Extra: Viaje al campo

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No quería dejar pasar el cumpleaños de XiChen y JiangCheng, pero el tiempo me ha comido vivo. 

Esta es una escena que ocurrirá quince años después de  lo que será el final del fic, lo tenía escrito en partes para agregarlo una vez terminada la historia junto con otros extras, pero creo que será una buena prueba de que en verdad, tendrá un final feliz.

Perdonen la tardanza y espero lo disfruten.





Salón del loto, mitad del Chen Shi (7-9 a. m. ) Palacio Qinghen en la capital del imperio.

El ministro de hacienda sudaba copiosamente debajo de su pesada túnica, sus manos temblaban y sus piernas se sentían tan débiles, que era sorprendente que no hubiera caído de rodillas.

Levantó la vista por un segundo antes de bajarla de nuevo tan rápido, que le costó un considerable esfuerzo volver a enfocar el pergamino que leía.

--- S-se recaudaron cuarenta --- un nuevo vistazo, un nuevo estremecimiento, un nuevo error al leer --- quiero decir, treinta y cinco...no, por favor, perdone su majestad, c-cuarenta sacos de arroz y siete de anís de la provincia Lan. V-veinte más de...

La lista siguió y siguió, mientras el leve sonido de los dedos, tamborileando en el borde del asiento, aumentaba el nerviosismo del aterrado ministro.

Brillantes ojos azules tan profundos que eran casi violetas, liso cabello oscuro sostenido por un pasador de plata y jade blanco, oscuras túnicas moradas y negras con bordados platinados. El hombre observaba con los ojos de un depredador, alternando su atención entre la corte y las velas que marcaban el paso del tiempo.

Varios funcionarios casi lloraron compadecidos por el ministro de hacienda, quien, de nuevo, leyó mal las cifras y tuvo que repetir su lectura.

El sonido rítmico de esos delgados dedos se hizo mayor y el ceño fruncido, tan temido, apareció.

Esta vez los funcionarios ya no pudieron ocultar la palidez en sus rostros, la exasperación o la angustia en sus expresiones, era obvio que el consorte imperial no estaba de buen humor y si bien no entendían qué error habían cometido, tenían el repentino impulso de postrarse de rodillas y pedir perdón.

Por favor, su majestad, ¿es qué acaso no siente compasión por estos súbditos suyos? Debe salvarnos del consorte de corazón negro que se sienta a su lado.

Sin embargo, el mencionado emperador, acostumbrado como estaba al fiero carácter de su consorte, apenas y notó el ruido. Jiang Cheng era una persona expresiva y directa, si deseaba decir o hacer algo, nadie lo detendría y eso era algo que su majestad el emperador Yun LanHuan, comprendía a la perfección.

No tenía necesidad de intentar contenerlo, ni tampoco el deseo de hacerlo. Lo que sea que lo tuviera inquieto, saldría a la luz si esperaba lo suficiente.

Y no se equivocó, cuando la vara de incienso llegaba a su final, la paciencia de Jiang Cheng terminó con esta.

--- Es suficiente, Ministro de hacienda --- la afilada voz del consorte sobresaltó a todos los funcionarios, quienes ante la mirada de la pareja imperial, se comportaban más y más como criminales esperando su sentencia... aunque eso haría del consorte un tirano y esta, no es esa clase de historia --- Su majestad puede leer el informe en su estudio, no es necesario hacer esto ahora.

El aterrado hombre tartamudeo y balbuceó algunas palabras, pero cuando la afilada mirada se entornó, apretó sus labios tan fuerte, que ni siquiera una brisa de aire pasaría entre ellos.

Renacimiento del loto blancoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora