dos casos.
Hice una mueca.
—Eso es quizá lo peor de todo… ¿Recuerdas lo de tener un hijo en la luna azul? Están en una época donde no pueden arriesgarse a tener un hijo porque tenerlo ahora significaría que ya no podían tenerlo cuando quieren, así que, de una forma retorcida, acordaron que lo mejor sería no tener relaciones, por mucho deseo que sintieran. Loren no quiere planificar, dice que eso luego le impedirá quedar en embarazo y Chelem no confía mucho en un condón en este caso. Ella sabe que Chelem no sería capaz de estar sin sexo por los meses que faltan para la luna de hielo.
Belén suspiró y se dejó caer a mi lado.
—Falta poco más de un año para la luna azul… sí, no puede quedar en embarazo.
—El tema —continué porque lo importante no era si podía o no tener un bebé en ese momento— es que Loren estuvo de acuerdo con que buscara una amante.
Belén jadeó y se irguió de golpe.
—¿Pero está loca? Ambos lo deben estar… pero si Loren estuvo de acuerdo no es infidelidad.
Le di la razón, solo que ella no sabía la otra parte. Acaricié su brazo para que me prestase su completa atención. Era una tentación tenerla desnuda sobre mí, pero debía comentarle algo importante.
—No, pero el trato era que ella debía saber con quién lo iba a hacer y cuándo. Él debía avisarle sus movimientos a Loren, pero no lo hizo. Todos sabemos que entre Julia y él siempre hubo algo extraño, pero eso se suponía que se había terminado cuando Loren y él se emparejaron, pero no… Chelem se le perdió a Loren por todo un día y digamos que supo qué estaba haciendo por el dolor de la traición. Por lo que sé, Julia y Chelem se acostaron varias veces y sabes que ese dolor en el pecho es… quizá lo más fuerte que puedas sentir. Loren estaba destruida, mucho más sabiendo el lío que hubo entre ellos y que Julia no ha encontrado su compañero.
Ella resopló y volvió a acostarse.
—Julia no encuentra la manera de ser más desgraciada de lo que ya es. ¿Rebajarse a ser la amante? ¿Cree que Chelem rechazará a Loren por ella o algo así?
—No lo sé, supongo que esa era su intensión, sí, porque de amor… no estamos hablando de amor, pero Chelem siempre la caga, ¿por qué hacerle eso a tu compañera? —Ella me miró y con solo eso supe qué estaba pensando—. Es diferente lo que pasó entre nosotros. Sí, ambas situaciones son infidelidades, pero yo nunca lo habría hecho con Sarah de tener un enlace contigo, de saber que sentirías cada segundo de mi encuentro con otra persona. Eso es una tortura a tu pareja, una muy cruel. Y lo hace más grave que lo haya hecho el alfa.
Estregué mis ojos con mi pulgar e índice. Ya llegaba la peor parte.
—¿Kyle te lo contó? —mi respuesta fue afirmativa.
—Cuando iban como por el tercer polvo Loren ya no lo soportó, salió a buscar un alivio a su dolor y Kyle la encontró. Me dijo que parecía un espíritu vagando en la pena. Pero hay algo más importante y es que entendí por qué nos pidieron reunión extraordinaria en el concejo.
Ella frunció el ceño y pensó un segundo.
—¿«Nos»? —preguntó con temor. Asentí.
—Sí, a ti y a mí, junto con los demás, pero hicieron mucho énfasis en que debías estar.
Hizo una mueca.
—No me da mucha confianza esa reunión luego de lo de Chelem. —Sus manos se apoyaron en mi pecho haciendo una cama para su barbilla que se apoyo en ellas—. Mucho menos me siento segura, nunca he ido a una reunión de esas.
Podía notar en sus ojos su temor, y quizá lo iba a aumentar más, pero debía decirle lo que no le había dicho durante meses.
—Ellos están muy disconformes con el mandato de Chelem. En la última reunión dieron a entender que tú y yo seríamos mejores líderes que Loren y Chelem… Ahora, con esto nuevo, no sé qué puedan querer decirnos, pero no creo que sea algo que te haga muy feliz.
Sus labios hicieron un puchero involuntario que le quedó muy tierno. Me incliné para besarla y llevarla más cerca de mí.
—No pueden quitarle el puesto de alfa tan fácil, ¿verdad?
—Podrían, pero todo lleva su proceso y también Chelem podría apelar, pero no te preocupes, Bel, haré hasta lo imposible para que no nos pongan a liderar. —Su cabeza se ladeó con curiosidad.
—Pero a ti te gustaría liderar. —Sonreí algo triste y negué.
—En este tiempo aprendí algo que mi papá me dijo mucho mientras estuvimos casados: antes de la manada hay algo, y es mi compañera. Quizá nosotros podamos tomar mejor el manejo de la manada, pero eso no me libraría de que tú sufras y no quiero eso. Ya entendí que lo mejor es vivir tranquilos… es mejor la vida humana.
Sus ojos se llenaron de lágrimas y apretó los labios en una sonrisa antes de volver a unir sus labios con los míos.
—Te amo —dijo entre picoteos a mis labios. Reí y la giré sin que se lo esperara.
—Yo también te amo, pero hay algo de lo que debemos hablar y es de ese amiguito tuyo que vino hoy.
Mis manos no dejaron de jugar con su cuerpo por doquier. Acaricié su muslo, llevándolo por encima de mis caderas para que se enredara ahí y me diera más libertad para tocarla.
—No es mi amigo —admitió—, y no te voy a negar que parece querer ligar conmigo, pero yo no quiero ligar con él. Y tampoco niego que lo utilicé hoy para que nos explicara lo que no entendíamos. Ahora, necesito tu ayuda en algo.
Dejé de desperdigar besos por su pecho parar mirarla desde mi posición.
—¿Y eso qué sería? —pregunté antes de soplar en su pezón previamente humedecido por mi boca. Sonreí al verlo más endurecido y salido de su escondite. Me fui directo hacia el otro mientras ella me daba una respuesta.
—Quiero que me enseñes a dibujar para poder hacer resúmenes más lindos y entendibles.
Reí. Belén era un desastre en el dibujo, pero no creía que fuese una causa perdida.
—¿Y en qué momento tienes pensado tomar esas clases? —Se encogió de hombros.
—Quizá en vacaciones, puedo sobrevivir lo que resta del tiempo así. También quería hablar de algo contigo, antes de que volvamos a hacer el amor, como veo que estás buscando.
Sonreí viéndome por pillado. No podían culparme, el cuerpo de Belén era exquisito, además de que me gustaba el sexo mucho si era con ella.
No vivíamos juntos, debíamos aprovechar todo el tiempo posible cuando estuviéramos en la misma habitación.
—Creo que en el último mes tomé un fetiche por verte encima de mí.
—Adrián, te dije que quería hablar de algo. —Oh, cierto.
Me separé de tu cuerpo y puse mis ojos a la altura de los suyos.  Se miró complacida por mi pequeña acción, gracias a eso me gané un besito rápido.
—Pronto cumples años —asentí—, dijiste que las fechas especiales las pasaríamos en el hotel de la playa, así que me preguntaba si debo sacar reservación de la habitación. Tu cumpleaños no cae un fin de semana, pero podríamos correr la celebración.
Me causó gracia que justo eligiera ese momento para proponer todo cuando teníamos la mañana u otro momento donde no estuviese empalmado y con ganas de perderme en ella.
—Amor, te hago una pregunta —dije volviendo a bajar a su cuello. Soltó un sonido gutural para que continuara—. ¿No podríamos hablar de eso mañana mientras te llevo a tus clases? No es que me pueda concentrar mucho teniéndote desnuda debajo de mí.
—¿A qué hora es la reunión?
Oh, bueno, esa pregunta sí no la podía ignorar.
—Cierto, no podemos ir a las primeras horas de clases por estar allá.
—Y tampoco me dijiste cómo es una de esas reuniones.
Su reclamo no me hizo sentir mal. No había mucho por decir, solo un par de hechiceros que vivián en el territorio de la manada y los representantes de otras cinco familias y dos representantes de manadas contiguas. Mis padres de seguro estarían, ellos también estaban afectados por las decisiones de Chelem.
Todo eso se lo mencioné a Belén y por primera vez en nuestras vidas hicimos el amor mientras teníamos una conversación profunda y tensa en ese tema. Incluso fue entretenido verla articular palabras entrecortadas por los gemidos o tener que repetir varias veces las palabras porque mi mente se desconcentraba por segundos de la conversación para ver nuestra unión o ver las reacciones de Belén a mi toque y embestidas.
