Extra (parte 3)

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La enemistad entre Kazuya y Kazutora era de conocimiento público para las manadas a las que pertenecían cada uno. Y es que todo comenzó el día en que el beta conoció a los pequeños cachorros de Yuki. El alfa se percató de la expresión de profunda tristeza de Kazutora cuando vio a los gemelos en los brazos de ambos y cayó en cuenta de que podría estar enamorado del omega. A partir de ese día, Kazuya se encargó de recordarle de manera indirecta que el beta no tenía oportunidad alguna con Yuki, en especial cuando se enteró que el omega esperaba otro cachorro.

-¿Estás seguro? -preguntó Keisuke cruzado de brazos apoyando su peso en el marco de la puerta.

-Sí... Sabes mejor que nadie que este estilo de vida siempre me gustó -dijo tomando cerrando su morral y llevándolo a su hombro -No sé cómo aguanté tantos años establecido en un solo lugar.

Keisuke rió estrechándole la mano y deseándole suerte en lo que sería un largo viaje para su amigo. Kazutora estaba listo para partir, pero había algo que debía de hacer antes de irse.

-Baji, yo...quiero que me prometas que no le dirá a nadie sobre mis planes... No siquiera a Chifuyu -dijo dándole la espalda.

El alfa le dió su palabra de no abrir la boca. Kazutora sonrió girando levemente su cabeza. Se despidió una vez más antes de comenzar su camino. Atrás dejaba lo que consideró un hogar y todo el dolor y tristeza que sentía.



Yuki caminaba lento, pasando su dedo por la polvorienta mesa. Dejó escapar un suspiro de tristeza.

-¿Mami? -preguntó uno de los gemelos sujetando su mano -¿De quién es esta casa?

El omega desordenó el cabello del cachorro, viendo cómo el hermano gemelo de éste recorría la sala con curiosidad.

-Es...de un viejo amigo... -dijo nostálgico.

-¿Kazutora? -preguntó uno de los niños -Yuki rió suave. No esperaba que los gemelos recordaran algo sobre el hombre cuando la última vez que lo vieron fue hace cuatro años atrás.

Yuki se dejó caer en uno de los sofás y junto con los gemelos terminaron estornudando y tosiendo por la gran nube de polvo que se levantó. Quería llorar, pero no podía darse ese lujo, no delante de sus cachorros. Los pequeños, sin embargo, eran muy perceptivos, así que cuando notaron la expresión de tristeza del omega, lo abrazaron.

-No estés triste, mami -dijo uno de ellos dándole palmaditas en la cabeza -Nos gusta mucho nuestra nueva casa, aunque huela feo y esté oscura.

El mayor hizo un gran puchero. Se sentía tan mal y culpable por lo ocurrido. Su lazo con Kazuya estaba roto después de intentar muchas veces concebir un nuevo cachorro, luego de perder al que esperaba en su segundo embarazo. La pareja trató de mantener estable su relación tanto como pudieron, pero poner fin al lazo que los unía fue lo mejor para ambos. Desde que eso sucedió, había transcurrido un año, en dónde Yuki aún esperanzado en recobrar su unión con el alfa permaneció en su hogar, hasta que el destino le jugó una horrible pasada. Kazuya le pidió perdón incontables veces mientras le comentaba el haber encontrado un nuevo compañero. Yuki no parecía comprenderlo, pues se suponía que eran destinados, pero al parecer eso se había terminado junto con su lazo. Los gemelos por decisión propia acompañaron a su madre de regreso a su territorio. Kazuya intentó impedírselo, pues no deseaba perder a ninguno de los tres, pues a pesar de que el destino le pusiera un nuevo compañero en su camino, seguía amando profundamente al omega.

"Tenemos derecho a ser felices... Y si me quedo aquí, ninguno de los dos lo será" le había dicho antes de partir.

De camino a su hogar pensó en la única persona, a parte de sus padres, que le podría ayudar con el mal momento que estaba viviendo. Ir a casa de sus progenitores en el estado que se encontraba era una pésima idea pues Keisuke podría ir tras Kazuya, y no deseaba aquello.






Se había quedado dormido en el sofá con los gemelos acurrucados sobre él en su forma lupina, cuando sintió unas manitos tocar su rostro. Al abrir sus ojos se encontró con un niño pequeño, tal vez de unos dos años, jugando con su cara.

-¿Qué es esto? -preguntó asustado.

-Eso debería preguntar yo -dijo Kazutora sentando en el sofá a un costado del suyo.

El niño sonrió tiernamente antes de correr con torpeza hacia el beta. Yuki acomodó a los gemelos para que continuaran durmiendo tranquilos. Pestañeó un par de veces más, e incluso se pellizcó para asegurarse que no estaba soñando.

-No estás viendo un fantasma -dijo el hombre sentando al niño en su pierna.

-¡Lo siento! -dijo poniéndose de pie y dándole una pequeña reverencia -No quiero causarte problemas con tu pareja... Sólo quería...un lugar donde pasar la noche antes de re...regresar a casa -dijo con la voz quebrada.

Kazutora inclinó su cabeza confundido. El cachorro en su regazo se puso algo inquieto por lo que optó bajarlo. El niño corrió hacia Yuki y se abrazó a una de sus piernas.

-Es un pequeño adorable -dijo tomando al niño -Me alegra tanto que hayas podido convertirte en padre.

El hombre rascó su nuca avergonzado mientras le agradecía. Yuki sonrió levemente mientras el cachorro apretaba sus mejillas y balbuceaba algunas palabras.

-Tienes la casa muy descuidada -dijo de pronto -Un cachorro no puede vivir en un lugar tan sucio -regañó.

-Recién llegué de mi viaje... Coincidimos al parecer -dijo levantando una ceja, aguantando una sonrisa -Supongo que el idiota está en alguna habitación durmiendo... Espero que no sea la mía porque te juro que lo mato.

Yuki agachó la mirada sintiendo que un nudo se formaba en su garganta. Kazutora no tuvo que preguntar nada, sólo se limitó a decir "oh".

El beta tomó al niño de los brazos de Yuki para dejarlo entre los gemelos, quienes se acurrucaron dormidos alrededor de él. Abrazó al omega fuertemente, sabiendo que aquello era lo que más necesitaba en ese momento.

-Bienvenido a tu nuevo hogar, pelusa -susurró acariciando el cabello de su nuca, mientras su hombro se humedecía por las lágrimas del amargo llanto del otro.

Lo Salvaje en la Sangre [Tokyo Revengers] [Omegaverse]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora