32. Bésame fuerte antes de irte.

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Restregó sus ojos por la poca luz que entraba a la habitación y en vez de molestarse por el sol que invadía su cara, en su lugar sonrió embobado por el lugar en el que había despertado.

Aún no se creía estar viviendo a lado de Kim Taehyung, su bonito chico de sonrisa cuadrada.

Y es que no era de creerse, después de todo lo malo que había pasado, la vida estaba teniendo piedad de él y claro que estuvo más que agradecido, agradecido de poder despertar todos los días con el amor de su vida. Mil y un veces agradecido de poder compartir su vida al lado de Kim Taehyung.

Pasó su mano a su costado para sentir al castaño, pero no había nadie. Puesto que, al castaño le habían hecho llegar un correo informándole sobre su esperada presencia atadas de otras palabras elogiando su buen trabajo haciendo que Taehyung simplemente terminara aceptando. El lugar estaba vacío y solo. Una oleada de tristeza se fue tan rápido como llegó porque sabía a la perfección que ambos se verían en la noche.

Después de que Taehyung terminó de mostrarle su enorme y cálida casa gracias al pelinegro -esto último dicho por el castaño-, ambos disfrutaron de una deliciosa cena realizada por la pareja, había algunas partes comestibles y otras no tanto, pero con la presencia de ambos no importaba. No importaba si Incluso comían todo quemado, pues ambos juntos disfrutarían todo como si del manjar más sabroso se tratase.

¿La respuesta?

Porque estaban juntos.

Y en ese mundo que ambos creaban cuando estaban a solas, solo había espacio para pensar en ellos, para pensar en su hermoso amor que florece como tal rosa en primavera.

La pareja terminó de lavar los trastos usados y subieron a la habitación donde una vez más hicieron el amor más de tres veces, importandole poco al castaño que se levantó con ojeras por la mañana para acudir a su trabajo.

Había obligaciones que no podían pasarse por alto, y eso Jungkook lo entendía a la perfección. Por eso mismo él tenía que hablar con sus padres, porque aunque la simple idea le asustaba, tenía que enfrentarlo y actuar como un adulto.

Se dio una ducha rápida, y cuando salió colocó algo cómodo, pero formal. Bajó las escaleras, dirigiendose a la cocina para preparar algo rápido, pues su estómago no estaba dispuesto siquiera a recibir algo de comida, los nervios le tenían así.

Suspiró bebiendo lo último de su café y caminó a la salida dispuesto a irse, no sin antes enviar un mensaje a Jin sobre lo que estaba dispuesto a hacer. No tenía la valentía suficiente para explicarle sobre todo aquello, pero su corazón le decía que su hermano siempre iba a estar con él.

Miró por última vez la casa y sonrió tomando aire y las fuerzas para avanzar, dónde en ese miedo su único respiro era pensar en que al volver unos cálidos brazos le esperaban.

Realmente lamentaba no haberse despertado para darle un último beso a Taehyung, porque con ello estaba seguro de que sin lugar a duda podía conquistar al mundo y comérselo de un solo bocado.

Aunque después de aquello iba poder hacerlo cuántas veces quisiera, por el momento iba a llamarle para escuchar su grave, pero a la vez cálida voz, esa que le ayudaba en sus momentos de nervios.

Ya afuera de la casa, sacó su celular y marcó el número de Taehyung, pegando el celular a su oreja.

Uno, dos, tres, cuatro y cinco pitidos se escucharon, más no la voz que tanto deseaba oír.

Por supuesto que lo más probable era que estuviese ocupado, así que decidió dejar un mensaje de voz.

-Emmm... Hola, Tae. Seguramente estás ocupado así que lamento llamar. Solo quería decirte que estoy en camino a casa de mis padres, los nervios me están comiendo vivo. -expresó con una sonrisa. -Pero tengo que hacerlo. Te amo, te amo tanto tanto, mi amor. Nos vemos en la tarde.

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