Capítulo 56

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"El cuento"


Regulus

Siempre que pensaba en el futuro lo imaginaba como un gigante impetuoso que descendía de una montaña al atardecer para cernirse sobre los cobardes. Dentro de mi pudieron habitar miles de miedos, pero el futuro no era uno de ellos, era mi más grande sueño. Anhelaba con toda mi alma el poder conocer todo aquello que el universo nos deparaba, la evolución de la naturaleza, el resplandor del sol de mil años por delante, pero era un ser humano y lo que nosotros hacemos es morir antes de tiempo.

Mi único consuelo era pensar que yo estaba viviendo en el futuro que alguna vez alguien deseó conocer, y en el pasado que todos querrán descubrir.

—El príncipe te permite asearte antes de la ceremonia, majestad—anuncia el capitán, rodeado de dos docenas de guardias, desde detrás de la puerta.

Ver tanta seguridad para escoltarme me hizo sentir alagado.

En toda la noche no pude pegar el ojo debido a la preocupación, la rabia y los malos pensamientos. Cada vez que el sueño intentaba arrastrarme a las más profundas de sus tierras, una pesadilla llegaba y me jalaba de vuelta a la realidad, alejándome de la posibilidad de imaginar de manera inconsciente una salida de este suplicio. Era lo más desesperante que jamás había vivido.

Agotado, me dejé guiar por los guardias, atado con cadenas.

—Permíteme contarte un cuento, majestad.

—Estoy ansioso por oírlo—rodeé los ojos.

—En uno de los principios—comenzó con aquella voz profunda y antigua—existió en una tierra muy lejana un joven cachorro de león, solo y creyendo ser asustadizo. El pequeño león se encontró con un lobo...

—Qué maravilla—fingí desinterés por la historia, pero lo cierto era que me encantaban los cuentos que contaba.

—No me interrumpas—me empujó por el hombro y yo levanté las manos en señal de rendición, haciendo sonar las cadenas—. El león y el lobo se hicieron muy buenos amigos, conocieron maravillas lejanas y viajaron a tierras que poseían un tiempo distinto al suyo. Viajaron al futuro más brillante que nadie nunca imaginó. Poco tiempo después, a aquellos dos grandes amigos se les uniría una pequeña leona de ojos como la sangre, tan grandes que en ellos podría caber el universo.

Giramos varios pasillos y subimos un sinfín de escaleras mientras escuchábamos atentos aquella historia que no parecía tener sentido, pero para mí tenía mucho.

—Juntos profesaban un futuro tan poderoso que las divinidades se pusieron celosos de ellos, pues los veían capaces de derrocarlos y ocupar aquel lugar que tanto celaban. Y mayor fue su temor cuando descubrieron que el león era hijo del divino oculto que controlaba la tierra, una fiera imponente con un poder superior, pero cuyo nombre no conocían. O eso creían. Fue por eso que los divinos mas poderosos, los gobernantes, decidieron inventar un rumor en el pasado acerca de una guerra futura en donde aquellos leones, con ayuda del lobo, lograban proteger a los divinos de enemigos imaginarios, todo con el propósito de darles fin a aquellas vidas que amenazaban su divinidad.

—¿Me estás diciendo que los divinos se inventaron una guerra para asesinar a los leones?—lo miré, frunciendo el ceño.

DAHARA: La guerra de los dioses ( Los condenados #1) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora