Capítulo 47

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"Traidor"

Dahara

Ni siquiera pude reaccionar de ninguna forma por la consternación paralizante que me invadió. Deimos me apuñaló un par de veces más, haciendo obvia su traición.

Me costaba aceptarlo. Me negaba a creer que Deimos me estuviese hiriendo de aquella forma, que fuera capaz de conspirar en contra de Regulus.

Pero ahí estaba él, mirándome de forma imperturbable con esos ojos tan decididos y aterradores, sujetando el puñal enterrado en mi piel.

Mi mano se cerró alrededor de la suya con tanta delicadeza, suplicando que por favor me dejara. Empapé de lágrimas mis ojos, aún incapaz de creerme aquello.

Sentí un poco de alivio a ver a Felix llegar. También sentí pena al imaginarlo lastimar a Deimos para defenderme de él. Casi preferí que se fuera media vuelta y me dejara ahí.

Pero no se fue, en lugar de eso se acercó a nosotros con tanta calma que me pareció que no nos había visto. Solo que si nos estaba viendo. Y estaba sonriendo.

Deimos no apartó su mirada de mi cuando Felix le puso una mano en el hombro. Yo fingí que no removió el puñal, que no rodeó mi cuello con su mano para cortar mi respiración, que no ignoró las lágrimas de dolor que recorrían mis mejillas y que no le hizo caso a la sangre que brotaba de mi garganta.
Ese no era Deimos.

—Es una lastima que Regulus tenga que perder a su esposa y a su amigo al mismo tiempo—Felix me observaba con desdén—. Tanto que le gustó el vestido, tendrá que enterrarte con él.

Yo no pude hacerle caso. Seguía clavaba en la mirada despiadada de Deimos. En sus ojos vacíos, casi muertos.

—¿Por qué?—me esforcé en preguntarle.

—Hago lo que tengo que hacer—respondió sin una pizca de remordimiento—. Y lo haría de nuevo, una y otra vez si fuera necesario. Espero que lo entiendas.

Negué con la cabeza.

Su piel estaba más fría que el metal dentro de mi cuerpo. De pronto me pareció estar dentro de una maldita pesadilla helada y llena de veneno. O en el fondo de un océano cubierto de hielo, lejos del sol y, por lo tanto, de su luz.

—Traicionas a Regulus p-por... —ahogué un grito de dolor cuando sacó y volvió a clavar el puñal.

—Si Regulus es listo, hará lo que él le pida—señaló con la cabeza a Deimos—. De lo contrario, morirá.

—¿Con q-qué propósito haces esto?—cada vez me costaba más trabajo respirar.

—Ya que te vas a morir te contaré mi plan—pasó por detrás de Deimos hasta llegar al otro lado—. Verás, siempre he odiado a Regulus. Es tan arrogante y soberbio, un presumido idiota que lo único que hace es llorar por las injusticias de papi. Se robó hasta mi nombre, Argus, pero eso ya no importa. ¿Sabes porque?—levantó mi cara empujando mi barbilla con su índice—Porque yo le voy a quitar todo aquello por lo que deba luchar. Dejaré que se vuelva emperador, lo ayudaré incluso, y cuando por fin lo logre le demostraré quién soy yo. Le arrebataré la vida y me coronaré como emperador, justo como debe ser. Será fácil, un simple humano contra el oculto más poderoso de todos los tiempos. No hay punto de comparación—soltó mi cara con brusquedad.

DAHARA: La guerra de los dioses ( Los condenados #1) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora