Escape

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Keisuke estaba furioso. Ya era la tercera vez que recorría las calles de la aldea buscando a su hijo mayor. Pero era como si se lo hubiera tragado la tierra. Intentó encontrar algún rastro de él o de su compañero, pero nada.

-Dales privacidad -dijo Chifuyu tras de él con una expresión de molestia.

-No le permití entrar al bosque para que no quedara a solas con ese idiota... Suficiente tengo con aceptar que es su destinado -dijo apretando los dientes.

Chifuyu le abrazó por la espalda, riendo para sus adentros. Keisuke siempre había sido muy sobreprotector con su hijo mayor. Y entendía en cierto punto su frustración.

Sólo esperaba que Yuki escuchara sus consejos sobre ser cuidadoso.






-Me siento como un ladrón... Robándole un valioso tesoro a un rey -dijo Kazuya cargando en su espalda a Yuki, quien movía sus piernas de manera infantil.

-Papá debe estar furioso -dijo el omega pensativo -Ahora si debe odiarte por completo.

El mayor suspiró con preocupación. Era bien sabido que después de Taiju, el líder más feroz era Keisuke Baji, y tenerlo de enemigo era mala idea.

-Me gustaría que cambiara la imagen que tiene sobre ti -murmuró acomodándose para poder dejar un beso en la mejilla del alfa -Eres una persona muy dulce.

Kazuya reacomodó el peso del omega en su espalda mientras seguían alejándose de la aldea con destino a un escondite que había encontrado en su travesía con su familia.

Yuki le preguntó varias veces si era muy pesado para él después de cargarlo varios kilómetros, a lo que el alfa pacientemente le respondía con un simple "no".

-¿Falta mucho? -preguntó asomándose para mirar el camino hacia delante.

-No -respondió de manera breve -¿Cómo están tus costillas?

-Me recupero rápido, sólo fue un golpe... Te lo he dicho muchas veces -dijo moviendo sus piernas para hacer perder el equilibrio al alfa. Estaba cansando de responder la misma pregunta una y otra vez.

Kazuya continúo como si nada.

Yuki se había dormido y despertó cuando escuchó al alfa hablarle con insistencia. Bajó de su espalda con cuidado y rió cuando perdió el equilibrio siendo atrapado por el otro. Frente a él, una especie de refugio escondido tras unas grandes y frondosas ramas de árboles.

-Seguramente lo ocupan en época de cacerías de venados -dijo Kazuya moviendo las ramas para dejar pasar al omega.

Ambos dieron un salto por el susto que les dió un par de conejos que huyeron de la cueva a toda velocidad.

Yuki le ayudó a cerrar la entrada para evitar que fueran vistos desde fuera. El omega rió coqueto cuando Kazuya se le pegó por la espalda, respirándole en el cuello y dejando un par de marquitas en el lugar.

-¿Estuviste conteniéndote todo el trayecto? -preguntó caminando torpe hacia el final de la cueva.

-Estuviste liberando tus feromonas a propósito... Casi me volví loco en un par de oportunidades -dijo con voz ronca, sujetándolo de las caderas, moviendo las suyas para que sintiera su despierta entrepierna.

-Pensé que se te había atrofiado la nariz -susurró tragando saliva nervioso.

El alfa lamió su cuello y nuca, dejando otro par de marcas de besos en el sitio.
Inhaló gustoso las feromonas que el omega había comenzado a liberar otra vez. Esa rica fragancia a pastel de limón lo volvía loco.

Yuki gimió cuando una mano se aventuró debajo de su camiseta holgada y pellizcó uno de sus pezones. Kazuya sonrió ladino al percatarse de cómo las piernas del omega temblaban.

-Me recuerda a nuestra primera vez... ¿Esta vez me dejarás marcarte? -preguntó levantando la camiseta de Yuki para que la sujetara con su boca.

El chico más bajo asintió gimiendo despacio por los toques en su sensible piel por parte de Kazuya.

La pareja ya habían tenido un par de encuentros sexuales, siendo su primera vez la ocasión en que descubrieron ser compañeros de vida,  cuando Yuki había escapado de casa luego de discutir con su padre, y se encontró con Kazuya explorando su territorio. Fue realmente vergonzoso cuando el hermano gemelo del alfa los encontró en mitad del acto.

Kazuya le ayudó a desnudarse, con tanta desesperación que casi rasga sus prendas. Las feromonas del omega lo estaban enloqueciendo.

-Sé...cuidadoso -susurró con tono lascivo cerca del oido del alfa, haciendo todos sus esfuerzos para mantenerse en la punta de sus pies.

Kazuya lo levantó para que rodeara su cintura con las piernas. Con sus dedos tanteó la entrada del omega, y sintió como la boca se le hacía agua. Estaba tan mojado, incluso si ponía atención podía escuchar como goteaba hasta el suelo.

-¿Estás tan caliente que tu celo se adelantó? -preguntó metiendo sus dedos en el interior de Yuki.

El delgado y pequeño chico arqueó su espalda cuando aquellos largos dedos tocaron esa zona sensible en su interior. Dejó escapar unos ruidoso gemidos debido al roce que el alfa generaba con sus dígitos en su entrada.

-Por favor... Te quiero dentro -rogaba abrazado al cuello de Kazuya, bajando sus caderas para rozar contra su piel la punta del miembro del otro, y también generar un roce placentero en el suyo.

-Tan impaciente como siempre -dijo sujetándolo con su brazo para levantarlo lo suficiente para acomodar su glande contra el agujero del menor.

Le ayudó a bajar lentamente por todo el largo de su miembro, siseando por la sensación de calor y estrechez alrededor de su polla.

Yuki se abrazaba fuerte al cuello del alfa mientras gemía en voz alta su nombre con desesperación. Era la primera vez que follaba con su compañero estando en su celo, y se sentía maravilloso, aunque el calor fuera agobiante.

Kazuya bajó al chico pelinegro y le dió la vuelta para introducirse en él. Tomó una de sus piernas y la elevó para penetrarlo con más profundidad.

El omega se corrió luego de rogar que se detuviera, pues la oleada de placer que sentía era tan intensa que tuvo miedo por la nueva sensación. El alfa disminuyó la velocidad con que lo embestía, pero no se detuvo.

Las piernas de Yuki comenzaron a temblar incontrolables, y agradeció que Kazuya lo sujetara desde las caderas cuando la fuerza en sus miembros inferiores falló.

-Aguanta...un poco más -decía con voz ronca, apretando sus dedos contra la blanca piel de su compañero.

Yuki se corrió una segunda vez entre grito cuando las embestidas continuaron dando firme contra su próstata. Y de pronto lo sintió. Algo cálido llenando su interior. Gritó de dolor cuando los colmillos del alfa se clavaron en su nuca sin previo aviso.

-Se... está haciendo... más grande -dijo a duras penas, con una voz desgarrada y cansada de tantos gemidos.

Kazuya aún no liberaba la mordida de su cuello cuando intentó salir de su interior, pero no pudo. Había anudado a su compañero.

-Lo siento...mucho, cariño -decía aún intentando salir de su interior, sin conseguirlo.

-Tranquilo...no duele ta..tanto -decía mirando hacía atrás.

Kazuya se sintió terriblemente culpable al ver lágrimas caer desde esos hermosos y brillantes ojos cian. Lentamente fue bajando hasta quedar recostado en el suelo. Le pidió al omega que con mucho cuidado se girara. Yuki obedeció y de aquella manera se recostó sobre el pecho del alfa.

-Perdóname -susurró acariciando los cabellos oscuros del otro.

-¿Por qué te disculpas? Fue increíble -dijo llevando la mano a su nuca -Ahora somos oficialmente compañeros de vida.

Kazuya abrazó con mayor fuerza al omega. Era tan adorable, que sentía que no lo merecía.

-Siento que ha salido mucho de tu cosa -susurró contra su pecho.

Kazuya cubrió su rostro con el antebrazo por la vergüenza.

Lo Salvaje en la Sangre [Tokyo Revengers] [Omegaverse]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora