Silencio

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Los últimos compases del Cumpleaños feliz quedan sepultados bajo una cacofonía de risas, silbidos y gritos de ánimo generalizados de toda la familia deseando que Poppy viva un siglo más.
Casi toda la familia, en realidad. Incluso Changbin, Archie y la señora Seo se han unido a los festejos.

Sin embargo, Minho no está.
Cuando los aplausos se apagan, Poppy nos brinda una amplia sonrisa desdentada. Esta mañana ha escupido la dentadura postiza en la arena y Mina dice que aún la están desinfectando. Luego extiende los brazos para que podamos acercarnos a darle
un gran abrazo de cumpleaños.
Yo voy después de mi madre, y mientras me abraza con fuerza, me da las gracias por el libro gigante de crucigramas antiguos del Times.

—He pensado que después de tanto tiempo será como hacerlos por primera vez —le digo.

Poppy me da con el dedo en la nariz.

—Y por eso eres una chico tan listo.

Me aparto para que mi tío abuelo pueda acercarse y echo un vistazo alrededor, en parte para decidir con quién charlar a continuación, pero sobre todo porque quiero saber dónde está Minho. Sin embargo, no hay ni rastro de él.

Estamos en el patio, junto a la preciosa piscina de estilo gruta, con Poppy en el
lugar de honor en la gran mesa exterior. Mi madre se ha acercado a la hoguera y Changbin  está charlando con su madre. Quiero hablar con él, pero sé que últimamente el poco
tiempo que pasan juntos es valioso, así que me uno a mi madre, ya que yo tampoco la veo demasiado.

—Hola, cariño. —Me sonríe y me tiende la mano—. ¿Te relajaste ayer un rato en la playa? —Me toca con el dedo en el hombro para comprobar si el sol me ha quemado—. Por lo menos te aplicaste protector solar.

—Siempre.

Mi madre y su piel clara es lo que a veces llaman belleza de Gangnam, y me ha inculcado desde pequeño la necesidad de usar protector solar.

—¿Pudiste hablar con Minho?

Frunzo el ceño.

—¿Qué?

—Ayer, cuando papá y yo nos encontramos contigo. Dijiste que estaba ocupado con una llamada.

—Ah, sí. —Me encojo de hombros y espero que el radar de mi madre no capte mi expresión culpable—. Todavía quiero hablar con él de algunas cosas. ¿Sabes dónde está?

—Ha desayunado con Poppy; le ha regalado un libro de antiguos crucigramas del Times —agrega con una pequeña sonrisa—. Los dos piensan  igual.

—¿Ha desayunado con él? ¿Por qué? ¿Dónde está ahora?

—Ha vuelto a Busan para ocuparse de un problema en el trabajo —
responde.

Lo que yo oigo es: «Quería alejarse de ti».

—Vaya, imagino que tendré que pillarle en la ciudad.

Procuro mantener un tono despreocupado. Como si eso no fuera nada. Como si minho  y yo no tuviéramos cosas importantes de las que hablar.

—Bueno, el hecho de que fueras a su bungalow y de que pienses verle en la
ciudad significa que las cosas están mejor entre ustedes , ¿no?
«He aquí una pregunta capciosa».

—Algo mejor —digo, dejando que las palabras se asienten en mi lengua mientras trato de encontrar la forma de responder—. Un poco. Quizá. Es decir, lo estamos intentando. O por lo menos nos esforzamos en intentarlo. —Me encojo de hombros —. Lo cierto es que nos echamos muchísimo de menos, pero empiezo a pensar que jamás superaremos lo que ocurrió.

—Antes eran  muy unidos —responde con un suspiro—. Eran uña y mugre . Y entonces… En fin, es muy injusto que algo sobre lo que ninguno de los dos tengan ningún control pueda cambiar el curso de sus vidas de esta manera.

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