XXX Rey a G1

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"La esperanza es como una pequeña luz en mi interior. Diminuta. Casi invisible. Tan difusa que parece solo una cruel ilusión creada para torturarme" A. B. Remeny


Mundo de la cultivación. Tres semanas antes del final de las sectas de cultivación.

Hong BaiHe dio la señal, escuchando el grito desgarrador de una de las cultivadoras cuando la garganta del chico fue cortada.

Sintiéndose ausente, como si una neblina cubriera el mundo a su alrededor, miró a la mujer ser sostenida por quienes supuso, eran el resto de la familia. La mujer lloraba y trataba de acercarse, pero quienes la sostenían se mantuvieron firmes , diciendo algo por lo bajo aunque sus propias expresiones parecían al punto del desespero.

BaiHe miró al chico que yacía en el piso, la sangre brotando hasta teñír aquella túnica que carácterizaba al clan Lan. No podía tener mas de 13 o 14 años, casi la edad a la que ella fue violada y torturada por semanas.

Solo cuando aquellos ojos se opacaron por la muerte, pudo recordar qué hacía en Yunsen, el por qué se mantenía de pie frente a temibles cultivadores que la superaban en fuerza, velocidad y destreza de combate. En por qué aquellos comerciantes y campesinos sostenían a varios cultivadores más, hijos e hijas que ella había ordenado capturar.

Sonrió con alivio cuando aquel cuadro devolvió un poco de lucides a su fracturada mente.

--- Vida por vida --- dijo por lo que se sentía como un discurso trillado y cansado. 

Había repetido estas palabras en soledad una y otra vez, hasta asegurarse de que no olvidaría decirlas en el momento adecuado. Funcionó, las recordó, pero también hacía de esto algo agotador y sin novedad alguna. Tan vacío. Tan agotador. Sabía lo que haría, dirían y sentirían. Era como leer una y otra vez la misma historia esperando que el final cambiara, solo para decepcionarte al leer las mismas líneas finales. 

Y aun así, no se detuvo. 

--- Por cada adulto que corte su propia garganta, uno de los jóvenes será liberado.

Se balanceó sobre sus pies en un gesto algo infantil, contando, con cada movimiento, los segundos que tardaron en responder los ancianos del clan.

Uno.

La mayoría la miraba con lo que identificó como odio y resentimiento. Otros más con un leve destello de miedo en los pálidos rostros, bien oculto pero no lo suficiente.

Dos.

Lan QiRen tenía los puños apretados con fuerza, los labios tensos y agrietados. El hombre estaba agotado después de lidiar con todos los problemas que ella había causado a lo largo de un año, agregar la desaparición de sus sobrinos, debía tenerlo al límite.

Tres.

Cada persona aquí tenía al menos a una persona desaparecida, Hong BaiHe se había asegurado de ello. Les mantuvo cautivos el tiempo suficiente para mermar la esperanza y el optimismo, para que se transformasen en miedo y aprensión. Nadie aquí estaba lo bastante calmado para pensar con claridad.

Cuatro. Cinco.

Estoy tan cansada.

--- Maten a la chica de cabello claro. --- ordenó.

--- ¡Lo haré! --- el grito desesperado vino de un joven de delicado rostro. Uno solo un poco más maduro que el de la chica a quién Hao QiangTse sostenía. --- Pero jura que dejarás ir a mi hermana.

--- ¡¿Qué tonterías dices?!

--- Mejor cállate.

--- No es momento para tu rebeldía.

Renacimiento del loto blancoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora