"Castillo de hielo"
Dahara
—¿Estás lista?
Tardamos poco menos de una semana en planear todo esto.
—Estoy lista.
Luego de traer de vuelta al pueblo de Halaác y dejar todo en orden, con Felix haciéndose pasar por Regulus a cambio de una suma considerable de oro —que a Regulus no le hizo gracia acceder—, zarpamos, bajo identidades falsas y un hechizo que altera la apariencia física, hasta Argón. Una vez llegáramos ahí, me encargaría de congelar el océano hasta llegar al Valle de las Doce Lunas.
Por el momento todo estaba marchando bien. El primer día de navegación Deimos, Diaval, Regulus y yo nos la pasamos encerrados en nuestros camarotes. Veníamos solo los cuatro.
La segunda noche no fue tan... tranquila como la primera. Regulus me vino a visitar al atardecer. Llevaba las manos escondidas en la espalda mientras que en su rostro se dibujaba poco a poco una mirada traviesa.
—Alteza—sonreía recargado en el marco de la puerta.
De no ser porque yo misma cambié su apariencia no habría reconocido esos ojos azules y ese cabello negro.
—¿A caso te ha parecido tedioso el viaje?
—Jamás.
—Asumo que tu visita se debe al aburrimiento.
—No es tanto eso—sus ojos brillaron con malicia, causándome un mar de curiosidad—. He husmeado en el equipaje de Deimos y me encontré con algo interesante.
—¿Por qué andas revisando sus cosas?
—Se estaba dando un aseo y tardó mucho, necesitaba distraerme con algo—hizo un puchero, encogiéndose de hombros.
Lo habría fulminado con la mirada de no ser porque a mi ya me estaba matando la curiosidad por saber qué era lo que había encontrado.
—¿Qué era?
Alzó frente a mi cara dos barras de chocolate envueltas en un finísimo papel con arabescos dorados y unos símbolo que me constó reconocer. En el centro, de manera muy llamativa, habían dos serpientes entrelazadas bajo los símbolos grandes. Los ojos de Regulus brillaron con deseo, luego me entregó una barra.
—Es chocolate extranjero—mencionó—, viene de uno de esos lugares de fuera de Verdammt. Este es de un tal Rusia.
Miré la envoltura con completa ilusión. Jamás en mi vida imaginé que probaría el chocolate siendo este tan costoso, y menos aún que en mis manos tendría uno que viniera de un lugar extraño de ahí fuera. A juzgar por la envoltura, estaba claro que aquella golosina era más costosa que cualquiera en Verdammt, incluso más costosa que una casa señorial.
—¿Tienes algún hechizo para traducir?
—Aún sigo estudiando los libros de magia, no sé si me salga bien.
Regulus me dio acceso a los libros de ocultismo que habían recaudado sus antepasados en cada cacería. Deimos dijo que serviría de mucho que yo tuviera un gran control sobre mi poder para enfrentar lo que sea que venga.
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DAHARA: La guerra de los dioses ( Los condenados #1)
FantasyA veces el destino juega como quiere.