Capítulo 14

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"Infernis"


  Regulus

Se sentía tan extraño ver a ambas juntas. Me sorprendía más de Yosdiel, ya que Dahara hace apenas unas horas asesinó a su padre.

En cuanto Yosdiel me vio caminó a zancadas hasta mi. Furiosa.

—¡Te repudio! —su diminuta mano me golpeó feroz en mi mejilla, dejando una desagradable sensación de ardor.

—Lo siento, no era...

—No me digas que no era tu intención—interrumpió.

Enmudecí. No tenía palabras para lo que acababa de hacer. No había forma de justificarme. No merecía su perdón.

Sus ojos airados me quemaban el alma. Era incapaz de sostenerle siquiera la mirada.

—Siento mucho lo de tu padre—hablé finalmente—. Debes saber que yo no fui quie...

Otra bofetada reparó en mí con tal intensidad que me hizo girar levemente mi rostro. Sobé la zona recién golpeada, intentando aliviar el ardor.

—Sé lo suficientemente hombre para hacerte responsable de tus actos—sus puños se apretaron—. ¡Mi padre, mi pueblo y yo te recibimos con los brazos abiertos a ti y sobre todo a él y así es como lo agradecen!

Señaló a alguien a mis espaldas. Era Demos. No lo escuché llegar.

—Ella se disculpará contigo. —señalé a la bruja, que se encontraba tan solo a unos pasos de Yosdiel.

Ella... —sus ojos se abrieron como platos, adoptó una expresión entre la decepción y la sorpresa que no supe diferenciar—Dahara solo es una víctima de tus absurdos actos, y aún así tuvo el valor de pararse frente a mi para decirme que lo siente—suspiró—. Quisiera que tuvieras la mitad del valor que ella tiene.

Dahara sonreía con un aire triunfal, bañada de orgullo puro. Mi mandíbula se tensó al verla.

Maldita bruja.

—Si me permites puedo explicarte todo.

—No, mejor ayúdanos a limpiar el desastre que causaste. Es lo mínimo que pueden hacer.


Pasamos  gran parte de la noche levantando escombros, transportando cuerpos y heridos al castillo, entre otras cosas más hasta que Yosdiel se cansó. Intentó convencer sin éxito alguno a Dahara de arreglar todo con algún hechizo pero ésta se negó. O por lo menos lo hizo las primeras 28 veces, pues para la número 29 me miró con cansancio, buscando aprobación de mi parte, y por mucho que odiara tanto que use su poder he de admitir que en estos momentos nos vendría bien. Todos estábamos exhaustos y en todo el día no habíamos probado trozo alguno de comida. Nuestros estómagos rugían.

Para cuando nos encontrábamos de vuelta al castillo la luna era nuestra única fuente de luz. Las calles estaban casi vacías a excepción de algunas. Sentía mis piernas hacerse agua. No soportaba dar paso alguno, así que me monté sobre la espalda de Demos quien no se negó a llevarme.

—¿El bebé ya no aguanta? —burló Dahara, con un puchero en su cara que en otro contexto quizás me hubiese parecido algo tierno.

DAHARA: La guerra de los dioses ( Los condenados #1) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora