"Emperador"
Regulus
Sentía una intensa mirada pegada a mis espaldas, tan poderosa que casi creí que haría arder mi piel. Mientras caminaba por el pasillo, aún encadenado y custodiado, pensaba en las palabras de Hera y el terror que había en sus ojos.
Ares estaba aquí, eso había dicho. Y si el miedo que sentía porque él fuese a por ella se había hecho real, quien se la había llevado debía ser él.
—¿Qué sabes de Ares?—susurré al traidor.
Él estaba ido, mirando al suelo con la mirada perdida mientras avanzaba con pasos mecánicos, demasiado silencioso para alguien a quien no le pueden cerrar la boca.
Le di un codazo en el brazo para que se despabilara, ocasionándole un pequeño respingo.
—Oye, no hagas eso—se quejó, sobándose el brazo.
—Te pregunté algo.
—¿A mi?
Rodé los ojos.
—Sí, ¿a quien más?
Miró por encima de su hombro a los cinco hombres que nos seguían, después a los otros cinco que teníamos en frente. Luego, pasó su dedo por detrás de su oreja y los sujetos de detrás desaparecieron un segundo por un pasillo y nos alcanzaron en el siguiente, pero esta vez solo eran cuatro.
—Capitán Malik—llamó uno de los cuatro—, son las cuatro menos uno.
—Entendido—respondió él.
Momentos después, los cinco hombres de enfrente hicieron lo mismo que los anteriores, con la única diferencia de que esta vez habían vuelto solo tres.
—¿Qué me preguntaste?—inquirió el capitán, tan casual como siempre, hablando en un tono de voz natural.
Miré a los soldados con confusión, dándome cuenta que no conocía a ninguno de ellos, y que todos tenían un aspecto enfermizo.
—Ah... yo le preguntaba... capitán—fruncí el ceño en su dirección.
—Puedes hablar con confianza, estos son míos—admitió.
—¿Metiste a...?
—Eso, grítalo para que todos se enteren.
Suspiré y traté de mantener la compostura.
—¿Qué sabes de Ares?—repetí.
—Que vino aquí por Dahara, pero se quedó por ti.
—¿Y lo dices así? ¿Tan normal?—estaba tan horrorizado que mi expresión debía ocultarlo tan bien como el agua clara oculta en el fondo sus piedras.
—No viene a asesinarte, viene a impedirlo.
De alguna forma aquello no me tranquilizaba en absoluto, sino que me inquietaba.
—Él es...
—No es tu padre, si es lo que quieres preguntar.
ESTÁS LEYENDO
DAHARA: La guerra de los dioses ( Los condenados #1)
FantasyA veces el destino juega como quiere.