Cynthia Spring, es como cualquier mujer de Nueva York. Poco tiempo libre, pocas relaciones sociales y mucho trabajo. El único amigo que aún sigue a su lado desde su infancia es Stephen Strange, un neurocirujano muy reconocido pero increíblemente arr...
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En general, Tony tardó varios meses en terminar de arreglar definitivamente el techo. Cynthia llegó a pensar que se retrasaba a propósito. Pasaba mucho tiempo en el santuario. El lugar podía agradarle más o menos, pero Cynthia, hacia la estancia más acogedora sin duda. Morgan crecía demasiado rápido y la hechicera estaba encantada con la pequeña. Morgan era feliz, la había visto reír y sonreír más en el santuario que todo el tiempo en su casa. Tony se planteó buscarse una pequeña casa en un lugar tranquilo, para que Morgan pudiera jugar. Aún siendo aún un bebé, había notado lo mucho que le gustaba explorar...
Por otro lado, Cynthia se había acostumbrado tanto a tener a Tony y a Morgan en el santuario que cuando el techo estuvo arreglado y Tony se despidió para volver a su casa... Se sintió sola, vacía...
Se presentó ante una casa enorme y lujosa. De repente se sintió como una adolescente, un poco nerviosa, incluso tímida. Sintió dudas y miró lo que tenía en sus manos, un regalo para Morgan. Algo viejo, pero con muchos recuerdos para ella. Era el momento de que Morgan disfrutase de aquel regalo. Pero, ¿Y sí no le gustaba? Las manos de Cynthia temblaron ligeramente, se aferró al regalo con fuerza para detener sus temblores y sus dudas.
Suspiró resignada y se dio la vuelta para alejarse. Todo era en realidad una excusa para verlos, pero... ¿y si no era suficiente? ¿Y sí lo mejor era dejarlos solos y vivir su vida? Podría hacerlo... pero por primera vez quiso ser egoísta, quiso tenerlos cerca, porque ellos la ayudaban a olvidar...
La puerta se abrió de golpe, Tony salió con el móvil en la oreja y hablando pero se quedó paralizado mirándola. Ella se giró nerviosa. Tony estaba vestido elegantemente, la imagen que veía ahora era distinta a la que veía en el santuario. Ahora parecía más un hombre rico, famoso, un empresario de éxito...
-Hola.
-Hola. - Tony sonrió. Apagó el móvil inmediatamente.
-Yo venía a darle esto a Morgan. -se excusó ella.
-Seguro que le gustará. Pasa. Tengo que hacer una llamada.
-No es necesario. Parece que ibas a salir.
Tony agarró el móvil y la miró. Era la primera vez que ella los visitaba, tenía que cancelar todos sus planes.
-No te preocupes. -dijo agitando su mano, quitando importancia.- No tengo nada que hacer. -mintió.
Cynthia sonrió mientras caminaba dentro de la casa. No tenía otra opción, Tony la empujaba hacia el interior. Morgan estaba en el sofá comiendo galletas cuando la vio. Sus ojitos se abrieron más y corrió a sus brazos.
-¡Cya! -gritó la pequeña mientras la abrazaba.
Cynthia la abrazo con cariño, había crecido desde la última vez.
-Mira lo que te traje. -le dio el paquete que llevaba y Morgan arrancó el papel emocionada.
Era un cuento. Uno de sus favoritos de niña. Alicia en el país de las maravillas. Venía con dibujos pintados a mano por su padre...
