Capítulo 53

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"Un león enjaulado"

Dahara

Dirigir dos reinos sola no era tarea fácil, pero ayudaba un poco el tener el poder completo. El problema era el parlamento, que no dejaba de acosarme y cuestionar mis decisiones.

—¿Qué hará con los impuestos recolectados de este mes, majestad?—preguntó un hombre con peluquín blanco como la nieve, el canciller.

—He visto que las zonas pobres del reino están en decadentes condiciones.

—Por eso se llaman zonas pobres. A esos no se les presta atención.

—Ahora sí—espeté.

—Ese dinero podría servir para mejorar el teatro y hacerle algunos ajustes al palacio—sugirió.

—El palacio y el teatro están bien, no se necesitan ajustes—di una ojeada a los papeles que había sobre el escritorio. Se trataban de solicitudes que el pueblo hacía, sus necesidades—. El mercado, en cambio, ha sufrido algunos daños por las tormentas. Los sectores cinco y ocho necesitan abastecer sus cultivos y...

—El consejo considera prudente que su majestad espere el regreso del rey, ya que estas decisiones no le corresponden a una... reina.

—El consejo y el parlamento pueden irse mucho a la...

—Majestad—un caballero entró a trompicones a la oficina, jadeando y sudando—, tenemos un problema.

—¿Qué problema?—el corazón me latía a toda velocidad al imaginar que ese problema involucraba a Regulus.

—Los ciudadanos están haciendo una huelga afuera del palacio. Unos están usando la violencia para intentar entrar.

El aire desapareció de mis pulmones, paralizándome por completo.

—¿Cuántos son?

—Toda la capital—respondió— y, según los informantes, parece que ciudadanos de otros sectores vienen hacia acá.

Una risa cruel y discreta atravesó mis oídos, perforando mi cordura y mi buen juicio.

—¿Alguna vez ha visto un golpe de estado, su majestad?—el tono jocoso del canciller me daba a entender que todo aquello había sido planeado por él.

—¿Qué está haciendo?—murmure, parándome de golpe del asiento que habitualmente usaba Regulus.

—El consejo considera que una bruja no puede gobernar Halaác, va en contra de nuestros principios como nación—caminaba frente a mi como un jaguar, audaz y firme, con las manos a sus espaldas—, es por eso que el parlamento junto con el consejo decidieron sacarte del poder.

—Ustedes no pueden hacer eso, la autoridad la tiene el rey.

—¿Ve al rey por aquí?—extendió los brazos, mirando a ambos lados—No está, y cuando él no está quienes decidimos somos nosotros.

—¡Yo soy la reina!

Avanzó a grandes zancadas hasta mi, tan violento y decidido que me obligó a retroceder, asustada. Sujetó con su mano callosa mi cara y me obligó a mirarlo.

DAHARA: La guerra de los dioses ( Los condenados #1) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora