Las Crónicas del Campamento Mestizo, fue escrito por Rick Riordan.
La Última Hija del Mar
Hera entregó el libro a Ares. ―Capítulo 11: Encuentro indeseado.
Nos detuvimos por fin en una sala llena de cascadas. El suelo era un gran pozo rodeado por un paso de piedra sumamente resbaladiza. El agua salía de unas enormes tuberías, chorreaba por las cuatro paredes de la estancia y caía con estrépito en el pozo. No divisé el fondo cuando lo enfoqué con la linterna.
—Oh, eso no parece ser muy agradable —dijo Anfitrite, con una gran cantidad de cariño maternal, mirando con preocupación a su hija.
Seguimos caminando, hasta que nos dimos de bruces, con barrotes de hierro, al girarnos a la pared opuesta, nos encontramos en una cámara de cemento de dos metros cuadrados. Nos habíamos metido en una celda.
—Ustedes son los únicos, que van caminando y se meten a sí mismos, en una celda —dijo Clarisse riendo divertida, mientras que los dioses y los otros miembros del "Equipo Jackson", así como sus novias, que no participaron en la misión, lanzaban carcajadas divertidas. Los que estuvieron en la misión, se cruzaron de brazos y fruncieron el ceño, pero no dijeron nada.
— ¿Qué demonios es esto? —dijo Thalía desconcertada, tirando de los barrotes. No se movieron ni un milímetro. A través de ellos, vimos una serie de celdas dispuestas en círculo alrededor de un patio oscuro: tres pisos de puertas con rejas y con pasarelas metálicas.
— "¿Escucharon eso?" —Nos susurró Artemisa. Por lo tanto, todas escuchamos atentamente, como por encima de nosotras, se oía un eco de sollozos que resonaba por todo el edificio. Y se captaba otro sonido: una voz áspera que refunfuñaba, aunque no entendí qué decía. Las palabras eran chirriantes, como guijarros revueltos en un cubo. Artemisa fue hasta la ventana y gimió, todas fuimos a ver, encontrándonos con que estábamos en una celda, en medio de una isla, pues veíamos el agua. — "Penny, eres hija del tío Poseidón, ¿crees poder extraer la fuerza de los mares o de la tierra y tirar de los barrotes?"—Suspiré, acercándome a los barrotes e intenté tirar de ellos. Pero entonces, cerré los ojos y me concentré. Me concentré tanto como pude, sentí la tierra y el suelo bajo mis pies, el mar tan cerca, tiré de las barras, hasta doblar dos de ellas, lo suficiente como para que pudiéramos salir.
— ¡Bien hecho, Penny! —dijeron Orión y Belerofonte, felices porque consiguieron salir de la celda.
La rubia se sonrojó. —Muchas gracias, chicos.
La prisión era muy oscura; sólo unos cuantos fluorescentes parpadeaban arriba. —Conozco este sitio —me dijo Hazel—. Es Alcatraz. Vinimos a ver el Museo, en el que convirtieron esta prisión, cuando estuvimos estudiando en aquella escuela militar.
— ¿La isla que hay cerca de San Francisco? —gruñó Thalía, mientras pensaba en nuestra situación actual. —Ese bendito laberinto, verdaderamente ha comunicado el país entero, ¿eh?
Comenzamos a caminar, conmigo a la cabeza, pero Artemisa me agarró del hombro, nos hizo escondernos en un diminuto... callejón de la prisión, podríamos llamarlo. — "¡Para, Nena!" —me susurró—. "¿Es que no lo ves?" —Miré hacia donde señalaba y me dio un vuelco el corazón. En la pasarela del segundo piso, al otro lado del patio, vislumbré al monstruo más horrible que había visto en mi vida.
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Leyendo: La Última Hija del Mar (Fem-Percy Jackson x Harem)
Hayran KurguCuando la II Guerra Mundial finalizó, antes de que Zeus, Poseidón y Hades, pudieran jurar no volver a tener hijos; los dioses recibieron un libro sobre una heroína y tuvieron el mandato de leerlo. ¿Qué encontrarán? Fem-Percy Jackson x Harem.