Capítulo XXXIX

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—¡Caw! Tienes que ir rápidamente a la villa Yūrei, el demonio de ahí resultó ser una de las Doce Lunas Demoníacas —me informó con un tono preocupado

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—¡Caw! Tienes que ir rápidamente a la villa Yūrei, el demonio de ahí resultó ser una de las Doce Lunas Demoníacas —me informó con un tono preocupado.

¿Yūrei? No es el nombre de la villa donde irían Sanemi y Masachika.

¡En que estoy pensando! ¡Hay una Luna Demoniaca y mis amigos están en peligro! ¡Tengo que apurarme!

Con ese pensamiento en mente, corrí lo más rápido que pude a la ubicación del demonio, pero ya era demasiado tarde. Al llegar a la mansión, un grupo de Kakushi se encontraban ahí.

—¿Cuál es la situación? —me acerqué a uno de ellos.

—Fuyuka-sama —hizo una reverencia—, lo qué pasó es lo siguiente, dos niños, que fueron capturados por el demonio, ya fueron llevados a la Finca Mariposa y también recogimos el cuerpo de un cazador llamado Uraga —hizo una pausa y continuó—. Shinazugawa-sama, recibió tratamiento al instante, sin embargo, sus costillas están rotas y la herida en su garganta es grave. En cambio, Kumeno-sama, logró retomar la conciencia, pero está demasiado débil y... morirá en el camino de regreso.

Al escuchar esas palabras, sentí como las lágrimas querían salir de mis ojos.

No podía creerlo, como alguien así pudo haber muerto, si tan solo hubiera llegado antes... pude haberlo evitado.

—Fuyuka-sama, ¿se encuentra bien? —preguntó tímidamente otro Kakushi.

—¿Dónde está, Masachika?

—En el vestíbulo de la mansión.

—Gracias.

Me dirigí a la entrada de la mansión y pude ver claramente Sanemi de espaldas sosteniendo a nuestro amigo, su aura desaparecería en cualquier momento.

—¡Masachika! —grité su nombre mientras corría a su lado y finalmente sentí las lágrimas rodar por mis mejillas.

Masachika miró mi rostro y luego el de Sanemi para luego sonreír.

Pude ver como su aura podría desaparecer en cualquier segundo y los recuerdos aparecieron fugazmente por mi mente, desde que lo conocí hasta... ahora con su sonrisa más cálida.

—Les dejó... lo demás a ustedes... Fuyuka... Sanemi... no mueran —dijo entrecortadamente.

—Masachika —susurró Sanemi.

—Yo deseo... que sean felices-

No logro terminar su oración porque en ese instante, el color de sus ojos se drenó.

—Masachika —oí como Sanemi lo llamaba una última vez para luego llorar sobre su cuerpo, al igual que yo.

—Masachika —oí como Sanemi lo llamaba una última vez para luego llorar sobre su cuerpo, al igual que yo

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Después de un largo rato, decidí que era hora de dejar ir a nuestro amigo por más que me doliera.

—Sanemi, ya es hora de irnos —le hablaba con calma mientras posaba mi mano sobre su hombro.

—No quiero —me dijo con una voz quebrada.

—Sé que no quieres dejar a Masachika, pero tus heridas son demasiado graves —le comenté preocupada y tomé su rostro entre mis manos para que me mirara—. Sanemi, ya perdí a un amigo y... no quiero perder a otro, ¿lo entiendes? —él solo asintió en respuesta—. Bien, entonces, mientras tú vas a la Finca Mariposa, yo iré con los Kakushi a dejar su cuerpo —vi como eso lo tranquilizó y salió de la mansión.

Bueno, tengo que prepararme mentalmente para darle la dolorosa noticia a los padres de Masachika.

|Reescribiendo| El Pilar de la Nieve ❄️ (KNY X Oc)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora