Ha pasado exactamente un mes desde la ultima vez que la vió, el sentimiento de dolor se impregna profundamente con él tiempo. El odio es reemplazado por el sentimiento de insuficiencia y el desprecio de la repulsión misma.
Recuerda que después de salir de la mansión lo primero que hizo fue manejar durante horas bajo el abrazo de la oscuridad y con el llanto impregnado y alimentado desde lo profundo de su ser. Lo único que podía hacer era golpear el volante liberando toda la ira contenida. Se sentía mal por lucir como un mediocre, llorar por lo que era la mejor noticia de su vida y que esta misma se convirtiera en una pesadilla.
Lo peor es que ha visto como su propio orgullo ha sido lastimado. Su error ha sido confiar en las personas equivocadas. No puede culpar a nadie porque él mismo se lo buscó, quizás es una clase de karma por ser tan ambicioso y necio.
Lo único certero que tiene en ese instante rodeado de oscuridad y soledad es que amó, amó como nunca ante lo ha hecho y lo traicionaron.
– Me diste tu palabra, dijiste que me amabas, pero al final eso no te importó para desecharme como al resto de personas que ya no te sirven. – dio otro trago a la botella de vino.
Todo su alrededor está hecho un desastre, la casa donde se ha refugiado ese tiempo está llena de botellas vacías y restos de comida. Luce tan mal como él. Ni siquiera se ha visto al espejo, pero es consciente de que no encontrará rastros de lo una vez fue. No hay un hombre feliz.
Está exagerando, quizás es demasiado dramático, pero sigue doliendo. Esa herida sigue haciéndolo incapaz de enfrentar la realidad aún cuando dio su palabra de luchar.
Todos sus pensamientos le exigen distintas cosas, no sabe cual hacer caso pues al final le llevan al mismo camino donde nuevamente le verá. Nunca fue perfecto, ¿pero realmente su compañía valia tan poco para ser desechado tan fácilmente?.
– Ya no quiero sentir. – las lagrimas en sus ojos corren sin permiso sobre el pálido y demacrado rostro. Da el ultimo sorbo restante a la botella y no tarda en tambalearse para alcanzar una nueva.
Siente que está dentro de una tormenta que le promete nunca abandonarlo.
– Quiero decir que te odio, pero no es así. – dejándose caer sobre el amplio sillón se coloca en posición fetal para seguir lamentándose hasta que vuelve a quedarse dormido.
El circulo de la negación y dolor, llorar hasta que el alma de desgarré y sequé. Despertar para la tortura constante y cercana de las memorias y así seguir en el egoísmo de las emociones.
Amar es tan difícil.
Su teléfono no deja de sonar, es lo único que mantiene del exterior. Y tal como lo ha hecho hace semanas ignora el llamado de quien sea que le busque. No quiere ver a nadie. Quiere hundirse solo.
No es hasta que el teléfono deja de insistir para que él se enderece sobre el sillón y mire hacia el techo dispuesto a seguir bebiendo. Es mejor está borracho que sobrio. Si no lo está teme que vuelva a sufrir un ataque de pánico similar al llegar a esa casa.
Recuerda su cuerpo temblar, su corazón latir rápidamente y sentir la presión en el pecho. La sensación de respirar y quemarse le hace evidente el cumulo de emociones que ha suprimido y han estallado en el peor momento.
– ¡Jeon abre, sé que estas allí!. – de repente escucha como la puerta no deja de insistir para ser atendida.
No hace ruido y espera que quien esté del otro lado se vaya. Se supone que está allí para no ser molestado. Sin embargo no contó con la determinación de la otra persona en entrar y por primera vez en ese tiempo ver un pequeño rayo de luz.