Capítulo 55: Nico sirve a los muertos, un menú infantil.

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Las Crónicas del Campamento Mestizo, fue escrito por Rick Riordan.


Afrodita entregó el libro a su esposo, paraluego besarlo en los labios. Los hijos de Afrodita y de Hefesto, hicieron unamueca de asco. —Capítulo 9: Nico sirve a los muertos, un menúinfantil.

Los hijos presentes de ambos dioses, se miraron unos a otros y asintieron en aceptación (e incluso con felicidad) que sus padres se estuvieran besando o acariciando o lo que fuera. Eran esposos. Eran marido y mujer, después de todo.


El líder actual, era el idiota de Ethan Nakamura, quien iba con una antigua túnica griega llamada chiton y con un himation, una especie de capa que le caía por la espalda. Esas vestiduras blancas le daban un aire intemporal, casi irreal, como si fuese uno de los dioses menores del monte Olimpo.

—Según informan nuestros espías, hemos tenido éxito, mi señor —decía—. El Campamento Mestizo está a punto de enviar un grupo de búsqueda, tal como habíais previsto. Y nosotros casi hemos cumplido nuestra parte del trato.


Los dioses agarraban con fuerza, sus respectivos tronos, sin poderse creer que incluso sin Cronos y el hijo de Hermes, alguien siguiera tratando de destruirlos a ellos, al Campamento y a la Sociedad Occidental.


Nakamura asintió y una sonrisa apareció en sus labios. —Una vez que tengamos los medios para orientarnos por el laberinto, yo mismo guiaré a la vanguardia del ejército. ―Alguien llamaba a las puertas del camarote principal. El resplandor del ataúd se desvanecía. Ethan se incorporaba, envainaba su espada, se arreglaba sus blancos ropajes y respiraba hondo. —Adelante.


Los dioses se miraron unos a otros, preocupados por quien estaría del otro lado de esa puerta.


Las puertas se abrían de golpe. Dos dracaenae —mujeres-reptil con doble cola de serpiente en lugar de piernas— se deslizaban en el interior del camarote. Entre ambas iba Kelli, la empusa y animadora de la escuela Goode. —Hola, Ethan. —Kelli sonreía. Iba con un vestido rojo y tenía un aspecto impresionante, pero yo había visto su forma real y sabía lo que ocultaba: piernas desiguales, ojos rojos, aguzados colmillos y un pelo llameante.

— ¿Qué quieres, demonio? —preguntaba Ethan fríamente, apretando los dientes y preparado para desenfundar su cuchillo envenenado, obsequio de su madre: Némesis—. Te he dicho que no me molestaras.

—Muy bien. La avanzadilla está lista, tal como ordenaste. Ya podemos partir... —Frunció el ceño.

― ¿Qué pasa? —preguntaba Ethan.


―Eso, ¿Qué pasa? ―preguntó Hermes, interrumpiendo la lectura, ganándose una mirada de Bianca Di Angelo, hasta hacerlo sudar frío.


—Una presencia —decía ella—. Se te han embotado los sentidos, Luke. Nos están observando. La Empusa recorría el camarote con la vista. Sus ojos me enfocaban; su cara se arrugaba hasta convertirse en la de una bruja. Mostraba sus colmillos y se abalanzaba sobre mí.


Todos tomaron un respiro profundo, aguantaron la respiración, se agarraron firmemente a los reposabrazos de sus tronos, entonces, los dioses y semidioses se miraron unos a otros y lanzaron risas nerviosas, para luego mirar a Penny, quien apenas se estaba recuperando y palpaba su cuello, como para asegurarse de que la garganta no le había sido arrancada por la Empusa.

Leyendo: La Última Hija del Mar (Fem-Percy Jackson x Harem)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora