Perfectos

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Unos débiles quejidos se escuchaban a lo lejos. Salirse de su ruta de búsqueda no estaba en sus planes, pero el llanto del animal se oía realmente desesperado.

Se acercó sigilosamente para no asustar al otro lobo. Una imagen conmovedora lo esperaba. El lobo de pelaje cobrizo lloriqueaba débilmente recostado en el suelo, viéndose muy vulnerable, sin contar también su tamaño, pues era tan pequeño como el lobo de su hermana mayor.

El animal levantó la mirada cuando le vio acercarse, pero luego cerró sus ojos, quejándose bajito. Entonces se percató que tenía su pata trasera realmente lastimada, y su costado también. Entró en pánico al verlo así.

Se acercó un poco más, con pasos muy lentos para no asustarlo, pero el lobo estaba tan débil que no le importó en lo absoluto.

Olfateó al lobo cobrizo mientras inspeccionaba las heridas más de cerca. Levantó la cabeza sorprendido. Era él.

Lamió la herida en su costado para quitar la sangre y ver qué tan profunda era, y no se inmutó cuando el lobo rojizo le gruñó.

"Estoy tratando de ayudarte" dijo antes de limpiar la herida en su pata.

"Eres el gigante de la plaza...Te estaba buscando" dijo con voz adolorida.

Shoji quedó impresionado por sus palabras. Terminó de limpiar las heridas del otro y se recostó a su lado para darle algo de calor.

"Un jabalí me atacó pensando que le iba a hacer daño. Escapé a duras penas de él" dijo apoyando su cabeza entre sus patas.

El lobo gris se dedicó a lamer y mimar a Kotaro para hacerlo sentir bien. Sólo los que habitaban el territorio Shiba estaban al tanto que los jabalíes de ese bosque eran sumamente agresivos y que no era buena idea cruzarse en su camino. Le hubiera gustado haber podido advertirle o evitar que lo lastimaran.

"No eres alguien de muchas palabras" dijo aún con los ojos cerrados, quejándose cuando sin querer movió su pata lastimada.

Shoji apoyó su cabeza sobre la del otro y resopló por la nariz. Kotaro entendió  que era su manera de contenerlo.

Estuvieron así hasta que el omega se sintió mejor. Entre tanto, Kotaro le contó mil historias de su infancia y de cómo siempre salía lastimado de alguna u otra manera.

"Lamento mucho si hablo mucho" dijo avergonzado al percatarse que en todo ese rato no había dejado de parlotear.

"Continúa. Me gusta escucharte" dijo Shoji

Kotaro rió feliz. Resopló por su nariz en un suspiro. Se sentía tan cómodo en compañía de ese alfa.

"Por cierto, no me has dicho tu nombre" dijo observando un camino de hormigas cercanas a ellos.

"Shoji Shiba" dijo levantándose.

"Yo soy Kotaro...Haitani" observó cómo el lobo se detenía de golpe a su lado. Una reacción normal.

El apellido Haitani gozaba de mala fama a causa de los problemas que los gemelos habían causado a lo largo de los años debido a sus travesuras. La mayoría de las manadas habían entrado en conflicto con ellos. A Ran le costó mucho trabajo controlar al par de hermanos y con ésto hacer que los roces entre las demás manadas disminuyeran. Sin embargo, había quedado la mala imagen asociado al apellido, y todos evitaban verse involucrados con los miembros de la manada Haitani.

El lobo gris lamió la cara del otro, antes de revisar sus heridas nuevamente. Al parecer no le importaba en lo más mínimo que se tratara de un Haitani.

"¿Duele todavía?" preguntó viendo que las heridas no habían sangrado desde que las había limpiado.

"No tanto" respondió a duras penas.

El lobo rojizo sin querer tomó su forma humana, sorprendiendo a Shoji. El chico contenía las lágrimas, haciendo unos adorables pucheros. El alfa a su rostro para lamer su mejilla, acción que provocó que Kotaro comenzara a llorar.

Shoji entró en pánico ¿Tanto le dolía? Se supone que sus heridas curan rápido, y el dolor disminuye con su saliva.

-Pensé...que...me rechazarías...por ser un Haitani -lloraba ocultado el rostro en sus antebrazos.

Un par de grandes manos sujetó el rostro del chico ojivioleta. Su llanto se detuvo por la sorpresa.

-Eres mi destinado, no te rechazaría por una pequeñez como esa -dijo con una sonrisa cálida -Tu apellido no te define... Yo soy un Shiba, y no me ves por ahí peleando con el que se me cruce por el camino como lo hace mi tío o mi hermana.

Kotaro abrió su boca impresionado. Shoji había dicho más de cinco palabras seguidas. Pero más importante que eso, el sujeto realmente era enorme en comparación suya, en muchos sentidos. Su mirada inconscientemente bajó hasta la entrepierna de Shoji y sintió terror.

-¡Eso me va a partir en dos! -dijo sin querer, llevando sus manos rápidamente a su boca.

Shoji dejó escapar una carcajada mientras terminaba de secar el rostro del omega y luego acariciaba su cabeza.

-¡Lo siento! ¡No quise decir eso! -se disculpó rápidamente, sintiéndose avergonzado -Pero...ni siquiera está despierto -musitó poniéndose rojo.

El alfa se sintió tan avergonzado que decidió regresar a su forma lupina. Kotaro se volvió a disculpar por haberlo hecho sentir incómodo.

En un momento los dos estaban en completo silencio, cada uno sumido en su propia vergüenza.

-Dijiste que somos destinados... Estoy seguro que en la aldea sentí tu aroma, pero en todo este tiempo que hemos estado juntos, no he percibido tus feromonas... ¿Por qué? -preguntó el omega abrazado a sus rodillas.

"Papá dice que es de mala educación dejar salir mis feromonas delante de un omega sin que lo pida" dijo recostándose a un lado de Kotaro luego de relajar su tensa postura.

-¿Y qué sucedió en la aldea? -preguntó jugando con una de las orejas del gran lobo.

"Bajé la guardia por tus feromonas" dijo acariciándose contra la pierna no lastimada del omega.

Kotaro rió bajito. Se sentía bien saber que podía alterar con algo tan mínimo a un alfa tan recatado como Shoji. Sólo para probar sus límites liberó un poco de sus feromonas, riendo al ver cómo el alfa se inquietaba en su lugar.

"No quiero hacer algo que realmente no deseas..." se quejaba cubriendo su nariz con ambas patas.

El omega se disculpó repetidas veces mientras abanicaba el aire con sus manos. Su broma no había sido la mejor.

Un fuerte aroma invadió sus fosas nasales. Ahí estaban las feromonas con aroma a bosque de pinos que tanto le gustaban.

-Oye... Recuerda lo que dijo tu padre -decía nervioso cubriendo su propia nariz con los dedos de su mano.

Shoji asentía tratando de controlarse. Debía ser educado con su compañero. Se repitió eso mil veces hasta que por fin pudo tener todo bajo control nuevamente.

Kotaro sonrió feliz de ver que su compañero de vida era todo lo que alguna vez había soñado.

Lo Salvaje en la Sangre [Tokyo Revengers] [Omegaverse]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora