Minho estaba de los nervios, y no por el hecho de que acabara de colocar unos
micros en el despacho de Kim Namjoon mientras este se encontraba a solo metro y medio de distancia, bebiéndose un whisky y comiéndose con los ojos al chico que iba del brazo de Minho.
Ni siquiera tenía que ver con que el chico, un dulce joven llamado Jimin, que acababa de conseguir un papel en el musical Seúl, se había fijado en su erección y, dando por supuesto que estaba imaginando cochinadas sobre el chico, le había prometido hacerle una mamada en cuanto encontraran un rincón tranquilo.
No, Minho estaba nervioso por una única razón; su hermano acababa de enviarle otro mensaje de texto, e iba a volverse loco hasta que pudiera coger su móvil y leerlo.
Lo repitió de nuevo en su cabeza de forma áspera y contundente. «Hermano ».
Porque si su jueguecito llegaba a su conclusión obvia, tendrían que entender en qué se estaban metiendo. Todo. Nada de fingir que no era retorcido, que la ley, la sociedad y todos esos estúpidos tabúes no existían.
Que sus padres harían la vista gorda.
Estaba de los nervios, pero era la viva imagen del sosiego y la frialdad comparado con cómo estaría si la prensa sensacionalista se olía los oscuros y sucios secretos de
la familia Lee.
Pero el verdadero problema era que en esos momentos le importaba una mierda. En su mente no había espacio para esas preocupaciones. El chico de grandes Mejillas lo llenaba todo.Jisung y su exquisito juego mental.
Estaba sentado en una silla frente a la mesa de Kim. Su acompañante, Jimin,
estaba en su regazo, acariciándole la polla con la mano. Y tal y como había predicho jisung, imaginaba que era el.
Sabía que no debería mirar en esos momentos. El nombre de Jisung encabezaba el texto del mensaje.
Pero, mierda , tenía que saber lo que decía.Metió la mano en la chaqueta del
bolsillo y miró el móvil con la mayor discreción posible mientras Kim Namjoon continuaba hablando sobre el mercado inmobiliario en el Upper East Side y Jimin seguía acariciándole la polla.
No llevo ropa interiorOh, Dios.
Cerró los ojos, contó hasta diez y trató con todas sus fuerzas de recobrar la
compostura. Luego escribió una respuesta.
Demuéstralo
Le había dicho que no iba a entrar en su juego, pero ¿a quién quería engañar? Jamás bloquearía los mensajes de Jisung. Y ahora los esperaba con tanta impaciencia
que se excitaba con solo oír el pitido del celular al anunciar mensajes entrantes. Ayer le había enviado tres. Uno fue un selfi en la ducha, hecho sin duda con
disparador automático. El cristal estaba empañado, de modo que solo podía distinguir su silueta detrás del vapor.
Sabía que era el… y se había masturbado dos veces delante de la imagen antes de darse una ducha.
Esa noche le llegó otro mensaje; una foto de la ropa interior que iba a ponerse para dormir , maldito idiota. Un arnés UN ARNÉS y braguitas a juego, muy escuetas.Lo imaginó en la cama con aquello puesto… y luego arrancándoselo del cuerpo y atormentándolo sin
piedad, llevándolo al límite, pero sin dejar que se corriera. Al menos no hasta que él estuviera listo.
El último mensaje había sido su ruina y se acostó temprano para poder dormirse con la polla en la mano y con Jisung en su mente.
He cambiado de opinión. Duermo desnudo. Me estoy masturbando.
Pensando en ti
No había imagen, pero no importaba. Pudo imaginarlo con claridad. Pensó en llamarlo y describirle todo lo que deseaba hacerle. Las reacciones que deseaba provocar. Todo el placer que quería ver reflejado en su rostro.
Pero ese no era el juego y por eso no lo había llamado.
Ahora estaba allí, en aquella fiesta, con un precioso chico bien dispuesto que
había dejado muy claro que haría todo lo que él quisiera. Que sería lo que él quisiera.
Salvo que no podía ser Jisung.
Suspiró y le dio un suave apretón en la cadera a Jimin para indicarle que se
levantara. Quizá no pudiera sacarse a Jisung de la cabeza, pero al menos haría su trabajo.
Había colocado el micro en el vestíbulo cuando llegó. No fue difícil.
Simplemente dejó caer unas cuantas monedas, se agachó para recogerlas y pegó el reverso adhesivo del pequeño y redondo dispositivo de escucha a la pata de la mesa de mármol que había en la entrada.
El segundo lo puso allí, en aquel despacho, y tampoco le había planteado ningún problema. Lo adhirió en la parte inferior de uno de los numerosos estantes que había en la sala, oculto en el rincón del fondo, donde pasaría desapercibido.
Con algo de suerte, los dos se quedarían ahí de forma indefinida. A fin de cuentas, gracias a la tecnología de Felix ningún equipo de barrido de dispositivos de vigilancia electrónicos existente podía encontrar esos micros.
El tercero, por su ubicación, iba a ser más complicado. Changbin le había pedido que lo colocara en el salón o en el dormitorio, pero Minho sabía que la calidad de la información sería mil veces mejor si conseguía ponerlo en el dormitorio. Así que eso era lo que pensaba hacer.
Se levantó y amoldó la mano de forma posesiva sobre el tórax de Jimin para
rozarle los pezones con las yemas de los dedos.
—Bueno, si buscas un lugar cerca del parque… —decía Namjoon, hablando aún sobre el mercado inmobiliario.
—Serás el primero al que llame —prometió minho.
El hombre no había dicho nada hasta el momento que sugiriera que tenía alguna conexión con las actividades delictivas de Ortega, y quizá fuera así. Ese era el propósito de los micros, que el equipo pudiera escuchar y averiguar cosas. Y quizá, solo quizá, impulsar una investigación que se había estancado con la muerte de Ortega.
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Proyecto Liberación
FanfictionTodo el mundo cree que el atractivo y millonario Lee Minho es un conquistador impenitente. Siempre rodeado de las chicas y chicos más bellos y liberados, frecuenta fiestas esplendorosas donde el sexo se bebe como si fuera champán. Lo que casi nadie...