Capítulo 17: Obsequios en el Inframundo.

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Las Crónicas del Campamento Mestizo, fue escrito por Rick Riordan.


Ahora fue Hades, quien agarró el libro. —Sorpresas con el tío.


Nosotros estuvimos de pie en las sombras del Boulevard Valencia, mirando hacia arriba a las letras doradas grabadas en mármol negro: ESTUDIOS DE GRABACIÓN EOB.

Debajo, grabado en las puertas de vidrio: ABOGADOS NO. VAGABUNDOS NO. VIVOS NO.


— ¿Los mortales pueden leer ese letrero? —preguntó Travis Stroll, entre curioso y confundido.

—Sí pueden —afirmó Hades. —Pero la niebla los convence, de que no hay nada extraño.


Era casi media noche, pero el vestíbulo estaba bien iluminado y lleno de gente. Detrás del escritorio de seguridad estaba sentado un guardia de seguridad de mirada dura con lentes de sol y un auricular.

Me giré hacia mis amigos. —Ok. Recuerden el plan.

—El plan, —Grover balbuceo. —Seeh. Yo amo el plan.

— ¿Y si fracasamos? —preguntó Clarisse, repentinamente asustada.

—No pienses en negativo —le rogué, para seguido a eso, besarla en la mejilla.


Clarisse y Grover bufaron. Penny los miró con algo de enfado en su rostro.

—Vamos a ver al señor del inframundo, y ella no quiere que pensemos en negativo —se quejó la hija de Ares.


—Eres hija de Ares. La guerra provoca muerte, ¿no debería eso, de tenernos en algo de buena estima de mi tío? —le pregunté a Clarisse.

Ella suspiró y se pasó las manos por la cara, antes de agarrarme la mano. —Eso estoy rogando, Penny.


Caminamos hacia dentro del vestíbulo DOA.

Mozart sonaba suavemente en los altavoces ocultos. La alfombra y paredes eran gris acero. Cactus de lápiz crecían en las esquinas como manos de esqueleto. Los muebles eran de cuero negro, y todos los asientos estaban ocupados. Había gente sentada en sofás, gente parada, gente mirando hacia afuera por las ventanas o esperando por el ascensor. Nadie se movía, o hablaba, o hacia mucho de nada. Por el rabillo de mi ojo, podía verlos a todos perfectamente bien, pero si me enfocaba en cualquiera de ellos en particular, ellos empezaban a verse... transparentes. Podía ver directo a través de sus cuerpos. El escritorio del guardia de seguridad era un pódium alzado, así que tuvimos que mirar hacia arriba. Él era alto y elegante, con piel chocolate coloreada y cabello rubio blanquecino rapado al estilo militar. El vestía en tonos de carey y un traje de seda italiana que combinaba con su cabello. Una rosa negra estaba colgada de su solapa debajo de una etiqueta de nombre plateada.

Leí el nombre en la etiqueta, pero fruncí el ceño. No tenía sentido, que se llamara igual, que un Centauro. Me esforcé, y entonces, algo apareció en mi mente... ¿Y si él fuera... ? —Disculpé, buenas noches —dije. El hombre me miró. —Señor... ¿Caronte?


Hades sonrió. —Tienes un punto extra, para caerle bien a Caronte, sobrina. —Todos lo miraron. —Desde hace ya muchos siglos, que, por alguna razón, todos lo confunden con Quirón. Todos, leen mal su nombre y eso, solo lo hace enfadarse más. Si lo leen bien, o lo reconocen, entonces será más... gentil, con ellos.

Leyendo: La Última Hija del Mar (Fem-Percy Jackson x Harem)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora