Cynthia Spring, es como cualquier mujer de Nueva York. Poco tiempo libre, pocas relaciones sociales y mucho trabajo. El único amigo que aún sigue a su lado desde su infancia es Stephen Strange, un neurocirujano muy reconocido pero increíblemente arr...
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🔥(Aviso: Este capítulo contiene escenas sexuales)🔥
Cynthia salió de la ducha suspirando de alivio, le había costado mucho quitarse aquella sangre viscosa, pero por fin estaba limpia y olía bien.
Salió del baño que había en la habitación con la toalla blanca envolviendo su cuerpo. Cojeaba un poco mientras caminaba. Había tres agujeros en su muslo, no eran grandes pero si profundos, ahora sangraban menos que antes, pero un hilo de sangre bajaba por su pierna. Estaba por curarse cuando alguien golpeó la puerta de su habitación. Ella abrió un poco para asomar su cabeza. Stephen esperaba pacientemente, con desinfectante y gasas. Ella abrió la boca para decirle que esperase, pero no pudo llegar a decir nada. Él pasó dentro sin mirarla, cuando la miró se quedó tenso y desvió los ojos. Pudo notar como sus mejillas enrojecían un poco.
- Déjame ver la herida.
Stephen se obligo ser profesional y no distraerse, pero era difícil teniendo en cuenta que ella estaba solamente envuelta en una toalla. Al entrar en la habitación estaba tan perdido en sus pensamientos que ni siquiera se había dado cuenta.
Cynthia se sentó en la cama y estiró la pierna hacia él. Ella también se sentía un poco sonrojada y avergonzada pero no era la primera vez que estaba así ante un hombre. Stephen tragó y se agachó. La pierna de ella se apoyó en él, miró aquellos tres agujeros. Estiró su mano y un disco brillante iluminó su pierna, la piel brilló mostrando sus venas.
- La herida es profunda pero por suerte no parece que haya tocado ninguna arteria importante. Pero si hay veneno...
El veneno se veía en su pierna como una mancha oscura que se extendía lentamente. Podía extraerlo con la magia, pero sería muy doloroso.
- Te va a doler ...
- Hazlo -gruño ella sin mirar. No quería esperar más teniendo aquello en su pierna.
Stephen se centro de nuevo en su pierna y el veneno se movió, deshaciendo su camino hasta salir por los agujeros. Aquello quemaba, el dolor aumentaba mientras el veneno salía.
Ella se tumbó, hundiendo su rostro en la cama para morder las sábanas, pero él no paró, no podía. Por muy doloroso que fuese era mejor que tener el veneno dentro. Aquella masa oscura quemaba y destruía todo a su paso. Por suerte se movía lentamente y eso le daba tiempo a Stephen para actuar. Cuando el veneno estuvo fuera, ella dejó de sentir el ardor y suspiró de alivio. Había durado poco tiempo pero el dolor lo había hecho eterno. Sin duda, era una sensación horrible, de las peores en su vida.
Ella se incorporó un poco hasta quedar sentada recuperando un poco su respiración mientras miraba a Stephen. Las manos del hechicero temblaban pero aún así había conseguido sacar el veneno. Estaba concentrado limpiando la herida, desinfectandola y envolviendo su muslo con una venda.
