CAPÍTULO 2| Adrián

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No me gustaba esperar. Solo esperaba a una sola persona y de seguro no era a Chelem.

Le di una mirada más a mi reloj. Llevaba cinco minutos de retraso.

Mi padre decía que mi temperamento me ayudaría mucho al momento de cederme la constructora. Me sentía reacio a tomarla, en realidad. Eso solo lo sabía Belén porque nos habíamos desahogado hacía un tiempo atrás. Mi padre es ingeniero, a mí me gusta más la arquitectura y de hecho eso sería lo que estudiaría al salir del instituto, pero de ahí a tomar las riendas de la constructora... me sentía incapaz.

Manada antes que vida, ese el lema que Chelem y yo nos repetíamos casi a diario. Si bien yo no era el líder, debía de estar disponible para todo lo que pudiese suceder, también estar libre en las noches, por si los vampiros se ponían revoltosos, además de que la constructora estaba alzando vuelo de una manera impresionante luego de la construcción de un conjunto residencial que se vendió como pan caliente y permitió la compra de otros terrenos. Le estábamos apostando más a los edificios porque mi padre presentía que serían el futuro. Incluso estaban construyendo uno en la frontera entre las manadas, alto, muy alto.

El auto de mi mejor amigo derrapó al llegar al complejo en el que entrenábamos él y yo, junto a otras familias que no estaban ahí a esa hora porque le tocaba entrenar a las dos familias más importantes.

—¿Te perdiste en los pantis de Loren? Llevas diez minutos de atraso aun cuando ya había aplazado.

—Se me hizo tarde, no me disculparé porque sé que pasaste el tiempo con Belén y no esperaste demasiado aquí.

—Siempre me repites que la manada es primero. Deberías hacer caso a ese lema y aplicarlo también contigo.

—Es solo un entrenamiento, relájate. Loren necesitaba que la acompañara a una parte, se nos hizo tarde, eso es todo.

—¿Acompañarla a su cama? —me burlé, quitándome el suéter y el jersey. No necesitaba mi ropa de entrenamiento, ese iba a ser uno sencillo. Se rio, haciéndosele imposible ocultar la verdad de mí.

—Entre otras cosas... No me pongas celoso, pronto tu compañera llegará para decirte que la acompañes a su cama.

Negué, preparándome para recibirlo. Sería una pelea cuerpo a cuerpo, sin armas escondidas.

—No quiero encontrarla —dije, de nuevo. Chelem era la única persona que sabía que en realidad temía el momento en el que mi compañera llegase a mi vida. No quería darle toda mi atención a una desconocida cuando ya tenía a alguien que ocupaba mi corazón.

Al recordarla, no pude evitar recordar el beso de hacía minutos atrás. Belén no era tímida, sí introvertida, pero no tímida.

—¡Ah, mierda! —Chelem se rio, mirándome desde arriba.

—Entrenamiento antes que Belén, Adrián, lo sabes. Sácala de tu cabeza si no quieres que te patee el trasero.

Aproveché que estaba tendido en el suelo para intentar hacer una maniobra contra él, pero fue lo suficiente rápido como para evitarme mientras me ponía en pie y en posición de ataque.

—De verdad, Adrián, sácala de tu mente. Su rango no ayudará en nada a la manada.

—Pero sí sus medicinas. No tengo esperanza de que sea Belén mi compañera, aunque... no sé, he pensado muchas veces en rechazar a la mía, pero nada me asegura que me enlazaré a ella. Quizá alejarme de ella sí sea lo mejor, porque en el último tiempo me he estado comportando como un idiota con ella, debería concentrarme en mis exámenes de admisión a la universidad.

—No tienes que presentar tus exámenes, tú padre ya tiene todo arreglado para ti, maldito suertudo.

Reí, esquivando uno de sus golpes.

Luna creciente (Precuela Cantos a la Luna)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora