CAPITULO 53

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¡Qué estúpida soy!, maldigo el día en el que Dios me hizo la persona más tonta del planeta tierra, como carajos no bote la basura de mi cuarto en 2 meses.

-Entre a tu habitación y sin querer bote la basura, cuando la estaba recogiendo vi esto. - su voz comienza a cortarse y me muestra el objeto que sus manos sostenían.

Mi cuerpo comienza a sentirse mal, tengo ganas de vomitar.

-Stefan yo...- antes de poder terminar de hablar, la sensación de vómito se apoderó de mí.

Corrí hacia el baño y comencé a vomitar, creo que en ese momento estaba vomitando toda la culpa y mentiras que tenía adentro.

Stefan me toma la cabeza y se arrodilla conmigo para acariciarme la espalda.

-¿Estás bien? – su tono de voz es de preocupación.

- Sí, él bebe, me está causando mareos.

Me reincorporo y Stefan me lleva a mi habitación.

-Creo que te debo una explicación- mis manos están extremadamente sudadas.

-Camila, ¿tú te quieres casar conmigo? - veo como un par de lágrimas comienzan a brotar de sus ojos.

Estoy tan sorprendida que no puedo mover un músculo, ni articular palabra, estoy realmente con la cabeza en blanco.

Stefan agacha la cabeza y camina para salir de la habitación.

Yo lo tomo rápidamente de la mano.

-Si, definitivamente, quiero casarme contigo.

Conteste con tanta certeza, que hasta yo creí las palabras que salían de mi boca. No quería lastimar más a Stefan.

Él toma mi mano con rapidez, y en un abrir y cerrar de ojos nuestras bocas eran una misma.

-Eso era lo único que necesitaba escuchar Camila, yo te amo y no estoy interesado en saber qué hiciste en el pasado.

¿Mi pasado? Aún no estaba segura si realmente todo era parte del pasado.

-Mañana será nuestra boda y nada va a arruinar ese día, así que nos volveremos a ver cuando estés caminando al altar. – Stefan me sonríe y sale de la habitación.

Al final de la noche nos despedimos de la familia de Stefan y me dispuse a acostarme.

Mis pensamientos estaban revueltos por lo que había pasado esa noche y la pregunta de Stefan retumbaba en mi cabeza, realmente yo estaba haciendo lo correcto al casarme con Stefan.

Dios mío Camila, por qué siempre tienes que ser tan indecisa sobre cosas importantes.

Al final el cansancio pesó más que mis pensamientos y terminé durmiendo.

A LA MAÑANA SIGUIENTE.

El sol entra por la ventana de mi habitación y molesta mis ojos, de un momento a otro caigo en cuenta que día es hoy, es mi boda.

Escucho unos pasos subir apresurados a mi habitación.

-Camila levántate, ya vamos tarde para la cita en el salón. - grita mi mamá en mi habitación.

Tomo mi celular y son las 11 am, efectivamente voy tarde, corro rápido hacia la ducha y me arreglo.

Salimos apresuradas de la casa con mi madre y llegamos al salón de belleza y comenzamos a prepararnos para la boda.

Ya listas con el cabello y maquillaje, vamos hacia la casa a ponernos la ropa.

-¡Suerte!, ¡suerte!, ¡suerte!, yo leo la suerte y el futuro. - dice una señora sentada en una esquina.

-Señorita, usted – me apunta con su dedo - ¿desea que le lea su suerte?.

-Muchas gracias, pero en este momento estoy algo apresurada.

Toma mi mano bruscamente y me mira.

-Veo desgracia y dos muertes en tu futuro. - sus ojos se abren y comienzan a ponerse blancos.

Mi madre quita la mano de la señora, y me jala para que nos vayamos.

-Tranquila, solo dicen cosas al azar para que pagues y preguntes más.

Al llegar a mi casa, corro hacia mi habitación para vestirme, pero tengo dos vestidos, el escogido por mi madre y el que dio Alex, los miró atentamente y no puedo evitar sentir melancolía al ver el vestido que me dio Alex.

Al final decido tomar el vestido que escogió mi madre, me miro al espejo y no me siento como yo misma, siento que estoy a punto de perderme para siempre.

Escucho un auto pitando afuera, asomo mi cabeza por la ventana de mi habitación y es el chofer que ha llegado por mí.

Salgo de mi casa y entro al coche, ya nos estamos dirigiendo a la iglesia. El camino hacia la iglesia se está volviendo realmente tortuoso, ¿debería saltar del auto?, ¡agh!, qué estúpida estoy siendo, si saltó del auto ahora podría morir, aunque eso no sería tan mala idea, al menos eso calmaría la presión que siento en mi pecho.

Salgo del auto y subo a la habitación en donde esperaré que me llamen para empezar la ceremonia.

Pasan 10 minutos y alguien toca mi habitación, debe ser mi madre para avisarme que ya es hora de salir y caminar al altar.

Me acerco a la puerta y la abro.

Y ahí estaba él, con esos ojos tan penetrantes que siempre me hacían temblar las piernas, la persona que provocaba una sensación de hormigueo en mi espalda cada vez que se acercaba.

-Alex.

¡El Jefe De Mi Papá!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora