Se despertó en mitad de la noche, completamente agitado. El sudor comenzó a recorrer su frente mientras se aseguraba que todo estuviera correcto con él. Un brazo le rodeó la cintura y un beso en su nuca logró calmarlo.
-Tranquilo -susurró con voz ronca y adormecida por el sueño -Todo está bien.
Yuki asintió con su cabeza. Se giró en la cama con algo de dificultad, abrazándose con necesidad al cuerpo del mayor.
-Sigue ahí -dijo cerrando sus ojos, escondiendo el rostro en el pecho del beta -Sigue ahí -repitió antes de volver a dormirse.
Kazutora besó su coronilla. Pretendió estar dormido luego de escuchar la puerta de la habitación abrirse muy lentamente. Contuvo la risa a duras penas cuando los gemelos subieron a la cama y ayudaron al niño pequeño que los acompañaba a subir también. Yuki se apartó para hacerles un espacio entre Kazutora y él para que se acostaran en ese lugar.
-A este paso... tendré que conseguir una cama más grande -dijo Kazutora cubriendo a los niños con las mantas.
-¿Tú crees? -preguntó Yuki jugando con uno de los mechones del menor de los cachorros que ya estaba muy cómodo acurrucado contra su cuerpo.
El pequeño había logrado ganarse el corazón del omega sin haber hecho el más mínimo esfuerzo, llegando al punto en que Yuki lo consideraba un cachorro más al que debía cuidar. Y es que el niño inspiraba ese sentimiento de protegerlo.
Kazutora le había contado cómo fue que se convirtió en padre. Estaba a mitad de su viaje cuando lo encontró en el interior de un bosque. Supuso que tendría algunas semanas de nacido por lo pequeño que era. Pensó que no sobreviviría por lo débil que se hallaba, pero el bebé lo logró. El beta estuvo a punto de entregarlo a una familia para que se encargara de él, sin embargo no pudo hacerlo, por lo que decidió regresar a su antigua casa para darle un lugar estable dónde vivir al niño, a quien llamó Takayuki. Y resultó ser la mejor decisión que había tomado en la vida.
-Mami -murmuró el pequeño dormido cuando Yuki dejó de acariciar su cabello.
Uno de los gemelos se giró para abrazar al infante. Yuki sonrió enternecido. Levantó su mirada y se encontró con la de Kazutora.
-¿Qué? -preguntó asustado.
-Nada -respondió entre risitas -Sólo pensaba en lo grandioso que eres.
Yuki se sonrojó furiosamente, frunciendo levemente el ceño. Tomó una almohada para cubrir su rostro y ocultar de esa manera lo avergonzado que estaba.
-Te juro que si no fuera por los niños, te mantengo despierto y sonrojado hasta el amanecer -dijo Kazutora estirando su mano para apartar la almohada de la cabeza del omega.
-Esa fue una excusa barata. Sé sincero... estás viejo y no puedes con algo así -dijo riendo bajito al escuchar un quejido de indignación por parte del beta.
El chico sintió como el hombre se levantaba de la cama y caminaba hasta él para cargarlo y llevarlo al cuarto de visitas. Yuki debía asumir las consecuencias de sus "crueles" palabras.
Los gemelos corrían por la casa reuniendo aquello que hubieran olvidado empacar en sus mochilas. Unos golpes en la puerta anunciaba la llegada de alguien. Yuki dormía con la boca abierta en el sofá con Takayuki durmiendo sobre él. Ni siquiera el grito de emoción de los gemelos lo despertó.
-¡Papá! -gritaron los niños saltando alrededor de Kazuya, quien entró a la casa con una expresión de seriedad e incomodidad.
Kazutora, quien le había abierto la puerta y le permitió ingresar a su hogar, reía en silencio a sus espaldas.
-¿Qué tiene? -preguntó Kazuya viendo a Yuki dormido en el sofá.
-No durmió bien -respondió Kazutora después de dar un gran bostezo.
El alfa hizo una mueca de desagrado cargando las mochilas que sus hijos le entregaban.
-Mami está cansado por nuestro hermanito... Eso nos dijo Kazutora -complementó uno de los niños con una gran sonrisa tomándolo de la mano para apurarlo en salir de la casa.
Los gemelos pasarían un par de semanas con Kazuya, cómo parte de un acuerdo que habían llegado con Yuki. Aunque realmente los niños estaban emocionados por ver a sus abuelos, pues siempre los consentían con regalos y ricos postres.
-¿Takayuki? Pensé que no era tan inquieto -comentó saliendo de la casa.
-No se refiere a ese hermanito -dijo Kazutora con una sonrisa de superioridad -No le den tantos problemas a su padre, pequeños malvados.
Kazuya no alcanzó a procesar la información cuando la puerta fue cerrada en su cara.
-¿Todavía siguen con eso? -preguntó Yuki restregando sus ojos con las manos.
El beta aguanto con mucho esfuerzo la risa con la imagen de Yuki tratando de ponerse de pie sin quejarse, pero verlo caminar como ciervo recién nacido fue suficiente para hacerlo reír.
-No digas nada -lo amenazó con su dedo índice al llegar a él -No vuelvo a decirte que estás viejo, aunque si lo estés...
Kazutora besó sus labios y rió sujetando al omega cuando la fuerza en sus piernas le falló.
-Agradece que me contuve porque pensé en nuestro cachorro -dijo antes de besar sus labios otra vez -¿Quieres dormir una siesta?
Yuki rodó sus ojos, pero terminó aceptando su invitación. Necesitaba recuperar las horas de sueño perdidas. Kazutora cargó al cachorro que dormía en el sofá bajo su brazo, y con el otro ayudó al omega a llegar al cuarto.
-Despiértame cuando lleguen mis padres... Tengo que evitar que papá te golpee cuando le confirmemos la noticia -dijo el omega con los ojos cerrados.
El hombre tragó saliva. Pero se resignó, si debía recibir una buena paliza lo haría con gusto, pues su familia, en especial el gran amor de su vida lo valían.
Fin~
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Lo Salvaje en la Sangre [Tokyo Revengers] [Omegaverse]
Aktuelle LiteraturSecuela de "Salvajes por Naturaleza" Nadie dijo que la paternidad sería fácil, pero tampoco les dijeron lo rápido que los cachorros crecen. ACLARACIÓN *Los personajes de Tokyo Revengers no son de mi propiedad. Créditos a su autor* *La historia si es...