Capítulo 44

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"Príncipe"

Dahara



El hedor acre de la sangre invadió la habitación, su color carmesí tiñó un camino hasta mis pies cuando Diaval se arrastró para poder llegar a mi.

Mi pequeño Diaval.

Aquel dragón fuerte y salvaje que vi crecer un millar de veces se veía tan vulnerable y frágil en mis brazos. Su cuerpo estaba marcado con líneas de tortura, marcas de asfixia imposibles de ignorar. Cada vez que tosía escupía sangre y cristales. Habían intentado quitarle la voz, pero él salió corriendo.

—Me duele—se quejó—. Me duele mucho.

—¿Quién te hizo esto?—mi pecho subía y bajaba, mis lágrimas no dejaban de correr por mis mejillas como ríos de fuego que quemaban mi piel con el dolor—¿quién lo hizo?

—Dahara, escúchame bien—su cabeza, recostada en mi brazo, se giró para localizar mi mano con sus ojos—, yo no soy quien crees.

—Eres mi Diaval.

—Tienes que irte lejos con Argus—tosió—, tienes que...

—Basta, te estás lastimando.

Rebusqué entre los rincones más oscuros de mi mente algún hechizo para sanarlo, algún conjuro que me hiciera aliviar su dolor, pero mis memorias habían sido borradas y cruzar aquella puerta del olvido era un acto peligroso. Un suicidio.

—No, no—negó con la cabeza, sujetando mi mano—. Mi padre los quiere.

—Tú no tienes padre, mi madre y yo...

—Si tengo un padre, soy un príncipe y él es un rey. Soy uno de los siete príncipes del infierno.

Creí por un momento que ya estaba delirando. Aquello no podía ser posible. Sus palabras eran la prueba de que estaba a un paso de morir, pero no iba a permitirlo.

—Pero yo te saqué del anillo.

—Mi padre le dio el anillo a tu madre con un propósito, yo me metí para llegar a ti y protegerte de él.

—¿Tu padre te hizo esto?

El pensamiento mismo me ciñó el estómago. ¿Qué clase de padre tenía que ser para tratar así a su hijo?

—Él me adora. No es malo—otra tos acompañada de más sangre y cristales—, pero tampoco es bueno. Mi padre jamás me lastimaría, sus enemigos lo han hecho.

Su rostro se retorció en una mueca de dolor. Era desesperante verlo sufrir. Mi corazón latía de forma frenética mientras lo veía vomitar cascadas de sangre que derretían el suelo como si fuera lava. No podía verlo agonizar y no hacer nada, por eso abrí aquella puerta oscura en mi mente y entré al lugar al que juré no volver jamás.

La cabeza me dolía tanto. Los recuerdos eran como ascuas vivientes en mi mente. Cada fracción de memoria me perforaba los sentidos como aguijones violentos llenos de veneno y dolor. Salvar a Diaval me costaría mucho, pero era un precio que estaba dispuesta a pagar.

A mi lado escuché caer de rodillas a Regulus, lo oí quejarse del dolor y sujetarse la cabeza. Deimos y varios sirvientes corrieron en su ayuda, no entendía porqué no nos ayudaban a nosotros.

DAHARA: La guerra de los dioses ( Los condenados #1) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora