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XIO MORT-SHIRO

ITALIA / FLORENCIA

Mi padre siempre me enseño que, para sobresalir, hay que buscar el diamante más brillante; porque uno nunca vive sin un impulso.

Claramente lo he encontrado y con ello estoy donde estoy, sacudo mi cabello mientras me miro en el espejo, de los hilos blancos caen pequeñas gotas que terminan aterrizando en la toalla colgada en mi cuello.

Agarro el buzo vino tinto de la silla para pasarlo por mi cabeza y bajar la tela por mi torso, guardo unos papeles en mi bolsillo trasero del jean negro con rotos en la rodilla.

Sin ponerme medias o zapatos salgo de la habitación, dejando que la planta de mis pies saboree el frio de la baldosa café, bajando las escaleras logro ver como una persona de melena entre roja y naranja entra.

-Emily –digo pasando el ultimo escalón

Ella me ve y sonrie, sus ojos cafés le dan un toque tierno, pero si miras más allá, una capa cubre la maldad de este ser.

-Has corrido una mataron acaso –pregunto observando su aspecto –Porque estas tan agitada.

-No hay nada, solo que tengo prisa.

Notando su mentira, intento generar otra pregunta para que suelte la verdad, pero un grito desde afuera la hace girar rápidamente a la puerta; por esta ingresa ahora Faddei, que tiene la ropa mojada y está goteando por todo el suelo.

- ¡Johanna! –enfurecido intenta acercarse a la mencionada

Ella rápidamente se pone detrás mio, la miro sobre el hombre y se lo que me pide con esa mirada de infanta.

-Ocúpate de tus rollos Emily –digo alejándome

Como de un toro enojado, Faddei se le lanza, pero ella alcanzando a esquivarlo corriendo escaleras arriba mientras me grita que soy un insensible, me encojo de hombros dejando a esos dos con sus vainas.

Entro a la cocina donde un cálido aroma llena mis fosas nasales, me siento en la isla de la cocina observando como su cuerpo se mueve sin prisa y comodidad.

Alhea maniobra dos sartenes a la vez, hay platos con panqueques, fruta, arepas y huevos. No se atreve a mirarme aun sabiendo que estoy aquí, sin problema alguno examino su atuendo; una falda de cuero y una blusa blanca.

-No me desearas buenos días –hablo

-Debería.

-Vamos pocoya, no es mi culpa que tu pez se halla muerto.

Se voltea y rápidamente la tengo frente mio con una espátula en mi cuello, su mirada me reta a provocarla.

-Tu votaste la pecera cavernícola.

Sonrie –Me estas amenazando con una espátula o que.

Hace presión del objeto en mi piel, empieza a picar esta zona por lo caliente que está, pero no me muevo.

-Podría hacer mil cosas con un simple palillo de plástico –habla

Piensa continuar hablando, pero la detengo posando mis manos en su cabello largo, esta esponjoso y atado en una cola facilitándome la tarea de atraparlo entre mis manos.

-Se lo bueno que eres haciendo cosas, créeme pocoya –hago que mande su cabeza para atrás y yo me acerco más a su rosto

-Eres un maldito enfermo.

-Mira quien lo dice, me darás buenos días o que.

Ella rueda los ojos –Buenos días bastardo de mierda asesino de peces inofensivos.

PASIÓN [ En Proceso ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora