12. Pasado.

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Lo que un pequeño niño vive a lo largo de su niñez es lo que lo define como persona en un futuro. La forma en la que es educado y tratado traen desventajas para muchos y ventajas para otros. Lamentablemente para un Jungkook de 14 años fue lo primero.

El pequeño Jungkook era el niño más amable y sonriente que un adulto pudiera conocer. Era mayormente distinguido por su buen comportamiento y lo sociable que podía llegar a ser. En esos momentos no se le dificultaba tratar con otros niños, pues le correspondían con el mismo carisma y amabilidad.

Lamentablemente creció con la idea de que siempre iba ser de esa forma, pero se dió cuenta cuan equivocado estaba al dar el primer paso al instituto secundaria. Creyó poder simpatizar de la misma forma cuando niño pero no, nada era igual que cuando era pequeño. Las personas de su edad eran groseras y rebeldes, totalmente diferente a Jungkook.

La primer burla que recibió fue cuando se presentó a la clase como todos en su primer día. Él habló de lo que más le gustaba; los libros, pero al parecer aquello estaba mal porque de lo contrario no le hubieran llamado por apodos ofensivos que el desconocía. Su entusiasmo cayó por los suelos al escuchar las burlonas risas de sus compañeros de clase. Llegó a su casa completamente descepcionado, no esperaba que su primer día fuese así, ¿Por qué todos si habían hecho amigos menos él? Nadie se le había acercado en la hora de la comida como a los demás.

Cabizbajo entró a su casa donde su madre lo esperaba con una gran sonrisa que se apagó por completo al ver los ánimos de su hijo.

Ella esperaba que su hijo llegara dando brinquitos de felicidad como cuando había ingresado al jardín de niños, esperaba que le contara los muchos amigos que había hecho como cuando cruzó el jardín.

Pero no. Nada de lo que esperaba había sido así. Preocupada corrió hacia su hijo tomándolo de la mejilla. Lo obligó a mirarla, ella dió palabras de motivación que el azabache supo apreciar muy bien. No se iba rendir por el primer día de clases.

Algunas veces estaba bien no estar bien.

Los días siguieron, las semanas pasaron y los meses continuaron. Nada cambió.

Al contrario, todo había empeorado, no solo eran burlas si no que también humillaciones acompañadas de pesadas bromas. Golpes que se podían ocultar perfectamente con su uniforme escolar, golpes que solo él sabia que estaban ahí. Pero no todo estaba perdido, alguien estaba a su lado aunque fuera de una forma discreta, había alguien con él.

Alguien que disfrutaba los hermosos poemas del azabache, alguien que disfrutaba ver la pasión que tenía Jungkook al estar frente a su cuaderno lleno de escritos. Un pequeño rubio de ojos marrones llamado Kwang.

Se conocieron cuando el azabache lloraba en silencio debajo de aquel gran árbol después de haber Sido golpeado como todos los días. El rubio que había observado toda la escena se acercó hacia el, quería ayudarle, darle un consuelo. No podía meterse para defenderlo, pues conocía lo dolorosos que eran aquellos golpes.

Fue ahí cuando Jungkook volvió a sonreír solo que ahora solo para sus adentros. Disfrutaba llegar a su casa para encerrarse en su habitación, solo con el silencio su mente fluía y sus poemas para aquel rubio chico salían. Pero hubo un día muy especial, dónde su mente raramente trabajaba conectada de la mano de su corazón, ese corazón que latía tan rápido al recordar al rubio. Un lindo poema fue la forma que descargó lo que tenía.

Durmió feliz esperando el día siguiente para entregarle aquella hoja como todas las demás que había estado entregando y que Kwang aceptaba gustoso. Solo que esta era especialmente especial, sí, así lo había llamado Jungkook.

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