Mi novio es el Rey

36. Bienvenida a casa

Ya no podía estar más tiempo en Londres, ni mucho menos en la BBC; no quería pasar más tiempo, ¡no podía!

—¡Ya no puedo!

—Te juro que lo intento, pero cada día es más difícil estar en la cadena y más cuando ese horrible ejecutivo busca cualquier excusa para intentar acercarse a mi—deje caer mis brazos sobre las cosas.

Jason solo se apiadaba de mí y me ayudaba a tranquilizarme, preparaba unas infusiones tan excelentes que te ayudaban a conciliar el sueño o calmarte cuando un ataque de nervios te invadía, y aquella noche no fue la excepción, a este paso Jason me dejaría toda una colección de infusiones listas para ser preparadas.

Preparo algo más americano por primera vez desde que estaba en Londres, sándwiches de queso con una deliciosa soda de naranja que había encontrado en el mercado. Pero a la opción de que no podíamos usar la mesa por tenerla atascada de ropa, carpetas, y papeles optamos por cenar en el suelo, recargándonos de los sillones, fue como un pequeño día de campo en la sala.

—¿Y si regresas a casa?—pregunto Jason más decidido que nunca.

—¿Crees que esa sea la mejor opción?

—Aquí la cuestión no es lo que yo piense, si no lo que tú quieras y creas mejor.

Terminamos de cenar y él tuvo que volver al museo y yo a hundirme en todos los pendientes que los de la cadena no pueden hacer.

Y en un arranque obtuve la decisión; no dormí aquella noche, hice llamadas y envíe mensajes tratando de salvar mi cuello, obtuve las respuestas que esperaba y con ello el plan comenzó a marchar a la perfección.

Era casi de madrugada cuando envíe el último mensaje.

Yo:
Volveré a casa. Nos veremos pronto.

Decker:
¡Perfecto!, aunque quizás nos veamos más pronto de lo que creas.

Y antes de que saliera el sol tenía al hijo de Nikki Sixx tocando a la puerta de mi apartamento con cuatro personas más detrás de él. —Mi niña—me abrazo y apretó contra su pecho. Tener a alguien familiar frente a mi hizo que todo lo que había estado guardando durante los seis meses afloraran. —No, no llores—limpio con sus pulgares mis lágrimas, —ya estoy aquí—beso mi frente.

Se compuso y sin soltarme se giró. —Te presento al equipo de mi tío Tommy, ellos hacen que cada gira tenga un nuevo cambio de look—habló extendiendo su mano.

—Hola—respondí.

—Chicos, ella es la hermosura con la que trabajaran, pero tendrá que ser rápido porque nos queda poco tiempo para volver a casa.

—¿Cómo?—pregunte, —pero si la mudanza y ello es hasta la próxima semana.

—No, la mudanza empieza ya, tu departamento en Los Ángeles todavía no está, pero encontré otro, Karen y todos ellos ya están avisados de que regresas, esta misma noche.

Mientras el equipo de Tommy Lee se encargaba de decirle adiós a aquella chica que estaba dejando Londres atrás y le daban la bienvenida a una Daniela completamente reestructurada; Decker se encargo de que todas mis cosas fueran envueltas en periódico y empacadas con sumo cuidado para después ser enviadas en las cajas que llegarían a Estados Unidos.

—Dani—llamó Decker mientras me estaban depilando las cejas, —creo que esto es tuyo—extendí la mano para recibirlo, pero me lo puso en el cuello. —Pensé que se había perdido—susurró a mi oído y sigo dando las instrucciones para los muebles.