CAPÍTULO 60| Belén

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Había tomado un nuevo hobby: echarme cremas corporales para mantener mi piel bonita durante y luego el embarazo. Disfruté de ello durante varios minutos mientras Adrián se encargaba de poner la mesa para recibir a nuestra familia en el apartamento para darles la noticia que guardamos por alrededor de un mes.

Me miré en el espejo poniéndome de lado. Mi vientre se notaba mucho si me veía así, desnuda, o con ropa más pegada al cuerpo. Mis senos ya estaban molestando y sentía que se estaban hinchando, así que debía ir de compras, pero lo que más me gustaba, sin duda, era esa protuberancia que eran mis hijos.

Mis ojos se llenaron de lágrimas al verme y recordar el ultrasonido, esas dos manchas negras que se veían en la imagen.

Me acaricié el vientre, deseando que el tiempo pasara pronto y sentirlos moverse dentro de mí. A pesar de todo, estaba disfrutando mi embarazo mucho y aunque apenas llevase poco tiempo. Adrián todavía se veía algo perdido y frío con el tema, pero también notaba que le gustaba acariciar mi vientre, sentirlo y verlo. Era bonito su cuidado a mi barriga apenas comenzando a crecer.

—Espero que ustedes dos se porten bien cuando nazcan, porque sus padres son primerizos y sufrirán mucho si no se portan bien.

Tomé otra de las cremas y la apliqué con prisa. Ya había tomado mucho tiempo, debía vestirme y salir antes de que llegaran las visitas.

Me peiné con una coleta y me vestí con un overol de mezclilla, una camiseta algo holgada y unas alpargatas.

Mi esposo terminaba de poner la última olla en la mesa decorada bonita. Había hecho un trabajo increíble con la decoración, debía admitirlo.

Por el rabillo del ojo ubiqué el sobre que contenía las ecografías. Estaba muy nerviosa, más que todo por mi padre. Era muy posible que todos, menos mi madre, se diesen cuenta enseguida por e cambio en mi olor. Era curioso que Adrián siempre lo llevase consigo porque... bueno, dormía conmigo, pero nadie le había mencionado algo. Sin embargo, yo era la fuente principal, además de que había engordado, ya mis mejillas no se veían tan definidas por los kilos de más y mi cabello, que de por sí crecía rápido, de nuevo estaba rozando mi cintura. Existían muchas señales que indicaban lo que estaba sucediendo.

Me sorprendí cuando mi cintura fue tomada por unas manos grandes que conocía muy bien. Adrián me pegó a su pecho luego de alzarme para besarme. Me sorprendí, pero de inmediato me metí al momento que sus labios me brindaron.

—Te amo —susurró, después me regaló otro beso corto y rápido porque el timbre avisó que ya habían llegado nuestras visitas.

Me acomodé la ropa y fui a abrir con Adrián detrás de mí. Por el olor, supe que mis suegros llegaron antes que mis padres.

Les abrí con una sonrisa y me dejé abrazar por ambos. Llevaban, para mi infortunio, una botella de vino con ellos. Yo no podía tomar, había entrado en una dieta estricta que me lo prohibía, así que ese vino se debería acabar entre los demás, sin mí.

Daniel actuó con normalidad, fue Marta quien se quedó mirándome con algo parecido a la sospecha, pero solo sonreí y los invité a pasar.

De nuevo, el timbre sonó, avisándome de la llegada de mis padres. A ellos también los recibí, solo que fui más efusiva con mamá que con papá.

Atrapé la mirada de Adrián, así que corrí hacia él para abrigarme en su costado. Él no demoró en abrazarme por los hombros mientras saludaba a mis padres.

—¿Tendremos que esperar a terminar la cena para saber a qué se debe esta reunión? Cada que nos citan es para darnos una noticia.

Yo sonreí y apreté más la cintura de Adrián, quien solo se rio.

Luna creciente (Precuela Cantos a la Luna)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora