CAPÍTULO 39| Belén

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Dejamos la última caja sobre la encimera de la cocina.

Respiré aliviada de haber terminado con las pocas pertenencias que me había llevado y con todo lo que compramos para la casa, porque sí, había llegado el momento de vivir con mi mejor amiga.

Suspiré cuando la culpa volvió a pegarme de lleno. Los planes de Miranda habían sido vivir con Kyle, pero, gracias a mí, ese plan cambió para poder estar conmigo. Lo agradecía, pero a la vez me sentaba mal sentirme como una niña a la que siempre deben cuidar.

Logramos conseguir una casa pequeña en la zona universitaria, con solo dos habitaciones, perfecta para nosotras. Había usado el dinero de la constructora para comprar unos muebles no tan costosos y una cama nueva. Miranda, por su parte, compró los elementos de la cocina.

No teníamos aun un televisor porque nos encargamos de conseguir lo realmente importante, pero teníamos lo esencial

Mi mejor amiga entró detrás de mí y cerró la puerta cuando ya me estaba dejando caer en el sillón. Era de un tono crema divino, le daba algo de brillo a la estancia por completo en ladrillo, todo muy rústico, pero acogedor.

Ella sonrió y se dejó caer a mi lado. Puso sus piernas sobre las mías y llevó mi cabeza a su pecho, para acariciar mi cabello.

—¿Estás segura de que quieres mudarte hoy? —preguntó por lo bajo aun enredando sus dedos en las hebras de mi cabeza. Asentí.

—Han pasado casi dos meses, me siento mucho mejor que al principio. No me dolerá tanto estar unos pocos kilómetros más alejada de Adrián, además de que prometió venir seguido, pero... con cada semestre que avanza su universidad se pondrá más pesada y no tendremos tiempo para nosotros.

Miranda tenía una pregunta atascada en la garganta desde hacía días, lo sabía, pero no me la hacía por temor a que me volviese loca.

Con mi mente un tanto más despejada podía ver que en realidad sí estaba mal, pero no lo admitiría cuando seguía teniendo ataques de ansiedad por Adrián al pensarlo herido, o por no tenerlo a mi lado. Aprendí a tener esos ataques en secreto, para no preocupar a nadie a mi alrededor y para no tratar a nadie mal durante los instantes psicóticos. Solo Adrián lo sabía, porque, para calmarme, debía llamarlo y asegurarme de que se encontraba sano. Cuando no me contestaba era que entraba en un trance difícil difuminar de nuevo con la realidad y ahí es cuando se daban cuenta, porque debían sostenerme para no salir corriendo donde Adrián.

Y justo la pregunta que creía que Miranda tenía para mí era esa: ¿Adrián sí estaba cumpliendo con su palabra de alejarse de la manada por mi bien?

La respuesta era sí.

—Mindy, sé que estás dudando de Adrián, pero sí ha cumplido con su palabra —susurré y ella siguió acariciando mi cabeza.

—He estado en tres de tus ataques por él, Bel, permíteme dudarlo. —Suspiré de nuevo y me senté bien para mirarla.

—En dos meses solo ha salido a llamados nueve de ellas, cuando antes salía casi que cada día. Y la tensión entre las manadas no se acaba y sabes que todavía los vampiros siguen revoltosos, así que esas nueve veces son pocas para él. Y de esas nueva ha llegado lastimado unas siete. Está haciendo lo que puede, ahora lo que le quita más tiempo es la universidad.

—Pero está también en vacaciones por ahora, entonces ¿por qué no está aquí contigo?

—Porque tiene una reunión con todo el consejo, Mindy, ya te lo había dicho. Vendrá cuando termine para ayudarme a organizar la habitación... ¿Y Kyle dónde está?

Fue su turno de suspirar.

—Con su familia, también vendrá más tarde... creo que nos debimos conseguir a chicos más atentos con nosotras, unos que no nos hubieran dejado cargar las cajas. Siento que los brazos se me van a caer.

Luna creciente (Precuela Cantos a la Luna)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora