Promesa

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Souya miraba nostálgico a su hijo mientras éste preparaba un bolso con lo necesario para los días que se aproximaban.

-No debes preocuparte por mí. Sé cuidar de mi mismo, y sabes que Kazuma y Kazuya estarán allí para ayudarme en caso de que algo salga mal -dijo notando la tristeza en el rostro de Souya.

-Este año serán más los alfas que participen... Ya sabes, por lo de tu abuelo -dijo apoyado en el marco de la puerta, de brazos cruzados.

El chico no pudo evitar que una expresión de tristeza se asomara en su rostro por un segundo. La celebración de la luna llena de hace tres años atrás se había suspendido debido al repentino fallecimiento del Líder Kawata. Si bien el hombre no había mantenido una buena relación con sus hijos, el anciano adoraba a sus nietos, en especial a Kotaro y a Kenji, el hijo menor de Nahoya y Ran, pues el par de omegas habían logrado ganarse un espacio en el endurecido corazón del terrible hombre.

-Tu padre y yo no te estamos obligando a participar... Si lo deseas puedes quedarte en casa, y podríamos hornear las galletas que tanto te gustan -dijo Souya con una pequeña sonrisa.

Kotaro sintió la desesperación en el tono de voz de su progenitor. Se acercó hasta Souya y le abrazó con cariño. El omega mayor estaba aterrado por lo que podría pasarle a su pequeño en el ritual. Un montón de alfas hormonales buscando un omega desprotegido con quién aparearse.

-Estoy agradecido por todo la preocupación que han demostrado por mi -comentó apoyando la frente sobre el hombro de Souya -Pero yo también quiero encontrar a ese alguien especial, y vivir lo que tú vives con papá todos los días.

El pequeño omega desde que entendió el verdadero significado del amor de pareja, había soñado con tener lo que sus padres tenían: una relación de cariño y respeto que muy pocas veces había tenido la oportunidad de presenciar.

Souya muchas veces intentó que su hijo no idealizara a su compañero destinado, pues si no resultaba ser como esperaba, la desilusión sería tan grande que podría romper el lazo con ese alfa.

-Eres terco como tu padre, así que no te sacaré la idea de ir de la cabeza, por lo que te pido que seas muy cuidadoso. No confíes en cualquier alfa, sabes lo idiota que pueden llegar a ser, sólo piensa en tus primos mayores -dijo su progenitor separándose, sujetándole de los hombros.

-Te prometo que tendré mucho cuidado -dijo con esa encantadora sonrisa con la que conseguía todo lo que deseaba.





Rindou, que había llegado de la casa de su hermano luego de ver unos cuantos asuntos relacionado con los nuevos territorios, encontró a Souya dando vueltas por la sala, mordiendo su pulgar con nerviosismo.

-¿Puedo unirme a tu paseo? -preguntó posicionándose a su lado.

-No es gracioso -musitó desviando la mirada, deteniéndose en medio de la sala -No pude convencerlo de quedarse en casa.

El alfa rió abrazando a su compañero, acariciando su cabellera para calmar sus nervios, pues sus feromonas estaban siendo más intensas.

-Cariño, todo saldrá bien. Kotaro será un chico muy dulce la mayor parte del tiempo, pero también tiene su carácter... Recuerda que es el único que ha podido mantener a raya a los gemelos endemoniados, otros alfas serán pan comido para él -decía jugando con las hebras del cabello rebelde de su compañero.

Souya asintió con su cabeza. Rindou tenía razón.

-Ve a tomar un baño de agua caliente. Estás muy tenso. Yo prepararé la cena -susurró dándole un beso corto en los labios.

El omega asintió yendo en dirección al cuarto de baño, no sin antes robarle otro beso a Rindou.





El día de iniciar la travesía hacia el territorio de la manada encargada de realizar al ceremonia había llegado. Souya y Rindou caminaba tras su decidido hijo. Por lo menos sería 2 días de viaje hasta llegar a las tierras de la manada Shiba.

-Sé que estás ansioso, pero debes descansar -dijo Rindou tendiendo una manta sobre el lobo gris de Souya, quien ya se encontraba echado en el suelo.

-Lo siento, papá -dijo mientras se quitaba sus prendas para adoptar su forma lupina.

Un pequeño lobo color rojizo y cola gris se acurrucó junto a su madre, quien se recuperaba del ligero dolor que su transformación le había provocado.

"Buenas noches" dijo apoyando la cabeza en sus patas. Sus padres respondieron somnolientos.







Para tragedia de Rindou, durante la mañana habían sido alcanzado por su hermano mayor y su familia, lo que significaba tener a los gemelos fastidiándolo el resto del viaje.

-Vamos, tío. No somos tan mal compañía -decía Kazuma apoyándose sobre los hombros de Rindou. Éste le gruñó para alejarlo, pero sólo consiguió a Kazuya se uniera a su hermano para darle un gran abrazo.

Souya reía viendo lo molesto que Rindou se veía al verse rodeado por los gemelos. Ran tuvo que salir a su rescate cuando comenzaron a fastidiarlo aún más.

Nahoya les dió un golpe a cada uno por ser insoportables.

Detrás de la ruidosa familia, iban Kotaro y su primo menor Kenji. Los dos charlaban en voz baja sobre diversos temas, ajenos a lo que ocurría delante suyo.

-Este asunto del ritual me da mucha pereza... Hubiera preferido quedarme en mi cama -comentó Kenji con su típica sonrisa perezosa -Pero papá me obligó a venir.

Kotaro dejó escapar una pequeña risa. Su primo era la personificación de la pereza, por lo que no podía imaginar cuánto les dió costar convencerlo de levantarse y participar del viaje y la ceremonia.

A mitad de camino, Ran tuvo que cargar a su hijo menor, pues el sueño y el cansancio lo venció y terminó dormido acurrucado contra el primer árbol que encontró.

-Pudieron haberle dejado algo de energía a su hermano -reclamó Ran a los gemelos, quien se miraron confundidos entre ellos, mientras se apuntaban a si mismo.

-Te recuerdo que tú antes de convertirte en líder eras igual -dijo Rindou sujetando la mano de su compañero, acción que no pasó desapercibida para su hijo.

"Pronto viviré lo mismo" pensaba sonriendo feliz.

Lo Salvaje en la Sangre [Tokyo Revengers] [Omegaverse]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora