CAPÍTULO 6| Adrián

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Las miradas que recibí a la mañana eran de confusión y miedo. La ira se construía a cada paso que daba buscando a la castaña.

La vi a lo lejos en compañía de Francisco. Apreté los dientes aún más cuando me notó e intentó huir.

Le cerré el paso, para la sorpresa de Francisco.

—¿Quién le hizo eso a Belén, Miranda? —Ella era quizá la única persona que me podía decir con exactitud qué había pasado.

La chica frente a mí se encogió, haciéndose más pequeña como si eso fuese posible, pero incluso seguía siendo más alta ella que Belén por unos cuantos centímetros.

—¿Qué pasó con Belén? —Preferí ignorar a Francisco ante su estúpida pregunta.

¿Así es como se preocupaba por ella que ni siquiera notó que no estaba al lado de su mejor amiga?

—Miranda... —presioné hasta que por fin soltó un quejido. No alzó su cabeza para mirarme al hablar.

—No puedo decírtelo, se lo prometí.

¡Mierda!

—¿Qué tipo de promesa? —En ese instante sí me miró con obviedad.

Restregué mis ojos y rostro, frustrado.

—Francis déjanos solos —pidió su amiga antes de tomarme del brazo e intentar halarme hacia un lugar más apartado. La dejé hacer solo porque necesitaba información.

Había pasado por la casa de mi mejor amiga solo para tomarme con que había amanecido con sus ojos entrecerrados por la hinchazón de su nariz, enormes círculos verdes adornando sus hermosos ojos por culpa de alguien a quien malditamente quería cubrir. ¿Por qué? ¿Acaso sospechaba que quien se lo hizo era su compañero?

Me enervaba y aumentaba los celos dentro de mí el solo pensar en que Belén tuviese una segunda opción que quisiera como compañero.

Llegamos a un lugar más apartado. Miró hacia todos los lados antes de mirarme.

—¿A quién sientes cerca? —Fruncí el ceño, pero no dije nada antes de distinguir los olores. Luego negué.

—Nadie conocido para ti.

—¿Y para ti?

—¿Me estás diciendo que quien le hizo eso a Belén es alguien que conozco? —contra pregunté. Soltó un resoplido.

—Por favor, dime si hay alguien que conoces.

—A casi todo el mundo que estudia aquí lo conozco, Miranda, pero no hay nadie cercano.

Se relajó.

—No puedo decirte quién atacó a Belén, se lo prometí y quién sabe qué me pasa si rompo la promesa.

—¿Bajo cuáles condiciones? —Se vio insegura de contestar. Gruñí, mesando mi cabello—. No me digas que no pusieron condiciones a su promesa.

Las promesas con magia. Por lo general la palabra entre licántropos era sagrada, siempre protegida bajo la magia, aunque no se hiciera un pacto, por lo que solía convertirse como un contrato, con sus cláusulas que permitiesen romperla. Pocas veces un licántropo, aunque fuese uno de bajo rango como Miranda, rompía una porque si lo hacía la magia te castigaría además de romper con la confianza que te hubiese dado la otra persona.

—Solo te puedo decir si ella está gravemente herida.

—¡Ya lo está! ¡Estuvo en el hospital ayer por una nariz rota, Miranda!

—Una nariz rota no pone en peligro su vida.

—¿Qué más le prometiste? ¿Puedes decirme otras cosas? ¿Desde cuándo pasa esto?

Luna creciente (Precuela Cantos a la Luna)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora