CAPITULO 1

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-Camila - escuché a lo lejos.

Me levanté de un salto, era mi papá levantándome, siempre odie desde pequeña que me llamaran para despertarme, creo que prefería un balde de agua fría para que me levantaran.

-Camila, tengo una propuesta para hacerte - cada vez que mi papá decía eso era para llevarme a una de sus aburridas conferencias.

-quiero que me acompañes a una conferencia -lo sabía, siempre era lo mismo, en mi rostro era muy evidente la expresión de desagrado

-otra vez -le reproché a mi papá, él me hizo una de sus caras tristes, con las cuales me convence.

-vamos, hoy es un día especial, conoceré a mi nuevo jefe - la verdad en ese momento me alegré por mi papá.

-por fin te liberaste de ese viejo gruñón - dije con cara de felicidad, y por él, decidí ir.

La verdad estaba emocionada, quería conocer al nuevo jefe de mi papá, o pues al menos a este nuevo jefe, tal vez le agradaría más que al anterior.

-Camila hemos llegado - mi papá se bajó y me abrió la puerta del auto.

-y papa dime que le ha pasado a tu anterior jefe? – esta era la gran pregunta que rodaba en mi cabeza.

-un mal negocio, así que el único dueño y jefe de toda la empresa decidió comenzar a dirigirla el mismo.

- pero papa, hablan muy mal de ese hombre, no lo bajan de prepotente y engreído.

-Camila, creo que no puedes juzgar a la gente antes de conocerla, así que mejor deja de ser tan preguntona y apúrate que mi reunión ya va a empezar.

Aunque mi padre tenía razón en no juzgar antes de conocer, lo que sale de la boca de la gente, una pequeña parte siempre es verdad.

Entrando a la oficina de mi padre me siento, saco uno de mis libros favoritos y comienzo a leer.

-Camila tráeme un café, por favor -yo gruñí ante su orden, pero así no quisiera, tenía que ir.

Saliendo del enorme edificio y llegando a la cafetería me acerqué a la señorita que atendía.

-Hola buenos días, me podría dar un café grande, por favor.

Al cabo de unos minutos ella volvió con el café, le di las gracias y me levanté del asiento.

En cuestión de segundos, ya tenía todo el café encima de mi vestido, mi mirada se dirige al hombre que tengo delante.

-lo siento señorita, no fue mi intención regar su café.

Mi miraba estaba clavada en sus perfectos ojos, su sonrisa, su cabello, era un sueño ese hombre, pero aun así seguía enfadada.

-no te fijas por donde vas ¡- me fui de la cafetería bastante enojada, y para el colmo sin el café y toda mojada.

Solo quería llegar rápido a la oficina de mi papá, abrí la puerta de la oficina y me volví a sentar.

-Camila mírate, te regaste el café encima.

Estaba bastante molesto, pero supongo que al final entendió que lo que había pasado no fue mi culpa.

-le diré a nuestro chófer que te traiga algo nuevo.

Ya estaba cambiada, y lista para la conferencia, ya me sentía mucho mejor después de lo sucedido en la cafetería.

-Camila ya va a comenzar la conferencia.

Asentí y nos dirigimos a la gran habitación, donde siempre hacen las conferencias, mi papá y yo entramos y un señor pequeño Y moreno se dirigió a todos los de la habitación.

-el señor Fernández los atenderá en unos minutos, espero que sepan tratarlo con el mayor respeto al señor Fernández -Dijo serio.

Pasaron unos minutos y entro un hombre alto y pelo negro, no le alcanza a ver la cara.

-buenos días desde ahora yo voy a ser su jefe, así que espero que me traten como se debe y que podamos llevarnos laboralmente excelente.

Cuando aquel hombre voltio, mis ojos se abrieron como platos, ¡el chico de la cafetería era el jefe de mi papá!, pero él no se merecía un buen trato, todo fue su culpa, además después de oírlo hablar, se comprueba lo que dice la gente, qué prepotente.

-mucho gusto.

Tomo la mano de todos los de la sala y luego llego hasta donde estaba yo, no pudo evitar sonreír al verme, y me Guiño el ojo, pero aun así yo seguía bastante seria.

Al acabar la conferencia estaba bastante cansada, y a mi papá aún le faltaban dos horas más de trabajo, el sueño ya me consumía.

-Papa muero del sueño, yo me iré ya.

-está bien cuídate, nos vemos en casa.

Salí del edificio y tomé mi teléfono para llamar a Raúl, mi chofer.

-Raúl Hola, ¿cómo está?, necesito que me recoja por favor.

Separan el teléfono de mi oreja, al mirar quien había sido, era el jefe de mi papá.

-Hola, déjame llevarte a casa.

-No fue para nada correcto quitarme el teléfono, y acerca de su propuesta, gracias, pero no.

-vamos, déjame recompensarte y pedirte una disculpa por lo que paso hoy.

-está bien, pero me debes un café- abrí la puerta de su carro y me subí

entramos a su carro y había un silencio incómodo, hasta que él decidió romperlo.

-lo siento - dijo casi susurrando.

-no se preocupe, señor Fernández.

-por favor no me llames así, dime Alex y tu cómo te llamas?

- Camila. – estaba comportándome bastante seca con él.

-¿Cuántos años tienes?

-¿20 y usted?

-23.

Al llegar a mi casa, él se bajó de su auto y me abrió la puerta, me bajé y me despedí.

-hasta luego, que pases una linda noche.

Sin darme cuenta tropecé con un escalón, estaba a punto de caer, pero Alex me tomo por la cintura y en cuestión de segundos estábamos cara a cara, nuestras narices casi se alcanzaban a tocar.

-Te salvé la vida, creo que ya quedamos a pases.

- Gracias.

Me separé del rápidamente, me despedí rápido y entre a mi casa.

Me acosté en mi cama, y Alex. El jefe prepotente no salía de mi cabeza. 

¡El Jefe De Mi Papá!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora