33. Se llego el momento

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¿Pero que estoy haciendo?

Me lo pregunté una y otra vez mientras veía como mis cosas eran enviadas a la que ahora sería mi nueve residencia en Londres; el contrato lo firmaría hasta que estuviera allá.

—¿Cuándo te vas?—pregunto Gabriel mirándome sobre el filo de su computadora.

—En un par de días—respondí. Encendí un cigarro. —Pero no te preocupes, estaré aquí para la boda—le di una sonrisa a boca cerrada.

El irme despidiendo de todas aquellas personas que conocí no era nada fácil.

El momento había llegado, a principios de septiembre el vuelo salía y dejaba tierras americanas para tomar té con panecillos.

Tomé las cosas que me llevaría puestas; volví a sacar los lentes de su estuche y lo guarde en mi bolsa de mano, aquella cadena que llevaba su anillo lo guardé en la pequeña bolsita interna. Vi por última vez mi departamento antes de cerrar la puerta y entregar la llave pues había rentado mi propio departamento a una pareja de chicas. Les expliqué todo lo que tenía, y le fallaba, ellas accedieron con mucha alegría pagando por adelantado un mes.

Estaba en espera de que llamaran para empezar el abordaje, a pesar de que el vuelo salía a altas hora de la noche me puse los lentes para evitar que alguien más viera que no había podido parar de llorar y que tenía los ojos no solo rojos, ¡si no lo que le sigue!

Empecé a caminar para irme acercando a la sala de espera. —¡DANIELA!—se escucharon gritos a través de la multitud, las personas que iban y venían en el aeropuerto se hacían a un lado.

Como si una estampida de animales al final de la sequía corrieran al rio, algo así estaba pasando en el aeropuerto y fue que vi a mis amigos con carteles y globos —¡ESPERA!—seguían corriendo y moviendo sus manos para que los viera.

Y como si hubieran abierto la llave del agua empecé a llorar desconsoladamente. —P-pero...¿Qué hacen aquí?—pregunte mirándolos y tratando de grabar ese momento en mi mente.

Gabriel y Cris dieron unos pasos adelantes, tenían sus ojos más rojos que nunca había visto, parecía que igual habían pasado gran parte del día llorando, se miraron entre ellos y pasaron sus brazos sobre mis hombros, —¿Pensaste que te irías sin despedirte de tu familia?—las lágrimas no querían dejar de salir. Sin embargo, tenía toda la razón del mundo habíamos pasado tantas cosas juntos que era imposible pensar que me dejarían ir sin nada. Karen, Alex, Liz, Dylan y Jenny tenían una sonrisa, pero al mismo tiempo la tristeza se veía reflejada completamente en sus caras.

—El vuelo 7734 con destino a Londres—el tiempo estaba empezando a terminarse.

Los mire y todos aquellos recuerdos y vivencias que habíamos pasado iban pasando frente a mis ojos como escenas de película; todo ello sería lo bastante difícil arrancar o intentar hacerlo de mi mente y corazón, los abrace a todos. —Los pasajeros del vuelo 7734 a Londres empezar abordar por la puerta 3.

¡Denme cinco minutos, por favor!

Me separe unos centímetros de ellos, —bueno...—levante los lentes, y limpie mis lágrimas, —se llegó el momento—hablé entre sollozos.

—¡Espera!, Antes de que te vayas—mis mejores amigos tomaron mis brazos, dándole la espalda al resto del grupo.

Los mire, llenaron de aire sus pulmones y hablaron uno a uno.

—Cris y Gabriel, siendo tus mejores amigos y llevando a cabo la promesa que nos hicimos hace años. Y la cual tu cumpliste durante nuestra primera buena oportunidad.

¡sosiégate, Daniela!

Respira y no vayas a volver a llorar...

Muy tarde.

Como les había enseñado, hicieron la señal de la cruz...—En el nombre, del padre, del hijo y del espíritu....san-santo—la voz se les corto en aquel momento. Pero al final lograron darme la bendición y se despidieron con un beso en la frente.

No más porque creo que ya me había acabado todas mis lagrimas los abrace, —¡Gracias!—los mire, —¡Los amo!

—Vuelo 7734 con destino a Londres ir abordando—Tome mi bolsa de mano y empecé a caminar hacia el pasillo por donde abordaríamos, mi familia se estaba quedando atrás; la tristeza y soledad me estaban empezando a invadir, no quería voltear hacia atrás pues si lo hacía sabía que dejaría ir una buena oportunidad en mi ámbito laboral. Llené de aire mis pulmones conteniéndolo lo más que pude. Y seguí mi camino sin mirar atrás.

¿segura que no quieres mirar hacia atrás?

El boleto y lo que conllevaba eso había sido regalo de mis mejores amigos, un asiento en primera clase cerca de la ventanilla para que pudiera apreciar el cielo.

Al parecer el vuelo iba un poco retrasado, pues no solamente el nuestro si no todos los que estaban programados para salir aquella hora.

—Señorita, ¿me puede traer algo de tomar?

—Por supuesto, ¿Qué le gustaría?

—¿Tienes bourbon?—pregunte con una mirada un tanto seria.

—Si, en un momento se lo traigo—dio un paso hacia adelante antes de que girara en sus talones, —¿con hielos?

—Si por favor.

Todo fue como un vuelo normal, a diferencia que estaba dejando atrás la vida que por casi veinte años había conocido; vi como el avión despegó en medio de aquella noche que era más obscura de la que nunca había visto en toda mi vida ahí, las estrellas brillaban como nunca, eso fue algo de lo que más me llamo la atención.

Las azafatas dieron las instrucciones para el vuelo y en media hora todo lo que quería y conocía quedo tras de mí, el avión empezó a despegar y en media hora estaba sobrevolando L.A; lista para ir directo a Londres.

Sin embargo, algo dentro de mí no estaba conforme con todo lo que estaba pasando, era como si algo me estuviera faltando en ese momento un pedazo de mi corazón; era como si estuviera incompleta.

Austin.

Llegue corriendo al aeropuerto buscando con desesperación la puerta de los vuelos internacionales, pregunte en donde las salas de espera seguían llenas.

—Señorita—me acerque al mostrador de golpe, quitándome los lentes, —estoy buscando a una joven de unos veinticinco años, cabello negro, lindos ojos, alta y de mediana complexión—la describí.

Pero creo que no debí haber hecho lo que hice, porque sus ojos se abrieron como platos. Y grito: —¡Eres Austin Butler!—todos los que estaban ahí presentes se giraron a verme y corrieron a rodearme pidiéndome fotos y autógrafos. Di unos cuantos antes de que los de seguridad interviniera.

—No se preocupe señor Butler—habló uno de ellos, —lo sacaremos de aquí.

—¡No!, ¡No!, necesito buscar a una persona que está a punto de irse a Londres—intenté explicar, 77pero al parecer no me hicieron caso alguno, como pude me zafé y salí corriendo a otra sala de abordaje; con fanáticos detrás de mi al igual que los de seguridad.

—Vuelo 7734 con destino a Londres ir abordando.

¡Ahí debe de estar!

Corrí lo más rápido que pude, llegué con los pulmones sofocados pidiendo más aire de lo que estaban jalando y mis piernas empezaban a doler como si hubiera hecho una rutina ¡bestial de pierna!, me erguí y acomode mi saco.

Y de repente solo vi el piso blanco, mi brazo empezó a dolor por haber amortiguar el golpe, o mejor dicho ¡la tacleada! y por el gran ventanal vi como el avión empezaba a recorrer la pista. —¡NOO!—grite cuando los de seguridad me levantaron. —¡No!, ¡No!

—No se preocupe señor Butler, lo sacaremos de aquí.

Quede con la vista hacia el ventanal viendo como el avión se elevaba; sin más vi como la mitad de mi corazón estaba partiendo muy lejos de mí.

Mi novio es el ReyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora