Capítulo 17.

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Detestaba verse a si misma de esa forma, ha sido su limite a pesar de considerarse una persona lo bastante sensata para permitirse manejar una situación tan sentimental de la manera más inmadura. ¿Qué otra forma tenía para ignorar la presión en el pecho, el sentimiento de desconsuelo y soledad cuando la casa estaba tan oscura? Fue en el trayecto donde decidió salir por algo de alimento y se encontró por parejas aprovechar el buen clima y la confidencialidad de la noche para mostrarse a sí mismos cual emocionados y satisfechos estan con sus vidas, pero sobre todo, repletos de amor.

Familias sonriendo, parejas sujetarse de las manos, todo el mundo parecía decirle que nada de eso podría tener a pesar de poseer todo. La felicidad no tiene valor físico, pero si, un peso emocional tan profundo que aun cuando se elige alcanzar es difícil de notar.

Se detuvo en una tienda de vino y compró los suficientes para vencerse a sí misma, Lalisa pensaba que ese fin de semana sería menos miserable y aun con el efecto de alcohol podría llegar a sentirse tranquila y menos sola. Jimin, como de costumbre, no estaba en la mansión. Hace más de dos meses que su rutina se basaba en visitas a Min Yoongi, su real pareja y ella tenía que aceptarlo, realmente estaba muy feliz por él. Pero el sentimiento de desosegó es tan intenso que a veces quería a alguien con quien hablar o incluso tener una cercana confidencialidad, pero en su mundo, anhelar este trato es peligroso.

Siempre cubrirse la espalda y esperar lo peor es lo que la mantiene con la cabeza fría.

Miró su condición y el ardor en la garganta desaparecer después de la tercera botella.

No acostumbra a tomar tanto, pero de un momento a otro se vio riendo de sí misma por la apariencia tan patética que debería de tener en esos momentos donde una ligera luz de su lampara de mesa le alumbra y calienta junto al fuego de su chimenea eléctrica.

– Prometiste cuidar tus tesoros cuan dragón celoso. – se dijo. – Pero ese oro nunca a calentando el frio castillo. – dio un trago profundo a su tercera botella.

Sus modales se olvidaron y tomar directamente del contenedor no lucía tan desagradable e impropio.

– El oro al final retorna a sus originales dueños y ¿tú?. – habló con sinceridad, todo lo que su corazón siente en esos momentos sin filtros.

– ¿Acaso no eres oro?¿Por qué nadie quiere conservarte como su más preciada joya?. – unas ligeras lagrimas recorrieron su rostro.

Su aspecto perfecto y acomodado se había ido dejando ver a una mujer con el maquillaje corriendo y el corazón en la mano. Al final, nadie es lo suficientemente fuerte, nadie es inmune a la soledad y sus fuertes raíces, nadie quiere estar lo suficientemente solo.

Miró a lo lejos y la caja que contenía la ultima botella. Frunció el ceño y chasqueó la lengua, no se sentía lo suficientemente borracha, incluso se percibe peor, más sola y con las emociones incontrolables. Al final todos esos anuncios indulgentes sobre el alcohol ser la solución a tus problemas eran una vil mentira pues aun en su estado sentía que esos problemas eran más intensos.

– Maldita mierda que me cargo. – sonrió de medio lado sin mostrar sus perfectos dientes.

– Ni borracha puede ser suficiente para olvidarme de todo. – tener que quejarse, y hablar consigo mismo no sonaba como tal una mala idea. Porque al final, es así como se encontraba.

Fue entonces cuando cualquier esperanza fue lanzada a la borda y abrió la ultima botella. Hasta que el sonido de su celular rompió y alumbro la tétrica escena. Lisa le miró fugazmente mientras se tambaleaba sobre sus talones. Todo le daba vueltas y la ligera diversión de la imprudencia la hizo carcajear. – Supongo que sí estoy borracha. – confirmó.

SECRET | LIZKOOKMINSOODonde viven las historias. Descúbrelo ahora