"Todo lo qué hay en este mundo existe para acorralarte"
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💠Publicación: Abril del 2021
💠Finalización: 8 de junio del 2023
⚠️La historia entrará en un estado de edición⚠️
💠Los personajes d...
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Una semana después del incidente entre Tanjiro y Sanemi, buscaba a este último para entrenar con él.
Unas horas más tarde, el cuervo de Shinazugawa me aviso que su dueño se encontraba en la residencia de Tomioka, ya que hoy terminaba su entrenamiento con él.
Caminé hacia allá, tranquilamente pensado en que no hubiera sucedido nada grave entre ellos.
Cuando llegué, oí una voz suplicante muy conocida:
—¡Por favor, espera un minuto! —Tanjiro se interpuso entre Shinazugawa y Tomioka, protegiendo al de ojos azules—. ¡No pueden matarse, así como si nada!
—¡Cállate! Demonios, se supone que no deberías estar cerca de mí —le recordó molesto el albino—. Te atreviste a espiarnos pequeña sabandija.
Será mejor que intervenga si no quiero que la situación empeore.
Saludé a lo lejos a Tanjiro y Giyu mientras me acercaba a Sanemi y puse mi mano izquierda en su hombro derecho para tranquilizarlo.
—Cálmate, estoy segura de que esa no era su intención —me acordé de que el pelirrojo había cumplido con éxito el entrenamiento de Himejima.
—Exactamente, Fuyuka —manifestó con una sonrisa—. ¿Acaso no podemos compartir un poco de ohagi o algo por el estilo? —sugirió—. Prepare un montón para que queden satisfechos.
Ante aquellas palabras, mi esfuerzo por apaciguarlo se esfumó.
—Te burlas de mí ahora, ¿verdad? —le preguntó desprendiendo un aura oscura.
—¿Qué? No, no, ¡lo digo en serio! —exclamó nervioso el más joven—. ¿Te gustan los ohagi, no es así, Shinazugawa-san?
Me di media vuelta, dándole la espalda al pelirrojo y azabache, para ocultar mi risa.
—Cuando estaba entrenado contigo, olí la suave fragancia de la harina de mochi todo ese tiempo —es cierto, extrañaba tanto ese dulce aroma—. Cada vez que volvía, olía a matcha y ohagi, así que... lo supuse —indagó Tanjiro.
—Shinazugawa, ¿te gusta el ohagi? —preguntó Giyu, el cual había estado callado todo este tiempo.
—¡El ohagi es delicioso! —declaró entusiasmado el pelirrojo—. ¿Te gusta machacado, o rojo con habichuelas? Yo amo los que hacía mi abuela, y... No terminó de hablar porque en tan solo un segundo, Sanemi lo había golpeado en la mandíbula, dejándolo inconsciente, mientras se iba.
