Inui golpeó la mesa con ambas manos, completamente furioso. Era la primera vez en años que se demostraba así delante de su familia. Su peor pesadilla se había hecho realidad.
-¡NO! -volvió a golpear la mesa, esta vez incluyo llegando a cortarse con el cuchillo con el trozaba la carne que estaba comiendo -¡Maldición, no!
Kokonoi tampoco tenía una buena expresión en su rostro. Estaba tal vez más furioso que su compañero, pero trataba de mantenerse a raya, pues dos personas furiosas dentro de una misma habitación sólo provocaría caos.
-¡¿Ya me dirás que es una broma?! -gruñó dándole la espalda a la mesa donde minutos antes compartían una agradable cena.
Kokonoi dirigió su mirada a su avergonzado hijo mayor, quién mantenía su cabeza gacha, sintiendo la incomodidad en su garganta debido al nudo que se formó en ella. Trató de hablar, pero las palabras no salían de su boca, pues las ganas de llorar incrementaban.
-¿Por qué bromearía con algo así? Seishu... Ve afuera, patea lo que se te de la gana y regresa cuando estés más calmado -dijo el pelinegro con los dedos en su frente. Su cabeza había comenzado a doler por todo el drama que se había generado.
-¡Bien! -gruñó una vez más, mientras lanzaba violentamente la servilleta, con la que limpiaba la sangre en su mano, contra la mesa.
El comedor quedó en silencio. Kokonoi vio como su hijo mayor luchaba contra las ganas de estallar en llanto. En un suspiro, se levantó, mientras le indicaba a su otro cachorro que fuera a su cuarto hasta que le avisara que podía regresar.
-¿Estás realmente seguro? -preguntó sujetando al chico de los hombros. Aquellos ojos tan particulares de su hijo se posaron sobre los suyos. Era verdad -Yuta...
-Yo no quiero esto -susurró con un hilo de voz.
Koko acunó la cabeza del chico en su pecho, estrechándolo en un cálido abrazo. Le dolía tanto ver a su hijo en una situación tan complicada como aquella.
-¿Desde cuando escuchas su voz? -preguntó acariciando el cabello rebelde de Yuta.
-Hace un año... creo... -dijo soltando sus primeras lágrimas.
-Puede ser quizás que te considere parte de su manada, eres muy cercano a él ¿no? La anciana pudo haberse equivocado, y realmente no es tu compañero destinado -dijo a modo de consuelo.
La puerta de la entrada principal se abrió lentamente. Inui ingresaba a su hogar ya con su rostro inexpresivo de siempre. Yuta y Kokonoi notaron los ensangrentados nudillos del alfa, por lo menos se había desahogado y ahora podrían tener una conversación más calmada.
Inui se sentó frente a su hijo y aclaró su garganta para obtener la completa atención tanto de su compañero como de Yuta.
-Antes que nada, lamento mucho que me vieran reaccionar de esa manera. No fue la correcta, y me disculpo por ello -comentó con voz seria -Yuta... ¿Él está al tanto que eres su compañero? ¿Sospecha algo?
El chico aún se mantenía abrazado a Kokonoi, y pareció pensárselo un buen poco antes de responderle a su padre. Había un posibilidad de que aún no supiera del lazo que los unía, pues seguía recibiendo el mismo trato de siempre, y no veía algún cambio ni siquiera en sus entrenamientos. Entonces cayó en razón. Quizás todo este tiempo lo sabía, pues se dio cuenta que durante las sesiones de entrenamiento que recibían los más jóvenes de la manada, él era al único que realmente no lo usaba como sujeto de práctica.
-¿Crees que puedas soportar rechazar a tu compañero? -preguntó de repente Seishu.
Kokonoi lo miró sorprendido, pero luego saltó de inmediato a la defensa de su hijo. Por nada en el mundo permitiría que su pequeño arriesgara su vida sólo porque su compañero no resultó ser quien esperaban. Era una idea estúpida en muchos sentidos, y sabían perfectamente que Yuta no resistiría a las consecuencias de negarse a aceptar a su destinado.
Yuta quedó con la idea en su cabeza. Sabía que el día de la celebración de la noche de luna llena estaba cerca. Entonces pensó en algo mucho mejor. Si lograba emparejarse con otro alfa antes de que su destinado lo encontrara, podría librarse de él. Con ese pensamiento, pidió disculpas a sus padres para poder retirarse a su habitación, dejándolos en el comedor viendo algunas opciones de cómo ayudar a su hijo con el asunto de su compañero.
Eran cerca de la media noche cuando sintió unos golpecitos en su puerta. Pretendió dormir para no tener que ponerse de pie e ir abrir, pero la insistencia desde el otro lado lo obligó a hacerlo. Con pereza caminó hasta la puerta, y al abrirla se encontró con su hermano menor que le miraba con preocupación.
-Olvidaron avisarme que ya podía regresar por mi comida -dijo entregándole a su hermano mayor una caja de galletas -Vi que tampoco comiste.
-Gracias, Nana -respondió recibiendo las galletas, invitando a su hermanito a su cuarto.
Permanecieron en silencio mientras comían. Escucharon unos golpes en la pared de la habitación que colindaba con la suya.
-Ese par de animales, ni siquiera en momentos como éstos dejan de hacer sus cochinadas -dijo Nana mirando la pared de donde se escuchaban los golpecitos -Hay gente que quiere comer en paz.
Yuta rió trapicándose con la galleta que masticaba. Su hermano menor no tenía pelos en la lengua para decir las cosas, igual que su padre. Y en cierta forma, era divertido oírlo, más cuando mostraba el poco respeto que le tenía a sus progenitores.
-En una semana será la gran celebración... ¿Estás listo para que te dejen el agujero como tunel? -bromeó Nana, provocando que Yuta lo golpeara tan fuerte en el brazo que lo obligó a caer dramáticamente sobre la cama debido al dolor.
-No te deseo mal, pero espero que tu compañero te deje igual -respondió desordenándole el cabello antes de iniciar una guerra que cosquillas.
El momento se vio interrumpido cuando los golpes en la pared fueron más ruidosos y veloces, hasta que se detuvieron.
-¿Has notado que papá ya no dura lo de antes? -comentó Nana haciendo reír a Yuta.
-Está viejo... Sabes que el rendimiento disminuye con los años -argumentó sentándose en el borde de su cama -Aunque tienes razón...
-Siempre la tengo -respondió orgulloso.
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Lo Salvaje en la Sangre [Tokyo Revengers] [Omegaverse]
Ficción GeneralSecuela de "Salvajes por Naturaleza" Nadie dijo que la paternidad sería fácil, pero tampoco les dijeron lo rápido que los cachorros crecen. ACLARACIÓN *Los personajes de Tokyo Revengers no son de mi propiedad. Créditos a su autor* *La historia si es...