"Cariño, dame más de tu odio, no sea que te olvides de mí, que olvides mi voz, mi aroma o mi rostro, porque eso, cielo mio, sería imperdonable." A.B. Remeny
Frontera de la provincia Mudan. Nueve días después del ataque.
La gente teme a la oscuridad, imaginan monstruos imposibles o asesinos ocultos entre las espesas sombras, creyendo que acechan solo para atacarlos en el momento más inesperado.
Oh, pero cuan infantil ingenuidad.
Aquellos que alguna vez sufrieron el desamparo de la soledad y la pérdida, el dolor y la traición, que han sentido en su piel y su alma el golpe del lado más retorcido de la humanidad, saben que es en las sombras nocturnas donde encontraran consuelo; no las temen, las abrazan acunando esperanzas rotas entre sus manos.
Los monstruos no temen a la luz del día. Los esclavos no temen a la noche.
Y en este momento, en medio de un bosque cubierto de nieve al amanecer y destellos de verdor ocultos entre el blanquecino paisaje, dos personas que eran tanto monstruo como esclavo, que abrazaban la noche y se mostraban en el día, estaban por tener su primer encuentro frente a frente.
Hong BaiHe, con una impoluta capa de suave rojo, mantenía su largo cabello levantado, sostenido por tres largos pasadores de oscura madera y diminutas cadenas de oro que se entrecruzaban entre los delgados mechones.
Era una mujer alta, delicada, y con un rostro femenino de ojos almendrados*, con iris de un peculiar tono granate.
Una que en este momento, miraba enfurecida a la diminuta chica vestida de negro que se mantenía inclinada sobre una rodilla, con los hombros tensos y el temor bajando por su espalda.
--- Es nuestra culpa. --- la voz temblaba un poco, pero aun podía apreciarse la dulzura innata que era una parte integral de Hua Meili.
Caminando hasta quedar frente a su hermana menor, Hong BaiHe se inclinó con lentitud.
Extendió su mano con la misma pasividad hasta que pudo sostener el pequeño cuello de Meili.
BaiHe comenzó a ejercer presión.
Más.
Un poco más.
Con tanta fuerza que pudo apreciar el rápido pulso contra sus dedos y notar como el aire dejaba de fluir.
Con la boca abierta tratando de obtener algo de aire, Hua Meili cerró los ojos, negándose a ver la expresión ausente que BaiHe tendría en este momento. Su corazón dolía al ver la evidencia de lo que habían hecho de la joven de tierno carácter que había sido su hermana.
Mientras tanto, la boca de BaiHe se distorsionó en una mueca de ira, su mano apretando con tanta fuerza como podía y por tanto tiempo, que la cabeza de Meili comenzó a punzar por la falta de aire. Sus brazos se levantaron en defensa propia, deseando quitar aquello que obstruía su respiración, pero antes de que pudiera siquiera tocar el borde de la ropa de BaiHe, ésta la soltó con brusquedad, dejándola caer en la helada nieve, tosiendo y jadeando con sonidos roncos y lastimeros.
Antes de que Meili pudiera recuperarse, BaiHe emitió un pequeño grito y pateó el blando estómago, la furia en su sangre clavando sus venenosos colmillos en su ya casi inexistente cordura.
--- Eres... son... --- BaiHe golpeó de nuevo a Meili, observándola encogerse entre la revuelta nieve --- ¡¿Cómo pueden ser tan estúpidos?!
Meili intentó recuperar un poco de aliento, sosteniendo su dolorido estómago con fuerza y dejando a BaiHe despotricar. No tenía nada que decir, ni a su favor ni en su contra.

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Renacimiento del loto blanco
FanfictionLo último que JiangCheng escuchó, fue el acero cortando el aire, antes de ser decapitado. Cuando sus ojos volvieron a abrirse, los clanes se han transformado en familias, la corte imperial es el nuevo campo de batalla y sus enemigos están detrás de...