Lo bueno es que pudimos comprobar que también nos entendíamos en esa clase de conversaciones.
Al día siguiente ella se levantó temprano, más de lo normal. Yo me quejé cuando abrió las cortinas y toda la luz me pegó de lleno. Rodé en la cama hasta que tuve mi rostro oculto entre las almohadas, sin embargo, agucé el oído para saber qué hacía ella. Se metió a bañar y luego, cuando escuché que revolvía las cosas de su neceser, supe que se maquillaría, así que volví a dormir.
Fue ella con un movimiento de mi hombro la que me despertó minutos después. Al abrir los ojos me encontré con una mujer hermosa de pestañas aún más largas de lo común en ella y eso era decir mucho.
—Pero qué hermosa, mi vida —susurré el halago. Ella sonrió, tomando mis palabras como ciertas porque lo eran.
—Es que cuando tienes tu primera reunión con el concejo licántropo de la manada McCall, debes ir divina. Ahora levántate que se nos hará tarde.
Buscó unos zapatos mientras yo me levantaba e iba a la ducha. No demoré mucho, no solía demorar para nada, así que pronto estábamos entrando a la sala que servía de reuniones, una sala de una de las guaridas hechiceras, un lugar neutro en cuento a influencia de la manada.
Belén entró agarrada de mi mano con fuerza, pero disimulándolo muy bien. Noté su sobrecogimiento al entrar a la sala iluminada por luces creadas con magia. Después de todo, estábamos en un lugar hechicero, debían mostrar lo que era.
Cerca de la mesa estaba una mujer con una capa rosa cubriendo sus hombros hasta sus pies, donde la tela se arremolinaba, y un trenzado complicado en su cabeza hasta su cintura.
La reconocí de inmediato.
—¿Usted no era parte del territorio de los Martins? —La hechicera se fijó en mí. Sus ojos verdes resplandecieron al vernos, pero le interesó mucho más mi mujer.
Echó a un lado la tela sin responder mi pregunta y se dirigió a mi novia. La tomó por los hombros con una efusividad extraña, una alegría que incluso podría decirse contagiosa.
—¡Oh, Belén Lee! ¡Es un placer conocerte por fin, niña! —Belén me miró pidiéndome ayuda, pero no sabía cómo ayudarla. Era la hechicera que se notaba tenía poder, la que nunca me dijo su nombre.
—¿Escuchó de mí antes? —se atrevió a preguntar. La hechicera sonrió y asintió.
—He escuchado muchas cosas de tu familia, pequeña, madre de Alan Lee —susurró.
Tanto Belén como yo nos quedamos estupefactos al escucharla.
—¿Qué? —respondió con voz estrangulada mi chica, pero la hechicera solo sonrió y siguió mirándola a los ojos.
—Eres más bonita de lo que ella describió. Puedo notar tu temor por lo que pueda suceder hoy, pero no te preocupes, Belén, ella les dio este enlace para que pertenezcan a la manada correcta.
No le entendí ni mierda de lo que dijo y sé que Belén tampoco, pero no es como si pudieras preguntarle mucho a un hechicero que no te diría nada. Por la forma en la que hablaba y su comportamiento, podía decir que era una hechicera como Nahsary: vidente, aunque se me hacía extraño que siempre mencionara a otra persona, lo que me hacía preguntar si en realidad no era una mensajera de alguien con más poder que ella.
Miré las manos enfundadas en unos guantes del mismo color de la capa. Quizá todos en la sala podíamos sentir el poder que esa hechicera desprendía. Era una antigua, quién sabe por qué viviendo tanto tiempo para que su voz se escuchase tan misteriosa y tuviera que proteger su cuerpo y a los demás con aislantes de magia.
Se alejó de nosotros que solo pudimos mirarnos con extrañeza antes de tomar asiento. Notamos que la hechicera se fue hacia el lado de un hombre que, por su energía, también podía decir que era hechicero.
Solo tuvimos que esperar un par de minutos a que Chelem y Loren llegaran para comenzar con lo que sería el inicio del final de mi amistad con Chelem como la conocía.

Luna creciente (Precuela Cantos a la Luna)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora