Era una semana llena de cotidianidad pues la mayor parte de su tiempo se mantenía firmando acuerdos y reuniéndose con clientes extranjeros, justamente como ahora quien salía de la sala de reuniones tras lograr la expansión de su nombre en tierras Vietnamitas.
– Señorita Manoban. – la secretaria le alcanzó el paso tras perderse entre los pasillos.
– Alguien la espera en la sala de reuniones de su oficina. – la rubia frunció el ceño, principalmente porque no sabe quien fuese lo bastante valiente para atreverse a ir ante ella sin previa cita.
– Te dijo su nombre. – la pequeña pelirroja negó.
– Dijo que es un conocido cercano. – chasqueó la lengua en total enfado.
Con la falda en tubo y acomodándose el saco ya predisponía fuese otro idiota que quería llegar a alianzas con su empresa de manera informal.
– ¿Y como es?, supongo que te diste cuenta, dame una descripción física. – la secretaria asintió.
Lisa creía, con la descripción podría anticipar al posible "idiota". Su memoria es impecable y algo por lo cual le gusta presumir así que de esa forma al llegar ante él ya sabría como tratarle y dejarle en claro que esa clase de informalidades no se las permite a nadie, ni siquiera a su esposo.
Jimin durante la semana y en horarios laborales tiene que anticipar alguna que otra visita que solo se hacía para las habladurías sociales, ya tienen un cronograma lo suficientemente detallado.
– Es alto. – la chica comenzó a narrar. – Tiene el cabello negro, su rostro es simétrico. Ya sabe, como esas obras de arte griegas. – la rubia se detuvo para mirar con ceja alzada a su secretaria.
– Al parecer le ha causado alta impresión señorita Lee, le ha gustado. – la contraria se sonrojó para negar rápidamente.
– No, no, ya sabe. – respondió nerviosa. – Solo que es imposible no pensar que es de esa forma porque es un hombre muy atractivo, tiene los ojos grises y labios delgados. – retomaron la caminata. – Incluso tiene esa aura amable y considerada. – Lisa dobló el pasillo mientras trataba de recordar alguno que otro idiota cazanova quienes solamente les gustaba alardear de su herencia y el nacer en cuna de oro sin saber dirigir el posible negocio familiar.
– Dijo que la esperaría y no le avisáramos de su presencia hasta que terminara sus deberes. – la alta escucho suspirar a su secretaria.
El hombre parecía en general gentil y un caballero, pero si estaba allí entiende que debe tener una razón lo suficientemente buena para perder el tiempo de esa forma.
– Parece encantada con él. – mientras ambas femeninas caminaban y llegaba al área de su oficina, cerca de las secretarias vio a algunas femeninas murmurar entre ellas y sonrojarse.
Claro que ignoró ese detalle, a ella no le importaba pues estaban en su horario de almuerzo. Podían tomarse esa clase de actitudes pocos profesionales, sin embargo, no logra entender que es lo que las tenía de esa forma cuando entró a su oficina privada, cerca en el área de recibimiento vió a un hombre de traje dando la espalda mientras miraba sobre la ventana.
"Considerado, atractivo, amable" resumió
Esas no eran características de alguien con quien desafortunadamente solía encontrarse algunas veces. La única persona en la cual podría pensar y reunir esas cualidades era cierto hombre que no tenía nada que ver en su mundo, y quien a diferencia del vestuario formal, él es bien visto con una bata blanca. Pero era imposible que él estuviese allí.
O al menos lo pensó hasta que sus tacones pudieron escucharse audibles y el masculino volteara recibiéndola con una sonrisa.
–¿ Doctor Jeon?. – ella habría querido que aquello no sonase como una interrogante pero no podía si quiera creerlo.