29. No hay marcha atrás

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«Daniela Delacour puede hacer lo que quiera, ¿escucharon?, ¡lo que quiera! Aunque ello implique que es... ¡Una cualquiera!»

—¡Dios de mi vida!, el chisme esta en todo su esplendor, pues es la primera declaración que el actor hace posterior al rompimiento con nuestra compañera, Daniela Delacour; la cual hasta el momento ha permanecido lo más callada posible—habló Alice dando la nota, no estaba en condiciones de tan siquiera dar mi propia noticia, tenia el corazón en la mano y desecho a más no poder.

—¡Más le vale no volver a mostrar su cara aquí!

—¡Bajen la voz!, Dani sigue un tanto...

—¡Ya basta!—me aparecí en la sala con el suero conectado a mi brazo y apenas manteniendo mi equilibrio.

—¿Qué haces de pie?, necesitas descansar perdiste muchos líquidos—Gabriel y Cris corrieron como si fuera una maldita enferma, algo que nunca me había gustado.

—¡Yo puedo!—me jale para evitar que me siguieran compadeciendo. —El jamás volverá a mostrar la cara por aquí, porque si lo hacer ¡se lo voy a arrancar!

Sacudí la cabeza enfocándome en el panel de control; el Señor Brown estaba lo bastante enojado cuando se enteró de que estaba pasando con la prensa y todo lo que hicieron, —yo te apoyo—fueron sus palabras, en aquella visita sorpresa que realizo. Tras que la prensa y mi exnovio me tacharon de ser una cualquiera Dylan al conjunto de Karen optaron por sacarme de las cámaras por lo menos hasta que todo volviera a estar más tranquilo y en mi lugar poner a Alice como la conductora principal por un tiempo indefinido; por primera vez ella acepto inclusive ayudando con los cambios.

Por suerte Dylan me había dado un curso intensivo de todo aquello relacionado con el panel de control, luces, cámaras y acercamientos. —Cámara dos—llame.

—Si te sigues escondiendo creo que en poco tiempo me quitaras el trabajo—habló Dylan tomando el respaldo de la silla, acercándose, casi respirándome en el cuello.

La risa salió de mis labios, —que tonto eres, pero si, debieras de tenerme cuidado.

Sparks dio algunas notas más, y el programa termino.

De: Decker
¿pizza?

Yo:
¿ahora?

De: Decker
si, estoy llegando a tu trabajo, te veo en dos en el estacionamiento.

Recogí mis cosas, los guiones que tenía que revisar y cerré mi oficina, y como había dicho ahí estaba con sus lentes amarillos y una mano en el volente esperando. —que malo te ves—hable asomándome por la ventana de su lado y dándole un beso en la mejilla.

—Jajaja, que exagerada eres.

Eche mis cosas en los asientos de atrás y nos pusimos en camino a la avenida que pasaba frente a la televisora. Todo el camino no habló ni una sola palabra, pareciera que lo hubieran regañado, porque no logre que dijera nada o al menos hasta que llegamos a la pizzería.

La joven de cabello rosado se acercó con la mejor actitud y más que atención al cliente era una suma atención para el hijo del bajista, —Una pizza hawaiana grande, con dos sodas de manzana—habló de manera tan rápida que si no hubiera sido porque la chica apunto todo a prisa. Se fue dejándonos solos en el gabinete.

—Bueno, ¿Qué me tienes que contar?—le pregunte con una cejar arqueada.

—¿Por qué lo dices?

—te conozco—fue mi respuesta ansiosa de lo que me fuera a decir.

Mi novio es el ReyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora