Capítulo 25. Recuerdos

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Los personajes mostrados en esta historia no son de mi propiedad. Créditos a sus respectivos autores.

Colores iridiscentes eran todo lo que se podía apreciar en ese lugar sin fin. El dragón verdadero hacía su recorrido habitual sin ninguna preocupación a lo largo de la brecha dimensional. La tranquilidad inundaba cada rincón de ese eterno vacío como ha ocurrido desde cientos o miles de años atrás. Si bien no había una razón por la cual se viese afectada esa calma, un acontecimiento desastroso en un sitio extremadamente apartado de esa dimensión, provocó que toda la brecha dimensional se estremeciera como nunca antes.

Una energía colosal capaz de desgarrar el espacio-tiempo era la responsable de interrumpir esa imperturbabilidad. Una pequeña niña de ropa negra y cabello del mismo color sintió en todo su cuerpo lo que pasaba en su hogar de origen. Dejándose llevar por su curiosidad, se adentró a la brecha dimensional. Al llegar, observó que el gigantesco dragón que le arrebató su morada también se vio atraído por el particular fenómeno. La energía se podía sentir con más intensidad conforme pasaban los segundos. De un momento a otro, la realidad en un punto en específico se desgarró. Se formó una singularidad de la cual se emanaba toda esa energía. Si había una forma de describirlo, sería parecido a un anillo brillante. Los dos dioses dragón miraban con intriga e interés. Sin previo aviso, algo, o mejor dicho, alguien salió de la singularidad a una velocidad muy alta.

Ophis fue capaz de detallar a un hombre de pelo negro que parecía muy herido. Ella quería saber quién era y si él fue el causante de producir esa energía. Trató de detenerlo, pero el Ki que siguió desprendiendo la distorsión fue capaz de crear una nueva singularidad en la brecha dimensional, donde el hombre de ropa naranja cayó y desapareció al instante. Un par de segundos después, el espacio-tiempo volvió a su estado habitual como si nada hubiese ocurrido. La pequeña niña imaginó que esa persona fue trasladada al infierno, o al cielo, o quizás a la Tierra, ya que ese lugar era el que conectaba a esos tres mundos. 

Sin pensarlo, fue en busca de ese hombre. Inició su exhaustiva búsqueda por diferentes lugares, pero parecía que el chico de cabello negro desapareció totalmente.

Casi un día después de ese suceso.

Los ojos de Goku se abrían lentamente mientras su vista se aclaraba. Lo primero que pudo apreciar fue el cielo de color amarillento. Trató de sentarse, pero todo su cuerpo le dolía demasiado, especialmente su pectoral derecho. Alzó con dificultad su cabeza para observar que es lo que pasaba con él. Pudo apreciar una herida enorme de donde seguía saliendo sangre, aunque muy poca. Entendió porque se sentía tan debilitado y cansado. Indagó en sus recuerdos para saber cómo terminó de esa manera, sin embargo, su mente estaba en blanco y no podía recordar nada.

Reunió las pocas fuerzas que le quedaban y logró alzar su torso hasta quedar sentado

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Reunió las pocas fuerzas que le quedaban y logró alzar su torso hasta quedar sentado. Detalló su alrededor, apreciando lo que parecían ser diversos tipos de plantas que nunca había visto y el cielo de color amarillo claro. Sentía que el aire era menos abundante que en la Tierra, pero parecía ser suficiente para que existiera vida en ese planeta. Definitivamente estaba en otro planeta, el dilema era saber cómo llegó ahí.

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