8. Ser amigos...

439 31 11
                                    

Un baño de cerveza.

Varios manotazos.

—¡excelente forma de dar una bienvenida!—se quejó desde el sillón.

—¡No más porque aprecio mi libertad, si no en este momento estaría limpiando tu sangre de mi piso!—respondí buscando algo más fuerte que una cerveza.

—¡¿enserio?!—se quejó. —¿crees que me puedas traer algo de hielo?

Busque en el mueble de la cocina y gracias a todos los santos seguía ahí y era bastante sorprendente contando las veces en las que Gabriel había venido a emborracharse conmigo; era una botella de tequila, la tome junto al hielo y regrese a la sala, —Ten—le arrogue la compresa.

Si mis ojos fueran pistolas ya lo hubiera asesinado a tiro limpio.

—Gracias—se la puso en la entre pierna. —Debo decir que durante estos tres meses y medio te volviste letal.

No lo mates todavía, aun tiene que promocionar una película.

Le di un trago a la botella.

—Se lo que estas pensando, ¡No, no me puedes matar!—se levantó.

Y por fin después de tanto tiempo lo vi, su cabello había vuelto a su rubio natural ya no quedaba nada del pelinegro, llevaba anillos en sus manos y una liguera barba empezaba a notarse en su rostro. Ya no había nada del Austin Butler que vi cuando llego al hospital hacia unos seis, siete meses antes.

—¿Qué haces aquí Butler?—pregunte dando otro trago a la botella, —porque hasta donde recuerdo estabas saliendo de un antro con Olivia tomada de la mano. ¿y sabes cómo lo sé?—lo enfrente, —porque yo me encargue de dar la nota, hasta con foto y todo.

Se quedó callado, y como Dani necesita sacar lo que lleva guardado durante todos estos meses—¡Respóndeme, chingada madre!

Como si el sillón lo hubiera empujado fuera de él se levantó de un salto con la bolsa de hielos aun ahí abajo.

—¿Dónde esta wafles?

¿enserio? Casi cuatro meses y pregunta por mi perro.

—falleció a principios de diciembre—¡esta va por ti, waffles! Otro trago paso por mi garganta.

Se acerco a mi tan cautelosamente como un león cazando a su presa, me quito la botella, —lo siento mucho—me pego contra su pecho y por primera vez me pude quebrar, lloré todo lo que había estado guardando. —Ya estoy aquí contigo—trataba de consolarme, pero viéndolo desde el punto externo habíamos estado bastante tiempo lejos.

Tomo mi mentón levantando mi rostro, su mirada era la misma que vi en el restaurante de venice beach tan emocionado, lleno de sueños en cuanto Luhrman le dio la bienvenida al proyecto de la película, la semana que pasamos juntos en un intento de pareja normal; por impulso o quizás por hormonas, pero lo atraje por la nuca y estampe mis labios con los suyos, respondió al beso sus manos bajaron por mis hombros hasta mi cadera en donde se quedaron firmes, con mis manos explore su cabello normal, y baje hasta su rostro; era un beso bastante cargado de emociones, las cuales poco a poco se fueron apoderando de nosotros. Nos separamos unos milímetros para recuperar el aire faltante.

Juntamos las frentes—¡Perdón por todo lo que te hice pasar!—sus ojos azules se empezaban a cristalizar, —creo que nunca te lo demostré, pero te amo, te amo—recargo su barbilla en mi cabeza. Obviamente era más alto, yo le llegaba al pecho, me abrazo como si su vida dependiera de ello.

El silencio reino por un momento la sala, podía escuchar el latido de su corazón, y se empezó a balancear como si estuviera bailando, —You were always on my mind—susurró la frase de la canción.

—Austin—me separe. —Creo que es mejor ahorita ser amigos...

¿Qué estás haciendo?

Ni siquiera yo misma sabia que estaba haciendo, tenía quizás a la persona con la que pudiera estar codo a codo en una relación, que más allá de que ahora sea más famoso y de que todas las chicas morirían por tener, aunque sea un minuto, yo le estaba poniendo un límite, —necesitamos conocernos más, tanto tu como yo tenemos que aprovechar estos momentos de éxitos que tenemos—di un paso atrás. —Así que, si no te molesta, me gustaría ser tu amiga.

—¡Espera!—me tomo de la mano antes de dar otro paso más, —entiendo lo que dices, y...si eso quieres, yo lo respeto. Pero prométeme algo.

—¿Qué?—pregunte.

—No podemos salir con nadie más—tomo uno de sus anillos, —¡y prometo conquistarte de la manera correcta!—tomo mi mano, la giro y puso sobre la palma su anillo. —¡Lo prometo!—un beso fugaz en la frente fue nuestra despedida.

Quisiera decir que me sentí mejor cuando dejo el departamento, pero lo único que conseguí fue un vacío enorme, gigantesco; por más que yo sola me intentara convencer de que fue lo mejor mi corazón me decía lo contrario.

Quizás había dejado ir al amor de mi vida...

Mi novio es el ReyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora